El 24 de septiembre de 2023 pasará a la historia del Partido Popular como el día en que celebró su acto más multitudinario. Fue en Madrid. Según la Delegación del Gobierno asistieron 40.000 personas, 65.000 a ojos del Ayuntamiento. Las imágenes hablan por sí solas. El río de gente que nacía en Felipe II extendía su cauce por todas las calles aledañas: Goya, Narváez y Alcalá.
A la llamada de Alberto Núñez Feijóo, en el preludio de su investidura fallida, acudieron José María Aznar, Mariano Rajoy, todos los barones autonómicos, alcaldes, presidentes de diputación, exministros, parlamentarios, militantes, simpatizantes y decenas de miles de ciudadanos sin carné. La masa de gente es comparable a aquel mitin en el Mestalla que catapultó a Aznar en el 96, con el ya octogenario Julio Iglesias.
Esta vez, el motivo de la convocatoria tenía que ver con una posible amnistía para los responsables del procés. El precio que Pedro Sánchez tendrá que pagar si, después de perder las elecciones, quiere seguir al frente del Gobierno. Un agravio a la Constitución, a la Democracia y la "igualdad de los españoles" según el PP, que desplegará todo su arsenal para entonar un nuevo ¡basta ya!
La unidad en las filas populares en torno al liderazgo de Feijóo y contra el borrado de los delitos del 1-O contrasta con la división en el PSOE, que se desangra por sus orígenes. Los padres vivientes del partido no están dispuestos a bendecir la permanencia en la Moncloa del actual secretario general si tiene que pasar por el aro de los independentistas.
Después de unos meses peliagudos, con los ánimos a cuestas por la amarga victoria del 23-J, el PP ha conseguido levantar la moral a 48 horas de que Feijóo acuda a la investidura. Desde el principio, se advirtió de la práctica imposibilidad de conseguir la mayoría absoluta del Congreso, pero la estrategia política está orientada a ganar el relato.
De ahí que la convocatoria de este domingo haya sido un primer punto a favor. Todos los temores que se barruntaban en la dirección popular quedaron rápidamente disipados. Incluso antes de que comenzara el acto. La previsión de Génova de diez mil asistentes se vio sobrepasada por cuatro. Y los vítores a Ayuso fueron parejos con los de Feijóo, "¡presidente, presidente!". Ni rastro del cuestionamiento interno.
"Costándome lo que me cueste, aunque me cueste la presidencia del Gobierno, voy a defender que España es un conjunto de ciudadanos libres e iguales", fue la idea-fuerza del mensaje que quiso transmitir Feijóo en su arenga. Su intención era demostrar que, ciertamente, hubo motivos para el derrotismo en la noche electoral. No así para el desánimo. Y que aunque le faltan 4 votos para la mayoría absoluta en el Congreso, tiene los mimbres para llegar más pronto que tarde al Gobierno.
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El presidente de los populares empezó su discurso ahondando en la ruptura de socialismo de hogaño con sus gerifaltes de antaño: "Cuando un partido no respeta a sus mayores, ni tiene presente ni tendrá futuro". Mientras que Felipe González y Alfonso Guerra son repudiados por los suyos, Aznar y Rajoy reciben aclamaciones de Feijóo: "Son la guía para ordenar el futuro de nuestro país".
Acto seguido, siguió recorriendo la historia de España. Hasta llegar a la Constitución de 1812, que se empezó a gestar tal día como ayer hace más de dos siglos y que promulgó "la soberanía, libertades y el derecho a las mismas oportunidades". Lo mismo, apostilló, que defiende su partido.
"No nos llamen tontos"
"Se han inventado una nueva matraca con esto de la mayoría progresista. No son progresistas, ni son socialistas, ni son mayoría", afeó el candidato popular sobre el argumentario del Gobierno y los eufemismos a los que recurre Sánchez para justificar sus cambios de opinión. "Lo que digo es que no nos llamen tontos a los españoles, no somos tontos", le reprochó.
Al presidente del Gobierno en funciones Feijóo le responsabilizó de "todo lo que está pasando en nuestro país". Porque, después de quedar segundo en las elecciones, pretende hacer descansar la gobernabilidad en "aquellos que dicen que se quieren ir de España". Y porque es "una falacia" que el independentismo tenga que ser decisivo en sus horas más bajas: "Nunca ha tenido menos votos".
"En una España de ciudadanos libres e iguales no se puede dar más valor al voto de uno frente al voto de otro. La ley y la Justicia han de ser iguales para todos, empezando por los políticos, porque si los políticos no son iguales ante la ley es una cacicada incalificable en un Estado Derecho", proclamó.
Según Feijóo, "si en España hay un gobierno sustentado en la amnistía y la desigualdad será" responsabilidad de Sánchez. "Por demostrar una absoluta falta de integridad moral y política. España no votó que vivamos en esta tesitura". El borrón de los delitos de los independentistas, insistió: "Es un fraude agravado y reiterado por la misma persona".
A Vox, Coalición Canaria y UPN, Feijóo les agradeció que el voto a favor de su investidura. De la misma manera que se acordó de "aquellos miembros del PSOE que no están haciendo más que defender lo que han defendido siempre". "Podrán ser expulsados, señalados por un PSOE que no es un partido de Estado; pero serán señalados por la mayoría de españoles como hombres y mujeres de Estado".
Finalmente, Feijóo compartió una reflexión: "Los políticos pasan y lo queda es lo que hicimos y defendimos. Allá Sánchez y cómo quiere ser recordado en la Historia de nuestro país. Yo lo tengo claro: me debo exclusivamente a los españoles, para ellos estoy, para nada más".
Previamente, hicieron las veces de teloneros el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida; la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso; y los expresidentes: Aznar y Rajoy. El primero, en apenas tres minutos, alzó la voz para avisar a los independentistas que "jamás podrán estar por encima de España y los españoles".
Algo más extensa fue Ayuso, que entonó un nuevo estribillo, "¡De ninguna manera!", para dar respuesta a los ataques que profieren los independentistas contra "la Constitución, la Corona, la independencia judicial, el castellano y por supuesto, Madrid". "¿Vamos a permitir que acaben con España? ¡De ninguna manera!".
Aznar calificó la amnistía como la condena del orden constitucional y denunció que cuando Sánchez habla de "desjudicializar una intentona golpista" lo que en verdad quiere decir es: "No os preocupéis, porque si me votáis os daré la impunidad. No sólo vais a quedar impunes, os van a pagar el golpe que intentasteis".
Su sucesor y "amigo" Rajoy, por su parte, reivindicó su gestión en Cataluña durante aquel aciago 2017, cuando tuvo que aplicar el 155 después de que Puigdemont proclamara de forma unilateral la independencia. Además, se preguntó qué tiene de progresista la amnistía, una medida que crea "una casta política con bula para delinquir". En los alrededores, donde no llegaba la megafonía, la multitud cantaba: "¡Puigdemont, a prisión!"