Inés Arrimadas, junto a David Martínez, su jefe de gabinete; en el ascensor del Congreso. Día de su adiós.

Inés Arrimadas, junto a David Martínez, su jefe de gabinete; en el ascensor del Congreso. Día de su adiós. Pedro Ruiz

Política EL FINAL DE CIUDADANOS (2)

"Un año de política en Cataluña cuenta por siete. Fin de una etapa": el adiós de Arrimadas a su equipo

Ha reservado una visita a un yacimiento arqueológico –su pasatiempo preferido–, ha elegido sus vacaciones de agosto y tiene ofertas de trabajo.

2 junio, 2023 02:46

Un día, tras acabar una entrevista con este periódico y marcharse a casa, Inés Arrimadas llamó por teléfono: "Me gustaría pedir un favor". Resultaba extraño porque esa situación nunca se había producido. Siempre había respetado que se publicaran las conversaciones tal cual sucedían. Pero aquella vez Arrimadas fue explícita: "Me gustaría pediros un favor, que quitéis una cosa que he dicho".

En un primer momento, y sin escuchar, dijimos que no. Arqueamos las cejas. Saltó la alarma de la desconfianza. Ella añadió: "Me refiero a eso que he contado de las amenazas. Mis padres van a leer la entrevista y no quiero que se enteren".

Arrimadas había revelado que un grupo de radicales visitaba frecuentemente su portal. A veces averiaban el timbre para que sonara todo el rato. La insultaban, le decían de todo. El nivel de la amenaza había subido un escalón. Plantarse en su casa era decirle: "Sabemos dónde vives".

Este tipo de vivencias se prolongaron seis años. Los seis primeros de su carrera política. Se fueron incrementando conforme alcanzó la popularidad. En 2017, cuando ganó las elecciones autonómicas, el paseo de Arrimadas por una calle de Barcelona simbolizaba a la perfección la fractura social. Unos la insultaban, otros la ovacionaban.

El ruido del timbre es la metáfora del síndrome de estrés postraumático que sufren quienes hicieron la política contraria al nacionalismo en los días del procés. Por eso, cuando Arrimadas se despidió de los suyos, pensó en Cataluña y dijo: "Un año de política allí cuenta por siete". Así lo atestiguan en charla con este diario los que estuvieron cerca de ella en el día del adiós.

Este razonamiento se antoja imprescindible para comprender la mezcla de fatiga y liberación que anidaba este jueves en Arrimadas. Tan sólo ha sido una década en política –los bipardistas de la generación anterior podían tirarse dos o tres–, pero el tiempo, en este caso, no nos puede dar la medida. Es como el taxista que trabaja de noche. Parece mucho más viejo que el que lo hace de día.

Un libro inédito

La primera mitad de la carrera política de Inés Arrimadas García (Jerez, 1981) está recogida en un libro inédito que lleva por título Una ciudadana sin complejos. El manuscrito es propiedad de la editorial Península, del grupo Planeta.

Así rezaba la reseña que circuló entre los libreros cuando estuvo a punto de salir al mercado: "Habla de lo ocurrido en los últimos años, de las causas del auge del nacionalismo en España y en toda Europa y de las claves del éxito de Ciudadanos en las elecciones del 21-D. Lo hace a partir de anécdotas personales y ejemplos de lo vivido dentro y fuera del Parlament, que aportan a este libro una privilegiada visión de lo más humano y emocional que se esconde detrás del debate político habitual”.

En esas páginas, quizá, se cuente lo del timbre. Y también las horas felices, que fueron muchas. Porque todo ese sufrimiento implicaba una alegría directamente proporcional en el momento del éxito, del encuentro con el militante, del crecimiento en las urnas.

El libro quedó paralizado porque el descalabro de Ciudadanos empujó a la jerezana a la presidencia del partido. Y se decidió posponerlo y actualizarlo con las nuevas vivencias. El libro, si finalmente sale, será por tanto más completo. Porque podrá abordar la política desde el éxito y el fracaso.

Las dos palabras más empleadas por Arrimadas en las conversaciones con sus compañeros estos días son "hijos" y "amigos". Con los periodistas, en el Congreso, el término fue "personal". "Es una decisión personal".

En cuanto conoció el adelanto electoral, Arrimadas supo que su vida política se había terminado. Había llegado el momento de parar. Dejó pasar un par de días para no quitar el foco a su partido. Este jueves no había agenda y ella organizó la rueda de prensa.

En la práctica, todavía veremos a Arrimadas en los pasillos del Congreso. Participará en el resto de sesiones de la Diputación Permanente. Entonces, ¿por qué ha comunicado ya su decisión? Algunos de sus compañeros mencionan que le incomodaba la mera especulación con su incorporación a las listas del Partido Popular. Decir adiós era acabar con el rumor de manera definitiva.

Arrimadas siempre dijo que no acabaría en el PP. Lo explicó por activa y por pasiva, pero algunos de sus compañeros que hicieron lo mismo acabaron fichando por Génova. A grandes rasgos, explicado de manera un tanto simple, podemos concluir que la jerezana coincide con el PP en lo económico, pero difiere en lo social.

El cannabis, la eutanasia, el aborto, el feminismo, el colectivo LGTBI... Son algunos de los temas que más separan a la expresidenta de Ciudadanos del proyecto de Alberto Núñez Feijóo.

En su tuit de despedida, Arrimadas escribió haber dado a la política "los mejores años de su vida". Luego matizó charlando con algunos compañeros: "Son los mejores porque he estado de los treinta a los cuarenta. Y es una etapa en la que te apetece hacer un montón de cosas que no haces".

Pero la parte más luminosa reside en sus hijos, uno de tres años y otro de quince meses. Ambos nacieron en una etapa políticamente muy dura: el fracaso de sus decisiones al frente de la organización y la imposibilidad de resucitar el proyecto. El tiempo no está perdido. Todo lo contrario. El sosiego de Arrimadas tiene que ver con el tiempo ganado para sus hijos pequeños.

Precisamente, hace unos meses, habiendo dejado ya la presidencia de Ciudadanos, se mudó a Jerez por la incapacidad para conciliar. Allí viven sus padres... y ahora sus hijos. Ella venía a Madrid los días con actividad parlamentaria. De hecho, en cuanto se jubiló, una de las primeras cosas que hizo fue coger el tren.

El principio

Inés, hija de Rufino y de Inés, nació en Jerez. Sus padres, naturales de un pueblo de Salamanca, vivieron en Barcelona. Inés Arrimadas, la segunda hija, escuchó en casa historias de Barcelona. De esa ciudad que, en plena dictadura, era –al decir de Vargas Llosa– como "estar en Europa".

La niña Arrimadas mitificó Barcelona. Aprendió el catalán en Jerez, de manera autodidacta. Se hizo del Barça. Estudió LADE y Derecho en Sevilla, Erasmus en Francia. Ocho años de consultora. Y se topó con un mitin de Albert Rivera cuando, por fin, había cumplido su sueño: vivir en Barcelona. Al resto de la historia se le puso la hache mayúscula. Primera victoria electoral de un partido no nacionalista en Cataluña.

Noviembre de 2019 fue el principio del fin. Cuando Rivera se descalabró en las urnas, todos se giraron hacia ella. Arrimadas estaba cómoda en su rol, a la sombra de Rivera. A ella lo que le gustaba –y le gusta– es el parlamentarismo, el mitin y el contacto con la gente. No quería liderar el partido. Pero le tocó y no pudo negarse. Era una suerte de sucesión natural.

Estaba por ver si su capacidad demostrada en las lides de la oratoria sería la misma en términos de estrategia. Fracasó, bien es cierto que al frente de una organización que estaba prácticamente muerta. La moción de censura de Murcia es la nota más negra de su currículum.

Allí Ciudadanos gobernaba la Comunidad autónoma con el PP. A espaldas del presidente, los naranjas pactaron con el PSOE una moción de censura... a su propio gobierno. Teodoro García Egea, con la ayuda de los tránsfugas, consiguió evitarla. A partir de ahí, se rompieron en efecto dominó casi todas las coaliciones azul-naranja. El electorado no lo entendió y concentró el voto útil en el PP.

Coherente con su discurso, se apartó del proceso de refundación y dio paso a una nueva generación, que tampoco ha logrado el objetivo de revitalizar Ciudadanos. Ella permaneció en el Congreso, disfrutando de los discursos. Se le veía tranquila, renacida.

En su última entrevista con este periódico, dejó en el aire la posibilidad de concurrir a las generales para revalidar el escaño. No será así. Inés Arrimadas dejó la política el 1 de junio de 2023. Dijo a sus compañeros: "Me voy. Tengo muchas ganas de hacer vida normal. Muchas".