Pedro Sánchez trató de obviar el asunto de la amnistía en su discurso ante el Parlamento Europeo. Pero tras las respuestas de los eurodiputados entró a fondo en defenderla. Tanto que su réplica acabó en una bronca muy agria con Manfred Weber, líder del Partido Popular Europeo (EPP). El presidente español le recordó que el socio del PP en España es Vox, y que eso es tanto como que él se aliara con "los que defienden devolver a las calles de Berlín los nombres de los líderes del III Reich en Alemania".
El político bávaro, abrió tanto los ojos ante esa mención, sin nombrarlo, a Adolf Hitler, que le hizo un gesto, desde su escaño, como de darle puerta al jefe del Gobierno español.
Tras despedirse de la Eurocámara, con Sánchez sonriendo satisfecho y dándole la espalda, Weber pidió la palabra, por alusiones: "Tras casi cinco minutos del presidente español atacándome", dijo, "le recuerdo, señor Sánchez, que en mi país los socialdemócratas y los democristianos nos sentamos para llegar a acuerdos, y que usted rechazó eso y prefirió a los extremistas".
Mientras Sánchez abandonaba el hemiciclo, camino del Consejo Eueopeo en Bruselas, la bancada ultraconservadora de los miembros de ECR (Vox) y ID (Lega) lo abucheaba. Fuentes europarlamentarias decían no recordar ambientes tan crispados "salvo cuando han venido aquí líderes divisivos como Viktor Orbán".
Comisiones de investigación
Sánchez había querido obviar el tema seguramente, por intentar que todo el debate se centrara en el balance de su presidencia de turno del Consejo. Y más probablemente, porque sabía que eso sería imposible, dado que la mayoría de la Eurocámara ya sabía que en esta cita no se hablaría de sus logros, sino de sus rémoras: los pactos con el independentismo para mantenerse en la Moncloa.
Es decir, no sólo la amnistía, sino esas comisiones del lawfare que se aprobaron en la misma noche de la víspera en el Congreso de los Diputados, con la mano derecha de Carles Puigdemont, la portavoz de Junts, Míriam Nogueras, señalando a qué jueces habría que "cesar y llevar a juicio" por imputar, procesar y condenar a los líderes del procés.
Y eso le afeó presidente del Partido Popular Europeo (EPP), Manfred Weber. "En sus pactos de gobierno, usted ha aceptado la creación de comisiones especiales en el Congreso español para fiscalizar la actuación de los jueces", apuntó, como hace tres semanas en el debate monográfico sobre la Amenaza al Estado de derecho en España, celebrado también en Estrasburgo.
[Puigdemont advierte a Sánchez de "consecuencias nunca agradables" si no "cumple las promesas"]
"Ayer mismo", siguió Weber, "el Parlamento español aprobó la creación de estos comités especiales. Y en el debate, la portavoz de Puigdemont en el Congreso, señaló con nombres y apellidos a algunos de estos magistrados. ¿Está usted de acuerdo con esto? ¿Lo va a aceptar?", le preguntó retóricamente el político bávaro a Sánchez, sentado junto a José Manuel Albares, a la izquierda de los oradores. "Porque si es así, el Parlamento Europeo abrirá una comisión de investigación sobre el Estado de derecho en España", advirtió.
Pedro Sánchez había tratado de vender sus logros, pero en realidad, éstos son pocos. Su presidencia de turno se ha diluido por "el largo periodo electoral en España".
Y él mismo admitió, al inicio de su intervención, lo "extraño" de su llegada, tan tarde, al final del semestre. "Pero la espera ha merecido la pena", proclamó. "Porque en este tiempo, los españoles decidieron entre la ola reaccionaria y una coalición progresista para que Europa y España siguieran avanzando", y finalmente, el 23-J, "ganaron las opciones europeístas frente a la ultraderecha".
Pedro Sánchez trataba de presentarse, así, como "un aliado de la UE para los próximos cuatro años". Y además, de sembrar el marco dialécticco con el que respondería en su réplica: la amnistía es buena... y sirve, además, para defender los valores europeos.
Y es que era evidente que le habría sido imposible mantener el debate en los términos de la UE, exclusivamente.
Tan evidente fue, que ni siquiera Ursula von der Leyen, que le siguió en la tribuna de Estrasburgo, hizo siquiera una leve referencia a los seis meses de presidencia española: habló de Oriente Próximo, de la energía y de la inmigración... precisamente, el expediente más difícil y por el que más había apostado Sánchez, de la mano de Juan Fernando López Aguilar. Y que sólo un milagro haría que se aprobara antes de pasarle el testigo a la presidencia belga.
El único asunto de peso que se ha sacado adelante en esta segunda mitad de 2023 es el de la regulación de la Inteligencia Artificial: todo lo demás, el pacto migratorio, las reglas fiscales, la reforma del mercado eléctrico... todo ha sufrido la parálisis política de España.
"Pero el pasado 16 de noviembre logramos conformar un nuevo Gobierno", se defendió el presidente español, "que se compromete a seguir trabajando por Europa y su avance frente a la ultraderecha antieuropeísta".
[El presidente del Supremo rechaza recibir a Félix Bolaños tras los ataques de Junts a los jueces]
El término ultraderecha no se bajó de su boca. Lo citó Sánchez hasta cinco veces: una en la introducción y en otras cuatro ocasiones, tantas como en las que dividió los apartados de su intervención. Incluso citó a su abuelo y a su padre como "unos de los dos millones de españoles, víctimas del franquismo, que tuvieron que migrar a Europa a buscar las libertades y las oportunidades" que la dictadura en España no ofrecía.
Lo mismo ocurrió con el discurso de Iratxe García. La líder de los socialistas europeos contribuyó a eso de "españolizar el debate europeo", que denuncia Puigdemont. Y lo hizo en un discurso que enfrentaba a la "patria", la de los principios y valores españoles y europeos, con los "reaccionarios de la derecha y la extrema derecha".
Ella tampoco citó la amnistía, ni a Puigdemont, ni a Oriol Junqueras, ni el 1-O, ni la pacificación de Cataluña... sólo el "freno europeísta a quienes nos quieren hacer retroceder en las conquistas sociales y acabar con el proyecto de convivencia europeo".
En el debate, Weber le había dejado claro al presidente español claro que "aunque no estamos contentos políticamente, le respetamos". Si bien le apuntó que "la UE debe construirse desde los partidos centrados, EPP y S&D deben ser las dos piernas para que la Unión se mantenga en pie... junto a Verdes y Liberales". Por eso, le recordó que "Alberto Núñez Feijóo le ofreció esto, pero usted prefirió pactar con extremistas e independentistas".
El mismo argumento que, después, le serviría para rechazar las sugerencias nazis del presidente español.
De hecho, para cerrar su intervención "en clave europea", Weber le había puesto un ejemplo a Sánchez: "Usted mañana, en Bruselas, saludará a Donald Tusk, nuevo primer ministro polaco, que traerá de nuevo el Estado de derecho a Polonia tras muchos años de extremismo de derechas. Eso es el EPP, y del mismo modo que estamos devolviendo el Estado de derecho a Polonia, lo devolveremos a España después de usted".
Un debate retrasado
Pasadas las 9.30 de la mañana, el presidente del Gobierno había entrado, por fin, en el Parlamento Europeo... seis meses después de lo previsto. Se le esperaba el pasado mes de junio, para presentar las prioridades de la presidencia de turno española del Consejo. Pero con el adelanto de las generales al 23-J, él mismo se encargó de diluir la golden presidency, es decir, la última presidencia completa antes de las elecciones europeas del próximo mes de junio.
Este miércoles 13 de diciembre, finalmente, se presentó para dar cuenta del trabajo español al frente de las instituciones estos seis meses finales de 2023.
Pero entre que el balance político al final es flojo y que la mayoría de la Eurocámara lo recibía de uñas, el debate se centró, en realidad, en otras cosas: su ley de amnistía "a cambio de los votos" -como denunció el portugués Paulo Rangel- que necesitaba para permanecer en el poder y la amenaza para el Estado de derecho en la UE que representan las concesiones hechas por el PSOE a Junts y ERC en sus acuerdos políticos.
En una cosa tiene razón Puigdemont: en eso de la "españolización del debate político europeo". El expresident fugado atribuye a esa circunstancia la renuncia del Gobierno a seguir impulsando la oficialidad del catalán en la UE. Un "incumplimiento" del PSOE que las fuentes de Junts tratan de echar en el saco de las "responsabilidades del PP, manipulando a la Unión en su conveniencia".
Eso sí, luego en su breve discurso, Puigdemont le recordó que hablaba "en su lengua materna", el castellano, "y no en la mía", el catalán. Era su modo de afearle la renuncia de Albares a someter a votación la oficialidad del catalán. "La europa de los ciudadanos deja de serlo si no se les escucha, y hoy mi libertad de expresión vale menos que la suya, señor Sánchez. Las oportunidades hay que aprovecharlas, o si no habrá consecuencias nunca agradables".
Esa "españolización" es más una "preocupación" de la mayoría de la Eurocámara: con los populares del EPP a la cabeza, de la mano de los liberales de Renew (Ciudadanos), los conservadores del ECR (Vox)... y una parte no pequeña de los propios socialistas de S&D, cuya líder es la dirigente del PSOE Iratxe García.
La eurodiputada socialista española que los convenció de que había que votar a favor de levantar la inmunidad a Puigdemont y el resto de parlamentarios independentistas implicados en las causas del 1-O, ha sido muy cuestionada durante toda la legislatura.
No por ello, sino por su "deficiente" gestión, que los ha llevado "a la irrelevancia en los órganos de dirección del Parlamento Europeo", según las fuentes consultadas. Pero ahora, alemanes e italianos sobre todo, se sienten engañados tras verla negociar en el despacho de Puigdemont, precisamente, bajo la enorme foto de la urna del referéndum ilegal.
"¿Qué está pasando en España?", se preguntan muchos. Y los eurodiputados que durante estos cinco años explicaban que nuestro país es "una democracia plena" y que el independentismo lo que hizo en 2017 fue lo más parecido a "un golpe a la Constitución", tratan de explicarlo.
"Lo que pasa en España es que tenemos un presidente sin escrúpulos, que miente por permanecer en el poder y ataca la igualdad ante la ley, la separación de poderes y los principios y valores de la UE porque ése es el precio que le piden sus socios para apoyarle", explica Dolors Montserrat, líder de los populares españoles en Estrasburgo.
La exministra y hoy vicepresidenta de los populares en la Eurocámara, le habló a Sánchez "como catalana española, y con la mano en el corazón". Y le prometió en un tono elevadísimo que "no" cejará en su empeño, que "no" callará ni ella ni el EPP "en defensa de la democracia y del Estado de derecho en España".
Montserrat casi gritó "no a la amnistía, que es un golpe a la democracia; no a lo que usted negó en campaña, y que ahora crea españoles de segunda; no a lo que es intolerable, según Felipe González, el presidente de su partido que metió a España en la UE; no a amenazar a los jueces y a las comisiones del lawfare; no a la infamia suprema de llevar la soberanía española a una mesa clandestina fuera de la UE y con mediadores internacionales entre el Gobierno y unos prófugos de la Justicia".
El debate fue muy rico, lleno de intervenciones. Aunque si la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, se reía hace unas semanas de que al monográfico sobre la amnistía en Estrasburgo habían ido "tres y el de la guitarra", tampoco éste atrajo mucho quorum en el hemiciclo. "Estas ocasiones suelen quedarse en que los eurodiputados nacionales se pelean con sus primeros miniastros", recordó Marco Campomenosi, un italiano de la Lega...
Pero podría haber sido menos interesante... si las denuncias internas en la Eurocámara de que la socialista García había tratado de cambiar las reglas del debate hubiesen germinado. Eurodiputados españoles dijeron que la dirigente del PSOE pretendía reducir los turnos de intervenciones, tras el discurso de Sánchez, dejándolos en uno solo por grupo político. Y que su objetivo era evitar una posible rebelión interna en los socialistas... que no hubiera ni matices, porque sería ella la única de S&D en hablar.
Fuentes europarlamentarias del grupo niegan esta acusación, en conversación con este periódico. Y prueba de ello es que hasta Puigdemont tomó la palabra en el hemiciclo de Estrasburgo.