Con el capítulo de la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo enterrado en el cajón, Pedro Sánchez pasa página y entra en la fase final de las negociaciones con sus socios. En las últimas semanas, el foco ha estado tan centrado en la nueva ley de amnistía que ha terminado por ensombrecer las reivindicaciones de muchos de ellos, que no han dejado de elevar el precio de sus apoyos sin preocuparse del qué dirán.
La consigna entre las seis formaciones que el PSOE espera adherir a su causa en las próximas semanas es que los votos se sudan, en mayor o menor medida, pero lejos de la vehemencia todo el mundo da por hecho el acuerdo. En el fondo, todos los partidos presentes en la ecuación saben que sería muy difícil mejorar sus posiciones en una hipotética repetición electoral. Y muy fácil empeorarla.
Sobre este tablero se plantea el juego de la investidura de Pedro Sánchez. Por un lado, sabiendo que los partidos necesitan vender algún tipo de éxito a su electorado —"nuestro voto no es gratis"— y, por otro, la noción de que, por mucho precio que pongan, tampoco podrían defraudarlo votando en contra del PSOE. Es un equilibrio difícil para todos.
1. Sumar
A pesar del evidente tándem con su presidente, Yolanda Díaz también hace valer sus 31 escaños y dice estar "todavía lejos del acuerdo" con el PSOE, con quien espera reeditar el Gobierno de coalición. De un lado se sienta la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y del otro, el secretario de Estado de Derechos Sociales, Nacho Álvarez, que suele ir acompañado del secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, y la eurodiputada María Eugenia Rodríguez Palop.
La versión oficial dice que las negociaciones han empezado estos días, pero lo cierto es que los equipos de ambas partes intercambian documentos desde agosto, la semana después de las elecciones. En estos documentos, que el PSOE suele devolver "todos tachados de rojo", se incluye la reducción periódica de la jornada laboral hasta las 32 horas semanales, una nueva subida del SMI, la cesta básica de la compra y el reparto de diferentes ministerios.
2. ERC
En los últimos días, el partido liderado por Oriol Junqueras ha pasado de sacar pecho a rebajar sus exigencias. El pinchazo del sexto aniversario del 1-O ha obligado a los republicanos no ya a pedir un referéndum de autodeterminación en Cataluña, sino a contentarse con "la posibilidad de hablar de un referendo", según precisó este lunes su secretaria general, Marta Rovira.
ERC recuerda que para la constitución de la Mesa del Congreso el PSOE se comprometió a "poner fin a la represión por todas las vías legales", pero que los acuerdos de entonces no estaban supeditados a la investidura. Más aún, el voto de las próximas semanas estará suscrito a medidas como el traspaso integral de Rodalies, suprimir la deuda de la región con el FLA (70.000 millones) y el fin del déficit fiscal (22.000 millones anuales para Cataluña), recuerdan fuentes de la formación independentista.
3. Junts
Carles Puigdemont lleva encareciendo el precio de sus siete votos desde el mismo día de las elecciones, cuando de la noche a la mañana pasó de actor irrelevante a llave de la legislatura. "No haremos presidente a Sánchez a cambio de nada", advirtió su portavoz parlamentaria, Míriam Nogueras, nada más conocer el resultado.
Actualmente, ya todo el mundo da por descontado que el PSOE maniobrará para justificar una nueva ley de amnistía que olvide las condenas de los protagonistas del procés y evite las responsabilidades penales de sus encausados. La posibilidad de organizar un referéndum sigue lejos, al igual que corregir los agravios económicos y fiscales sufridos por Cataluña durante años, una "deuda histórica" que cifran en 450.000 millones de euros. De momento, no se contempla.
4. EH Bildu
Bildu no ha puesto las cosas difíciles. La formación abertzale tiene la vista puesta en las elecciones vascas de 2024 y utiliza como argumento la lucha contra la extrema derecha, por lo que facilitar un Gobierno del PSOE y Sumar puede ser suficiente para ganarse argumentos. En sus sueños está todavía gobernar el País Vasco de la mano de los socialistas, algo bastante improbable en estos momentos.
Si bien Arnaldo Otegi no ha presentado ningún cheque en blanco, el líder independentista sólo ha pedido compromisos retóricos a Sánchez, como "volver a poner sobre la mesa el reconocimiento nacional y el respeto al derecho a decidir como pueblo".
5. PNV
El PNV, fiel a su costumbre, no quiso comparecer públicamente después de su consulta este lunes con Felipe VI, pero es uno de los partidos que más claro ha dejado sus condiciones. Fuentes de la formación nacionalistas deslizan la idea de que el PSOE no ha empezado todavía las negociaciones formales y que debe ser Sánchez, no ellos, quien ponga el precio de sus cinco escaños.
Eso sí, los de Andoni Ortuzar ya mostraron sus cartas al conocerse el resultado de las elecciones. Durante el mes de agosto, la formación reclamó el AVE vasco, la gestión de la Seguridad Social y un nuevo Estatuto de autonomía que reclame el "derecho a dedicir" y el "reconocimiento de Euskadi como nación".
6. BNG
Si Sánchez logra el sí de Junts, el único voto Bloque Nacionalista Galego (BNG) volverá a ser irrelevante para la legislatura. Ahora, bien, el acuerdo de investidura siempre suele incluir a la formación representada por Néstor Rego en las cuentas, aunque sea a cambio de poco o nada.
"Lo fundamental es que no exista una repetición electoral y no tenga ninguna posibilidad la derecha, pero también que Galicia esté presente en el debate político", ya adelantó tras las elecciones, como dando a entender que no podían excederse en sus exigencias. Hasta ahora, su única petición ha sido "un nuevo estatus político que reconozca a Galicia como nación" y mayor voluntad de cumplimiento de los pactos.