Iván Muñoz P.L.V.

Alberto Núñez Feijóo programó su ya tradicional paseíllo navideño con Isabel Díaz Ayuso por la Plaza Mayor para este domingo. A poco menos de un mes de la Nochebuena. Tras estar una hora saludando y fotografiándose con los viandantes, el líder del Partido Popular dijo: "Los políticos tenemos la obligación de estar en la calle y escuchar a la gente".

A esa misma hora, su rival, el presidente del Gobierno, se resguardaba en Ifema con miles de fieles, en su primer acto público tras la investidura. Sánchez pretendía enterrar la percepción de rechazo social a su figura tras los pactos sellados con el independentismo para seguir en el poder. Según el PSOE, acudieron hasta diez mil personas a un mitin que, eso sí, fue en un auditorio cerrado, en el que se revisó la identidad de cada asistente. 

El contraste entre ambos fue palmario, como premeditó un jefe de la oposición que sigue buscando el apoyo de la calle después de perder la Moncloa por un puñado de votos. En definitiva, Feijóo quiere evidenciar que Sánchez podrá tener la potestas que le brinda Gobierno, pero que él tiene la auctoritas del pueblo llano. En los últimos meses, no ha dejado de promover actos públicos, para jactarse de que él puede mezclarse entre la gente. 

Zapatero en el acto del PSOE en Madrid

A esto se suma que, desde que Sánchez inició la negociación con Puigdemont para la amnistía a los responsables del procés, las protestas sociales han ido incrementando de forma ostensible. Lo que empezó a finales de septiembre con una primera movilización del PP en Madrid que congregó a casi cien mil personas, se ha terminado convirtiendo en una manifestación casi perenne con cientos de miles de asistentes en cada convocatoria. 

Ayer Sánchez quiso avisar de que, al otro lado del muro que levantó con su discurso de investidura, hay gente. Mucha gente. En un acto que llevaba por título "Cuatro años más de progreso, España Avanza", el presidente del Gobierno participó en su primer gran mitin de la legislatura. Muchos de los afiliados y simpatizantes acudieron con sus mejores galas. Uno de ellos aseguraba que llevaba su "jersey rojo de las votaciones". 

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La tónica de la mañana fue la de muchas banderas rojas del PSOE, también de España e, incluso, alguna que otra bandera de la Unión Europea "que para eso un Gobierno socialista tiene la presidencia de turno del Consejo". El baño de masas socialista que quería darse Sánchez funcionó. Pero eso sí, sólo con socialistas. 

El PSOE quiso exhibir una fortaleza con un acto muy medido, que se lleva semanas organizándose, para el que se contrataron doscientos autobuses que transportaron a los miles  de simpatizantes procedentes de toda España. 

"Keep calm and carry on"

En su discurso, Sánchez transmitió a la militancia que es hora de seguir adelante, retomando el lema inglés de la Segunda Guerra Mundial: "Keep calm and carry on". "Viene a significar 'ante todo, mucha calma y seguir hacia adelante'", explicó el líder del Ejecutivo, que señaló que será la forma de los socialistas de responder "a la bronca, el ruido, a la polarización en la que está la ultraderecha".

Sánchez realizó un repaso a todos los logros conseguidos por su Gobierno a lo largo de la pasada legislatura, y defendió que seguirá el mismo camino en los próximos cuatro años. Sólo en un aspecto aludió a los pactos de partidos que le brindan una nueva legislatura cuando señaló que la amnistía a los responsables del procés va a beneficiar "incluso a quienes se movilizan en contra, porque van a vivir en un país más cohesionado, con más convivencia y más unido que nunca".

Además, Sánchez también hizo referencia a otros asuntos de actualidad, como la crisis diplomática con Israel, que comenzó el pasado viernes. Según defendió, "condenar los atentados de una banda terrorista como Hamás y al mismo tiempo la matanza indiscriminada de civiles en Gaza no es una cuestión de partidos ni ideología, es una cuestión de humanidad". "No voy a pedir a la oposición que esté con el Gobierno, pero sí le voy a exigir que esté con los derechos humanos", reprochó el presidente a Feijóo y Abascal.

En esta línea más vinculada a la política exterior, Sánchez recalcó que "el mundo no va bien". "Estamos ante una disyuntiva: o afrontar esas transformaciones que tenemos por delante (transformación digital, ecológica, la desigualdad entre países y dentro de los países) desde una perspectiva socialdemócrata de inclusión social o nos echamos en manos de personas que ellos consideran que el pasado es glorioso pero que es tremendamente falso por injusto".

En ese sentido, confrontó su plan con el de las derechas: "Nosotros sí tenemos un proyecto para España. Derecha y ultraderecha sólo tienen un insulto para la mitad de España. Nosotros tenemos proyectos que miran hacia adelante, que avanzan, y ellos, proyectos de involución". 

El secretario general del PSOE ensalzó el papel de su partido durante sus 144 años de historia, siguiendo la línea que había hecho anteriormente el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. "Somos una generación más en una larga historia y hemos abanderado siempre las causas del socialismo", sentenció antes de añadir que las derechas "atacan y asedian las casas del pueblo porque son espacios democráticos de deliberación donde han surgido las principales conquistas sociales".