La secretaria general de Podemos, Ione Belarra, ya está hablando con Yolanda Díaz para presentarse juntas a las elecciones generales. El naufragio generalizado de todo el espacio progresista este 28-M y el adelanto de las elecciones generales al 23 de julio obliga a las dos líderes a la izquierda del PSOE a ponerse de acuerdo cuanto antes, aun a pesar de llevar desde septiembre sin progresar prácticamente en un pacto de coalición.
"Estamos trabajando ya para darle a la ciudadanía progresista la noticia que lleva esperando: que este espacio se presente unido y salgamos a ganar, a gobernar con más fuerza", ha declarado Belarra en una comparecencia exprés en la sede del partido. Apenas unas horas antes, la portavoz Alejandra Jacinto anticipó que "hace falta la unidad del bloque progresista con el motor de Podemos".
Según la Ley Electoral, los partidos y federaciones que establezcan un pacto de coalición para concurrir conjuntamente a unas elecciones "deben comunicarlo a la Junta competente en los diez días siguientes a la convocatoria". A efectos prácticos, esta convocatoria no se hará oficial hasta el martes 30 de mayo, por lo que Belarra y Díaz tienen hasta el 9 de junio para registrar su candidatura.
Lo que esto obliga a nivel interno es a retomar las negociaciones de coalición allá donde se dejaron, esto es, antes de la precampaña del 28-M. El punto de disputa seguirá siendo el mismo: la presencia o no de primarias abiertas de todo el espacio para elaborar las listas electorales.
Esta imposición de Podemos es lo que rompió las conversaciones en un primer momento y lo que provocó su sonora ausencia en el acto de presentación de Sumar en Magariños. Los morados reclamaban el compromiso por escrito de que las listas electorales se realicen mediante primarias abiertas como contrapartida para asistir a la puesta de largo de Díaz, algo que la vicepresidenta no estaba dispuesta a admitir por miedo a que tomasen el control del proceso.
Ahora, todo tiene que ir mucho más rápido. Aunque los registros terminan el 9 de junio, las listas electorales no tienen que estar terminadas hasta 20 días después de la convocatoria, el 19 de junio, por lo que tendrían algo más de dos semanas para elaborar ese proceso de primarias. Paradójicamente, apretar estos plazos beneficia a Podemos, que es el gran derrotado del 28-M.
Todos los –futuros– implicados en Sumar, desde Podemos hasta Más País pasando por IU, Compromís o los Comunes de Ada Colau, entre otros, tienen claro que la única posibilidad para revalidar el Gobierno es presentarse juntos bajo la bandera de Yolanda Díaz, pero difieren en el método. Si Podemos pedía las primarias abiertas por ser "el método más democrático", el resto reclamaban que el mecanismo concreto se hablara más tarde y de manera multilateral, con todos los partidos teniendo el mismo peso y evitando así salir perjudicados, ya que la militancia morada está más movilizada.
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Retomar negociaciones
Ahora ya no hay tiempo para eso. Los equipos negociadores de Sumar y Podemos mantuvieron media docena de encuentros para pactar una fórmula que contentase a todo el mundo, sin éxito. La última de estas conversaciones, por teléfono, ocurrió horas antes del acto de Magariños entre el jefe de gabinete de Díaz, Josep Vendrell, y la secretaria de Estado Lilith Verstrynge, que pidió crear "un nuevo censo de inscritos" para que todo el mundo pudiera votar. Rechazado.
A partir de entonces, el porqué de la ausencia de Podemos en el acto de presentación de Sumar se pueden resumir en dos explicaciones: las desautorizaciones –"el tutelaje"– en ambas direcciones y la cerrazón por no ceder ni un centímetro de terreno. Díaz, porque no quiere que Podemos controle Sumar; y Podemos, porque no quiere que Sumar les controle.
Para preparar el acto en Magariños, Sumar y Podemos se reunieron seis veces en secreto desde enero y mantuvieron una docena de conversaciones informales. Los negociadores fueron, por el lado de los morados, la secretaria de Estado Lilith Verstrynge y el portavoz parlamentario Pablo Echenique; por el lado de la vicepresidenta, su asesor de discurso, Rodrigo Amírola, y el jefe de gabinete del ministerio, Josep Vendrell.
Vendrell siempre tuvo clara la fecha de junio como el fin de las negociaciones para no influir en las elecciones pero, según señalan fuentes moradas, ni él ni Amírola se metieron de lleno en las conversaciones hasta que, hace un mes, se conoció la fecha de celebración del acto de Sumar (2 de abril) y vieron que las amenazas de Podemos de darles plantón no eran un farol. Realmente estaban dispuestos a no asistir.
Al conocerse la fecha, Irene Montero señaló a un grupo de periodistas que las conversaciones con Sumar no habían empezado para, según Podemos, mantener el carácter secreto de las reuniones; acto seguido, ese mismo día, Yolanda Díaz desmintió a la ministra de Igualdad y dijo que llevaban semanas hablando del tema, pero que Podemos no cedía.
A finales de marzo, los cuatro representantes mantuvieron una reunión telemática para intentar desbloquear "de una vez por todas" la situación, señala una fuente cercana. Podemos reclamó dos cosas a cambio de garantizar su presencia en Magariños: el compromiso de revalidar el Gobierno de coalición y organizar unas primarias abiertas para ordenar las listas electorales. También ofrecieron cerrar el acuerdo con una foto simbólica.
El equipo de Díaz dijo que sí y encargaron a Vendrell redactar un documento tipo para que Podemos lo firmase la noche del jueves 30 de marzo, pero en el texto no ponía nada sobre primarias abiertas. La única referencia era que los procesos de selección se concretarían posteriormente en una mesa de partidos, pero no decía nada sobre el censo o el mecanismo de primarias. No quedaba tiempo, Podemos no aceptó y desde entonces no se levantan el teléfono.
Hasta ayer.