Pedro Sánchez lleva desde el 23 de julio esperando a que Yolanda Díaz ponga orden entre los cinco diputados de Podemos, pero no va a dejar que las guerras internas de Sumar le cueste el arranque de la legislatura.
Según indican fuentes socialistas, el presidente estaría dispuesto a negociar con Ione Belarra como si fuese un socio independiente de su grupo parlamentario, algo que de facto ya está ocurriendo.
"Llegado el caso, ya que hablamos con ocho, podemos hablar con nueve", precisan las mismas fuentes del partido. El número hace referencia a las nueve formaciones cuyos votos hacen falta para atar la mayoría en el Congreso: Sumar, ERC, EH Bildu, PNV, BNG, Junts, Coalición Canaria, Compromís (que también ha pedido una negociación bilateral aunque esté dentro de Sumar) y Podemos.
La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, lleva ya varios meses preparando las cuentas de 2024 y, en esa preparación, incluyó partes de la negociación con los socios parlamentarios de la investidura. Según fuentes de Moncloa, en aquellas conversaciones —con todos menos con Podemos y Compromís— se habló de apoyar varios Presupuestos Generales del Estado.
Dicho de otro modo, que siete de "los nueve" socios que votaron sí a la investidura no firmaron sólo un acuerdo para hacer presidente a Pedro Sánchez, sino que se comprometieron a una suerte de pacto de legislatura a falta de detalles concretos. Algunos de esos detalles se plasmarán en las cuentas públicas a lo largo "antes de marzo pero después de diciembre", para no interferir con la Ley de Amnistía.
Precisamente por las condiciones en las que se ha desarrollado la formación de Gobierno, con las exministras Belarra y Montero en pie de guerra contra el PSOE, el acuerdo con Podemos es ahora más necesario que nunca. Los morados dijeron desde el primer momento que investirían a Sánchez "gratis" pero que esa sería su última concesión: a partir de entonces, tendría que ganarse sus votos.
El problema, precisan desde la dirección morada, es que "la humillación ha sido sistemática" tanto por parte del PSOE como de Sumar, con quienes comparten grupo parlamentario. En un principio, Moncloa contempló no negociar con Podemos a menos que abandonasen (o fuesen expulsados) del grupo parlamentario, pero ninguna de las dos parece probable en un futuro cercano y el miedo a perder sus votos es demasiado grande.
Ahora, libres de las ataduras del Consejo de Ministros, Podemos pretende establecer una nueva relación "de tú a tú" con el Ejecutivo como si no formasen parte de la coalición. En un futuro, la estrategia persigue emanciparse políticamente de Yolanda Díaz para competir con su marca, como ya harán en las elecciones gallegas, vascas y europeas el año que viene.
[Sumar ya se prepara para competir con Podemos en las elecciones europeas, gallegas y vascas]
El dilema de la expulsión
La vicepresidenta segunda sabía que una vez pasaran las elecciones sería difícil atar en corto a Podemos y, por ello, una de las primeras cosas de las que se aseguró antes del 23-J fue blindar Sumar a prueba de díscolos, pensando en el futuro, y negociar unos términos muy restrictivos para mantenerlos dentro del grupo parlamentario.
El pacto establece que Podemos recibirá un 23% de las ayudas electorales que acapare la coalición, menos que Sumar pero más que el resto de partidos "menores". Si los diputados abandonaran el grupo parlamentario para ir al Grupo Mixto, como se amenazó en los primeros compases de las elecciones, perderían las jugosas subvenciones.
El dilema al que se puede enfrentar Yolanda Díaz es si le compensa expulsar a Podemos del grupo, algo que no puede hacer hasta que finiquite el reglamento sancionador en el que lleva semanas trabajando y que, seguramente, penalizará con multas a quien rompa la disciplina de voto. La cuestión es que, con las elecciones a la vista, el pulso entre morados y magentas tiene más que ver con ganar el relato que los recursos económicos.
La coalición que lidera Yolanda Díaz se encuentra ultimando el reglamento interno de funcionamiento de ese grupo parlamentario, y fuentes de Sumar explican que, como es habitual, ese reglamento incluirá un mecanismo sancionador para los diputados que incumplan la disciplina de voto fijada por la coalición. Esa decisión, no obstante, choca con la estrategia de Podemos, cuya intención es negociar de manera independiente a Sumar los apoyos de sus cinco diputados a cada iniciativa, lo cual implica la posibilidad de votar en contra de las directrices de Díaz cuando los morados así lo estimen oportuno.