Leonor refuerza a la España constitucional frente a la ofensiva de los aliados de Pedro Sánchez
En su jura de la Constitución, la Princesa volvió a contagiar la confianza que ya había inspirado en la Fiesta Nacional el pasado 12 de octubre.
1 noviembre, 2023 03:53Leonor, Princesa de Asturias, demostró este martes en la jura de la Constitución que es mucho más que un producto de marketing, aunque como tal sería perfecto.
Su fiesta del 18º cumpleaños, poniéndose "al servicio de España" y jurando "fidelidad a la Constitución" fue un éxito que alimentaron, sin pretenderlo, los que además de ausentarse de la celebración prometieron "trabajar para que nunca sea reina".
La primogénita de los Reyes ya cautivó a una mayoría de españoles con su aplomo en la Fiesta Nacional, el pasado 12 de octubre, cuando se convirtió en la absoluta protagonista de la jornada.
Este martes, la ovación en el Congreso de los Diputados fue la medida del día. Por la protagonista, por el escenario, por el acontecimiento y por su duración.
Los tres minutos y 50 segundos de aplausos a su jura de la Constitución resonaron más si cabe por la ausencia de 54 de los 57 diputados que, en unos días y si nada se tuerce, votarán la reelección del presidente, Pedro Sánchez.
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El boicot de los ausentes limpió de ruido la ceremonia de este 31 de octubre de 2023, día en que se cumplían 45 años desde que las Cortes aprobaron la Carta Magna. Y la Princesa reforzó la continuidad del modelo consensuado aquel 1978, dando argumentos de esperanza a quienes sienten la amenaza de la ofensiva de los aliados de Sánchez.
La sensación de que Leonor puede ser una gran reina, como corrobora el dato de que ya es la figura mejor valorada de la Familia Real, se precibió entre los escaños, se escuchó en los corrillos y se palpó en la calle, donde miles de ciudadanos quisieron mostrar de forma espontánea su cariño a la heredera.
El breve discurso de Leonor reunió la herencia y el futuro, el compromiso ante los ciudadanos y la fidelidad a las leyes, la dedicación y hasta el propósito de enmienda por unos pecados no suyos, sino de otro ausente de los fastos.
El emérito abuelo Juan Carlos ha quedado ya tan fuera de los focos que esa misma ofensiva de la izquierda radical, los nacionalistas y los independentistas también va perdiendo el blanco contra el que disparar.
La izquierda impugnatoria
Pablo Iglesias, que fue el muñidor de la "mayoría de legislatura" con Bildu, ERC, BNG y PNV en el anterior periodo electoral -a la que ahora se unen Junts y sus siete diputados teledirigidos por Carles Puigdemont desde Waterloo-, firmaba este martes un manifiesto "contra la monarquía, una institución obsoleta, una rémora del pasado".
El exvicepresidente y hoy agitador de las redes dirigía un programa especial en su Canal Red de internet llamado "Leonor o Democracia". Y convocaba una manifestación bajo el lema "Felipe VI: 10 años bastan".
El plan es tratar de acumular fuerzas hasta el 16 de junio de 2024, tres días antes de que se cumpla la primera década desde que el Rey fue proclamado, también, en las Cortes: "La Corona protagonizó entonces una ceremonia de coronación inédita, que sirvió para apartar como rey emérito en un retiro dorado a su padre, Juan Carlos I, justo cuando empezaba a conocerse tan solo la punta del iceberg de su carrusel de corrupción".
En la misma línea que su padre político, se pronunció la todavía ministra de Derechos Sociales y secretaria general de Podemos, Ione Belarra.
Ella, junto a Irene Montero y Alberto Garzón, fueron las únicas ausencias del Ejecutivo en los actos solemnes de la jura de Leonor. Aunque equivocaban el argumento, pues tratando de plantar a la Princesa dieron la espalda a la soberanía nacional, representada en las Cortes Generales, ante la que la Corona se "sometía" este martes.
Ése es el sentido del acto, más allá de la pompa y la tradición repetida del que protagonizó Don Felipe hace ahora 37 años, en 1986. Y así lo recordó el Jefe del Estado en su discurso, recogiendo las palabras de Gregorio Peces Barba, en el día en el que él alcanzaba la mayoría de edad:
"[Con este juramento] estáis simbolizando vuestro sometimiento al Derecho, vuestra aceptación del sistema parlamentario representativo que nuestra Constitución establece, vuestro compromiso de servicio a las instituciones y a los ciudadanos y vuestra lealtad al Rey".
Justo lo contrario de "un homenaje a la Corona" o de un mensaje al pueblo de que la Princesa acabará reinando, como alegó Belarra. Aun así, la líder morada también aprovechó una entrevista televisiva para hacer un compromiso solemne: "Nosotros vamos a trabajar para que eso nunca pase".
La "mayoría de legislatura"
A esta ofensiva de lo que fue Unidas Podemos, simbolizada en el boicot de 28 de los 31 diputados de Sumar, coalición que lidera la vicepresidenta en funciones Yolanda Díaz, se unieron el resto de aliados del actual Ejecutivo y los que lo serán del próximo: para empezar, las izquierdas independentistas de ERC, EH Bildu y el BNG, en un comunicado conjunto.
La nota llevaba el título Ni monarquía, ni constitución. Democracia. Libertad. Repúblicas. En ella, explicaban su ausencia de la jura de la Carta Magna por la Heredera porque la monarquía y sus miembros "constituyen uno de los máximos exponentes de la negación de los derechos civiles, políticos y nacionales".
En el texto, las tres formaciones rechazaban participar en un acto que sirva para legitimar la Casa Real y la Constitución y añadían que "ni el Rey ni sus herederas cuentan con la legitimidad de nuestras sociedades". Es más, "no les reconocemos ninguna función política ni institucional".
E incluso, los firmantes recuerdan en el texto el discurso del Rey en el 3 de octubre de 2017, dos días después del referéndum ilegal del 1-O. Según los separatistas catalanes, vascos y gallegos, ese acto demostró que "la imposición y la negación ha sido la única receta dirigida desde esta institución hacia nuestros pueblos".
"La monarquía, independientemente de quien la encabece, representa las élites frente a la mayoría; representa los privilegios frente a los derechos; representa la impunidad frente a la justicia; representa la avaricia frente a la igualdad y representa la imposición frente a la democracia", zanjan.
Tampoco acudieron las derechas periféricas: la nacionalista vasca del PNV permaneció en silencio oficial. Aun así, fuentes de su dirección recordaron que "si el presidente se apoya en todos los nacionalismos del Estado, será por algo, así que ésta debe ser la legislatura de la reforma del modelo de Estado".
Y la independentista catalana no mandó a sus siete diputados, pero sí estuvo presente: no se hablaba de otra cosa en los corrillos previos de los parlamentarios (y casi tampoco después) que de la fotografía del número tres socialista, Santos Cerdán, junto a Carles Puigdemont, de que el PSOE lo llamara president y de la urna del 1-O que sobrevolaba la reunión en Bruselas.
Pero lo multitudinario, lo visible y lo que mandó desde en los medios más refractarios hasta en las redes fue el éxito de la ceremonia en sus objetivos. Y el éxito como icono constitucional de la protagonista.
La Corona es "símbolo de la unidad y de la permanencia de la nación", como reza el artículo 56.1 de la Carta Magna. Y la jura de ese texto por la Heredera quedó coronada por otras palabras de su actual custodio, su padre, el Rey, comprensivas (en todos sus sentidos) para con toda esa diversidad generacional, territorial, política e ideológica, hoy impugnatoria del pacto constitucional:
"Tú formas parte y representas a una nueva generación que, como las que nos han precedido, tendrá sus propios ideales, su modo de ver y entender la vida, su visión del mundo. [...] Conocer cada día más nuestra historia, y valorar la diversidad y riqueza cultural y natural de nuestro país, sin duda, os ayudará en ese empeño. Nuestra obligación es legaros lo mejor de la España que hemos recibido de las generaciones anteriores. Es la España de la libertad, la convivencia y el progreso; pese a las enormes dificultades que hemos atravesado a lo largo de estos 45 años".