José María Aznar enmarca la negociación secreta que mantienen el Gobierno de coalición en funciones y el expresident catalán Carles Puigdemont, para garantizar la reelección de Pedro Sánchez con los votos de Junts, en una "contienda democrática". A un lado, sitúa al "Estado de derecho", con toda su historia desde la Transición. 

En el otro, a aquellos que "quieren acabar con la Constitución, porque la Constitución es vista como un obstáculo para materializar su ambición de poder". Se refiere, sin eufemismos, al secesionismo y, especialmente, a una izquierda que califica de "irresponsable e insolidaria, que reniega de la ciudadanía democrática, libre e igual". 

Según cree el expresidente del Gobierno, "España acumula energía cívica, institucionalidad y masa crítica nacional" para impedir que "se consume" lo que él ve como un "proyecto de desconstrucción nacional, de disolución nacional". Un proyecto que "pone en riesgo" la "continuidad de la nación" como "comunidad política de ciudadanos libres e iguales y como Estado bajo el impero de la ley". 

[Societat Civil convoca una manifestación el 8 de octubre en Barcelona contra la amnistía]

Ese proyecto sería la aplicación de una amnistía a los responsables del procés y la convocatoria de un referéndum en Cataluña. Todo motorizado por un PSOE, "sea lo que sea ahora este partido, que cree haber encontrado su momento, aquel que marca el punto de no retorno hacia la destrucción de la Constitución". Por ello, Aznar ha clamado lunes por la movilización: "Hay que decir de nuevo ¡basta ya!".

En una clara referencia al espíritu de Ermua, que surgió tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco y que fue determinante para iniciar el fin de ETA, el expresidente ha asegurado que "España no puede volver y no va a volver a un sistema basado en la exclusión, en el sectarismo, ni en la destrucción programada de la nación. Ni en el grotesco y ridículo cantonalismo, ni en las políticas del sectarismo, ni en la España de vencedores y vencidos".

Movilización transversal

Durante la apertura del Campus Faes, Aznar ha invocado a una movilización transversal: "Ninguna instancia, ningún poder democrático, ningún liderazgo social, cultural o intelectual, tampoco la izquierda constitucional que se juega su propia identidad y su trayectoria; nadie con sentido de responsabilidad, comprometido con el acuerdo histórico entre españoles, puede quedarse al margen de una tarea que nos debe convocar para asegurar el futuro". 

"Unos quieren confirmar nuestra peor historia, confirmar que, efectivamente, en España tarde o temprano termina aflorando el mal de la división y el fracaso. Nosotros, en el nosotros más amplio que hoy quepa en España, lo que queremos es seguir desmintiendo ese pasado para seguir avanzando hacia el futuro que España necesita y merece", ha resumido. 

Previamente, y en su primera intervención pública tras el 23-J, Aznar ha criticado que "por muy espesa que sea la retórica embarrada", lo que está en marcha, con relación a la negociación entre el Gobierno y Junts, es "una operación de desmantelamiento de la Constitución, de destrucción de su legitimidad, en definitiva, de revisión de una gran historia de éxito". 

Sobre los "sucesivos gobiernos que han resultado de la alianza entre la izquierda y el secesionismo", ha considerado que "han dilapidado el capital político del consenso constitucional, hasta agotarlo". "La entrega del socialismo al secesionismo a cambio de mantener el poder es por sí solo el hecho más destructivo que hemos padecido en la política democrática y un ataque cotidiano contra la Constitución", ha denunciado.

En el contexto actual, Aznar afirma que España se enfrenta a un "dilema" que es "sencillo pero dramático": "Sabemos los valores, las actitudes, las decisiones que reportaron a nuestro país el éxito histórico en democracia. Si destruimos esos valores, si negamos esas actitudes, si renunciamos a esas decisiones, el resultado será el fracaso". 

El reto que ha descrito es "tan sencillo, tan exigente y tan apremiante" como "querer "vivir en el éxito de la convivencia, de la unidad, del pluralismo y de la ley igual para todos". Porque, para él, ningún Estado en el que sus "dirigentes no hayan perdido la cabeza" aceptaría "ni siquiera como hipótesis" una amnistía que, "además de otorgar impunidad, convierte en legítima una gravísima intentona sediciosa contra la integridad constitucional". 

"No hay ningún Estado que se puede mirar dignamente entre el concierto de las democracias en el que se hable de autodeterminación, de manera explícita o camuflada, como contrapartida para formar gobierno. No hay un Estado que no avergüence a sus ciudadanos en el que se conceda carta de naturaleza a un prófugo de la Justicia y se acepte que un eventual Gobierno dependa de la voluntad de un golpista", ha agregado. 

A los socialistas, directamente, les ha acusado de "frivolizar" porque dicen que la amnistía "es un ejercicio sin coste". A lo que ha respondido: "Nada más perverso que esta falsa normalidad con la que se quiere hacer pasar un proceso de autodestrucción nacional. Porque debemos tener la idea clara de que el peligro no viene de fuera; está inducido por una fuerza política, el PSOE, que se ha convertido en el desencadenante de un síndrome en el que los que tienen que defender la Constitución desde el Gobierno se convierten en sus principales atacantes".