La portavoz de Junts per Catalunya en el Congreso, Míriam Nogueras, llegó al palacio de las Cortes, rodeada de un séquito de diputados y asesores, se plantó ante los reporteros y dijo "bon dia". Al acabar, se fue con un "gràcies". Y en medio, todo su hablar fue en catalán. "Si es oficial dentro, en el patio también".
Nogueras es la líder del partido de Carles Puigdemont en Madrid. De hecho, fue la persona elegida por el mismísimo expresident fugado en Waterloo cuando Jaume Giró trató de competirle el puesto de cabeza de lista en unas primarias.
El que fue conseller de Economía hasta que Junts abandonó el Govern presidido por Pere Aragonès (ERC), hace ahora un año, cuando la bronca de los de Oriol Junqueras, encarcelado e indultado, con el partido del líder prófugo alcanzó su tope: "Posibilistas, negociadores, botiflers", acusaban los juntaires a los republicanos.
Así que, como Giró lideraba una corriente interna que bajo el lema torna Convergència trataba de favorecer la negociación, Puigdemont dijo "no", porque Junts quiere "amnistía e independencia", por ese orden, y nada más. Nogueras, sin embargo, es la mayor representante de la línea dura, la intransigente que exige "hechos comprobables" si Pedro Sánchez quiere la investidura con sus siete votos en el Congreso.
Para su mejor comprensión (y por la falta de habilidad del reportero para transcribir el catalán), aquí sí se podrán leer las declaraciones de Nogueras en castellano: "Hoy es un día histórico, porque por fin se respetan los derechos de los catalanoparlantes en el Congreso", dijo la portavoz de Junts. "Además, el catalán está hoy más cerca de ser oficial en Unión Europea", añadió en tono celebrativo.
Lo cierto es que Nogueras pudo aprovechar que la inmensa mayoría de los periodistas que la rodeaban entienden el catalán, pero no todos los matices, para rearmar el discurso oficial de Junts. Hasta el lunes por la noche, sin lengua oficial en las instituciones europeas, no habría cumplimiento del acuerdo con el PSOE y, por tanto, el camino a la investidura de Sánchez se cortaba de cuajo.
Desde el martes por la mañana, una vez concluida la reunión del Consejo de Asuntos Generales en Bruselas, y fracasado el intento de José Manuel Albares (que faltó a su cita anual en la Asamblea General de la ONU para defender como ministro de Exteriores lo que no deja de ser una posición de partido para la reelección como presidente del Gobierno del líder del PSOE), los independentistas de Puigdemont cambiaron de parecer.
"Reconocemos el esfuerzo del ministro que arrancó el proceso", dijo, recogiendo cable Nogueras. "Un proceso para el que ya no hay marcha atrás", añadió, para aportar un gramo de intransigencia a su repentina blandura. "Exigimos poner el tema sobre la mesa, y se ha hecho. Ahora, nos felicitamos de que nadie lo ha vetado, motivo por el que agradecemos también a los Estados miembros de la UE".
La portavoz juntaire hablaba en el patio del Congreso en uno de los días en los que sus palabras más expectación concitaban. No faltaba un reportero ni un micrófono en el corrillo. El tumulto a su alrededor y el ruido exterior hacían difícil la escucha; y sus palabras en una lengua distinta de la que domina la mayoría de los periodistas que cubren la información parlamentaria no ayudaban: "¿Qué ha dicho? ¿Lo va a repetir luego en castellano?".
No. Ni lo hizo este martes ni lo hará en adelante. Al menos, así lo aclaraba en conversación con EL ESPAÑOL minutos después. Primero, manteniendo el catalán; después, más amablemente, pasando al castellano. "No es una lengua difícil, si hacemos un esfuerzo por escucharnos, nos entendemos", apuntaba sonriente.
Puigdemont "posibilista"
Lo cierto es que, en sus palabras, ya se había traslucido que Junts está deseando que sea posible el acuerdo con el PSOE de Sánchez. Como reconocía Puigdemont en un tuit, más o menos a esas horas, "la oportunidad es ahora".
Es decir, que la formación independentista sabe que la aritmética le ha dado una llave maestra para la legislatura, pero que se puede romper de tanto usarla.
Los socialistas dependen de Junts, cierto. Pero subir la tensión demasiado de golpe puede romperlo todo: igual que Puigdemont, ahora tan "posibilista" como Junqueras (su enemigo íntimo), Sánchez necesita (también) medir bien sus pasos, dadas las tensiones internas en el partido y las dificultades de muchos de sus votantes para aceptar las siguientes etapas: la amnistía, más financiación para Cataluña y quién sabe si algún tipo de referéndum.
"Haremos seguimiento de las negociaciones", había dicho Nogueras respecto a la oficialidad del catalán en la UE. "Será un proceso gradual y empezará con el catalán", añadió anticipando la noticia que después reconocería Albares desde Bruselas: que el Gobierno de Sánchez había ofrecidoa los Veintisiete priorizar el catalán sobre el gallego y el euskera.
Es decir, poner por delante su acuerdo con Junts para contentar a Puigdemont antes que el beneficio que iban a compartir con los nacionalistas vascos y gallegos.
"Hemos llegado adonde no se había llegado nunca, y eso lo damos por bueno", cerró Nogueras. "Eso sí, ahora veremos la capacidad del PSOE para cumplir, porque éste sólo era un acuerdo para la Mesa del Congreso".
Concretamente, el acuerdo alcanzado el pasado 17 de agosto con Puigdemont, el de la carta de Albares de madrugada como "hecho comprobable"... porque el de usar el catalán en el Congreso era una medalla que el PSOE colgó en la pechera de ERC. Y Oriol Junqueras también andaba este martes por las inmediaciones del palacio de las Cortes, reivindicando su capacidad negociadora.
La XV Legislatura se inauguró, finalmente, rara. No con un pleno de investidura, sino con la condición previa de los republicanos: el cambio del Reglamento del Congreso para que los diputados puedan expresarse en cualquiera de las lenguas cooficiales de España. La Cámara Baja ha comprado pinganillos, y contará con un total de 650 de ellos para facilitar el trabajo de sus señorías, la prensa y el entendimiento de los invitados en la tribuna.
Pero en el patio, para hacer declaraciones a la prensa, no hay traducción simultánea. Y, al menos Míriam Nogueras, la enviada de Puigdemont, pedirá a los periodistas "un poco de esfuerzo".