Sin Irene Montero, ni Ángela Rodríguez Pam, ni ningún referente de Podemos. Así ha presentado Yolanda Díaz la aproximación del feminismo que seguirá Sumar, uno "más integrador", "que no divida" y "alejado de las trincheras y los rincones", en referencia velada a las prácticas del Ministerio de Igualdad durante la última legislatura.
La vicepresidenta segunda del Gobierno lleva meses repitiendo el mantra de que quiere abandonar "la esquinita del tablero" en el que Podemos lleva escorado desde hace años. Prueba de ello es la guardia pretoriana de la que se ha rodeado en el acto centra de feminismo de su campaña electoral, con la ex responsable de Igualdad de Podemos y Más Madrid, Clara Serra, y su portavoz de Feminismo, Elizabeth Duval.
"El feminismo no está en guerra contra nadie. Abascal lo quiere convertir en una guerra de sexos, pero el feminismo no está en guerra con nadie. Estamos ganando libertades para las mujeres y también los hombres en este país", ha señalado Díaz este martes en un Teatro Pavón (Madrid) lleno hasta la bandera.
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Su "feminismo para el 99%", como lo ha llamado en reiteradas ocasiones, implica romper con una tendencia que se ha mantenido al alza en los últimos años; la de la división y la exclusión, incluso, dentro del movimiento feminista. Por un lado, la extrema derecha creando un discurso en el que el feminismo y todas las leyes creadas con el objetivo último de la igualdad entre hombres y mujeres supone "una guerra de sexos", como incluye Vox en su programa electoral.
Por otro, parte del feminismo asociado a las llamadas socialistas feministas clásicas, con planteamientos en los que las mujeres trans no son mujeres. Esta postura supuso la ruptura del PSOE y generó tensión entre los socios de la coalición.
Y por último, una cierta exclusión del resto del movimiento por parte de Podemos derivada de no haber sido capaces de hacer comprensibles a la mayoría de la sociedad sus argumentos y sus propuestas. Un cóctel de ingredientes que, piensa Díaz, ha dividido al movimiento feminista y le ha impedido trascender a lo ancho del electorado.
El veto a Irene Montero en los últimos compases de la negociación de las listas electorales, por ejemplo, va en esta dirección: evitar la polarización, el conflicto de valores y la crisis de identidad de una maraña de partidos que, de la noche a la mañana, se vieron inmersos en una guerra civil. Todo tema o persona que no ayude a arreglar este tema, dicen fuentes de la dirección de Sumar, es prescindible.
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"Cuando ganamos el país, cuando avanzamos, lo hacemos porque no vamos divididas. La estrategia de la extrema derecha es dividirnos, llenarnos de matices que nos separan", ha recordado Díaz durante su intervención, en la que no hizo referencias directas a Montero pero sí a su "guerra cultural", como la definía hace unas semanas una fuente cercana. También intervinieron la concejala de Más Madrid Carolina Elías y la diputada colombiana Mafe Carrascal.
En la misma línea, Serra ha abogado por "reconquistar el feminismo plural" que sea "para todo el mundo". "Tenemos que ser capaces de convencer, persuadir, ilusionar, que dé la bienvenida a todo el mundo", ha recordado la antigua responsable de Igualdad de Podemos, luego en Más Madrid, ahora independiente.
Por el voto femenino
Yolanda Díaz busca arañar votos entre las flaquezas del PSOE. La ausencia de Pedro Sánchez en los primeros compases de la campaña, sumada al oleaje de mujeres que podrían quedarse en casa el 23-J, ha llevado a la vicepresidenta a enfocarse en el voto femenino que hace cuatro años confió en el socialismo y que ahora amenaza con darle la espalda a la izquierda. En este terreno, su equipo ve un filón.
"El PSOE todavía no ha tocado suelo, pero en ciertos sectores está bajando y lo seguirá haciendo", señalan fuentes cercanas a la líder de Sumar. Sobre todo en Andalucía, pero también en todo el Estado, desde la dirección de la coalición prevén "un hartazgo" tras tantos años de Gobierno de socialista y viran el rumbo.
Cuando la vicepresidenta dio la orden de "aparcar la guerra cultural" emprendida por Podemos no se refería a separar el feminismo de su campaña, sino a centrarlo en la realidad tangible de las mujeres. En este ámbito, Díaz lleva semanas repitiendo que el futuro del Gobierno de coalición progresista depende del voto de "las mujeres libres", en referencia a que una victoria de la derecha supondría una bajada de derechos para ellas.
Desde su equipo recuerdan que debates como estos, por acción o por omisión de Sánchez, son las que están separando a los socialistas del voto femenino que históricamente han acaparado. "En ese debate no cabe el país de las mujeres", indican desde su círculo más cercano.