¡Berlanga vive! La sesión más surrealista del Congreso que ni siquiera tuvo lugar en el Congreso
Fallos informáticos, trenes perdidos y diputadas en apuros. Nunca salió nada bueno del Senado.
11 enero, 2024 02:56El Senado es un lugar peligroso para sus señorías. Las confunde. Es algo que quedó claro desde primera hora de la mañana, cuando se avistó al primer grupo de diputados extraviados deambulando por los pasillos de la Cámara Alta en busca de una cafetería que no estaba abierta y de unos camareros que no están acostumbrados a ver a nadie. Nunca. Desde ese momento todo fue cuesta abajo y sin frenos hasta derivar en uno de los Plenos más surrealistas de los que se tienen constancia. Esto no es el Congreso, señores.
De hecho, lo más anodino del asunto es el motivo por el que 350 diputados y 3.500 periodistas se encontraban en el Senado y no en el Congreso: había obras. Sólo ha pasado tres veces en la historia de la democracia y cualquier veterano les puede garantizar que el cambio de aires y el cándido "buenos díasssss" de Míriam Nogueras fueron lo más normal del día. Imagínense.
Al igual que el Senado confunde las mentes de los diputados, el castellano enturbia las de Junts per Catalunya. Es evidente que los independentistas no se entendieron entre ellos, porque lo que el lunes era "un no como una casa de payés" terminó convirtiéndose en un encaje de bolaños en el que Nogueras era capaz de negar por la mañana en catalán y abstenerse por la tarde en perfecto castellano.
Entremedias, por cierto, el partido ya había transmitido a sus medios de confianza que sus diputados tumbarían los macrodecretos de Pedro Sánchez. Alguno incluso lo publicó antes de tiempo (a las 15.00 horas) a pesar de que no votaron hasta media hora después debido a un fallo del sistema informático. Poesía. Literalmente, el Senado sufrió una sobrecarga por un exceso de trabajo al que no estaba acostumbrado. Ni Berlanga lo hubiera escrito mejor.
El caso es que los siete parlamentarios de Junts se enteraron por su prensa de qué habían votado antes de apretar un solo botón. El PSOE se puso nervioso, Sumar y Podemos siempre lo están, todo resultó ser mentira y el fallo informático estuvo a punto de quedar en una feliz anécdota.
A no ser que (no podía faltar) un diputado se equivocase al votar. Gerardo Pisarello, de Sumar, heredó el espíritu de todos los Rufinos, Pujoles y Caseros de la democracia y se olvidó de registrar varias de las iniciativas, provocando un curioso empate entre bloques y obligando a repetir todo el proceso. Si se escucha con atención, por los pasillos del Senado todavía se puede oír el murmullo de todos los AVE que se perdieron esa tarde.
El caso es todavía más curioso si se tiene en cuenta que Pisarello es vicepresidente de la Mesa del Congreso. Dicho de otro modo. Es el hombre encargado de que las votaciones salgan bien.
El desliz de su señoría desembocó, a su vez, en una serie de catastróficas desdichas para todos los demás. Viendo que era posible ganar al Gobierno en su propio terreno, PP y Vox pidieron que esa segunda votación se hiciera por llamamiento, lo cual es mucho más lento pero obliga a los diputados a estar presentes durante el Pleno.
¿Y quién era el único diputado que no estaba presente en ese momento? Pedro Sánchez, quien llegó al Senado a velocidad de Falcon con el tiempo justo para decir "hola", "sí", aplaudirse y marcharse. El caos en esos momentos era tal que Yolanda Díaz ni siquiera se enteró de que la llamaban para votar. ¡Ay, Carmela!
Quien sí se enteró fue otra diputada del bloque progresista que, aprovechando el receso, se escabulló a una de las terrazas de la Cámara Alta para fumar un cigarrillo, lo único rápido de todo el día. Con tan mala suerte que quedó encerrada en el patio. Este periodista la vio aporrear las ventanas justo a tiempo para rescatarla y salvar el decreto anticrisis en el último momento.
De nada. O lo siento. Disfruten lo votado.