Suelen mirar con nostalgia cómo cae el agua del grifo. Lo impactante ha sido que esta noche lo han hecho todos juntos. Mientras Sánchez deja que se extravíen, en caudalosa corriente, los instrumentos que tiene el Estado para defenderse del independentismo catalán, se reunían en el auditorio del CaixaForum magistrados del Supremo, del Tribunal Constitucional y exministros de todos los partidos para escuchar lo que Felipe González tenía que decirles. Convocaba la fundación Gregorio Peces-Barba.
Ya corrieron por la tubería hace tiempo el delito de sedición o la malversación tal y como estaba concebida. Justo cuando iba a empezar a hablar González trascendían las enmiendas que proponen Esquerra y Puigdemont a una ley que ellos mismos han escrito junto al PSOE.
En el bloque de las negritas estaban todos los que algún día han aparecido en los periódicos enfrentando el procés. Algunos con la toga, otros con la palabra. Seguro que les suenan: Carlos Lesmes, Pablo Llarena, Carmen Lamela, Pérez de los Cobos, Manuel Aragón, Virgilio Zapatero, Rodríguez Ibarra, Rafael Arias Salgado...
Hablaban los congregados muy alto, pero hacían el mismo ruido que el agua que sale del grifo. Imperceptible a los oídos de quien quieren que les escuche: el presidente del Gobierno. Cuando ha llegado González, ha sido envuelto por una nube de periodistas. Ha dicho: "Ahora me oirán".
Y esto ha sido lo que hemos oído.
Le acompañaba en el escenario otro disidente, Eduardo Madina, que perdió las primarias con Sánchez. Era el encargado de dar cuerda a Felipe, aunque no necesite demasiada. Se le veía con ganas. Llegaba lento, cada vez anda más lento, pero con el fuego en los ojos del expolítico que, por un momento, va a volver a hacer política.
¡Quién hubiera dicho hace cuarenta años que Felipe González sería un disidente del PSOE!
Lo primero que ha hecho Felipe ha sido defender el discurso que dio en Nochebuena el otro Felipe, el Rey. Ha ironizado sobre la "avalancha de críticas" contra una alocución que consideró "impecable": "No sobró nada. En todo caso faltó una mención de los ataques a la independencia del poder judicial, pero no sobró nada en absoluto".
Ya entrando en la aritmética del Congreso, en ese inexplicable poder conferido por Sánchez a Puigdemont, ha resumido: "Los ataques a la Constitución son despiadados e irracionales (...) El problema no es de esos pocos que quieren deshacer el sistema, sino de los que ceden a los chantajes".
González ha descrito las últimas negociaciones del Gobierno y sus socios como un "espectáculo": "Una amnistía hecha por los propios amnistiados. Es una cosa un poco rara, ¿no? Es una autoamnistía, no una amnistía. No me parece aceptable".
Todavía más duro que en otras ocasiones, ha añadido: "Yo no me he salido de las posiciones del partido. Me llaman dinosaurio y tienen razón, pero eso me permite decir que, cuando hablo del futuro, no hablo del mío".
Una de las frases que más impacto ha cosechado ha sido esta: estaba Felipe relatando su opinión sobre la amnistía y, de pronto, ha dicho... "¿Estoy en la misma posición que la derecha? ¡Me da igual! Pero, ¿de qué derecha? No estoy en la misma posición que esa derecha incapaz de renovar el poder judicial".
En resumidas cuentas, a Felipe la amnistía le parece "intolerable": "Lo digo como miembro de un partido que construyó la Constitución". Después, ha echado un capote a los magistrados de la primera fila: "El ataque desde la tribuna del Congreso contra jueces y fiscales fue insolente. No les han dejado vivir, los han acosado". Se refería a Miriam Nogueras, la diputada de Junts.
Ya sobre la prensa del día, sobre las enmiendas recién presentadas por los independentistas, ha opinado: "Quieren corregir la ley para que no se escape nada. Yo estoy en la misma posición que mi partido el pasado 23 de julio. Si cambia mi partido, yo no estoy obligado a cambiar. Me acompañan las mismas razones y con más abrigo. Lo digo como miembro de un partido que construyó la Constitución".
Es llamativo –ha contado– lo que les ha pasado a los socialistas de su generación. Cuando se aprobó la Constitución, al no ser un texto que obliga la militancia, los dirigentes del PSOE no hacían propaganda constitucional. En España, es legal ser independentista, lo ilegal es dar un golpe.
Ahora, González ha llamado a hacer esa propaganda –no ha utilizado esa palabra– para devolver la "salud constitucional" a España –por utilizar la expresión de Madina–. "Hoy es necesario hacer una defensa. Me asombra cuando miembros de mi partido cuestionan nuestro vínculo con la Constitución", ha apostillado Felipe.
¿Cuál es, entonces, la solución? Palabra de Felipe: "Ahora hay dos fuerzas mayoritarias. PP y PSOE suman los 210 diputados que se necesitan para hacer las reformas imprescindibles. O aceptan que están condenadas a entenderse o siguen enfrentándose creando muros y divisiones ficticias".
El expresidente del Gobierno, no obstante, ha lanzado también varios dardos a Feijóo –sin citarlo– por su negativa a una negociación con el PSOE para la justicia: "No podemos seguir con esta broma de no renovar el CGPJ".
El acto ha concluido con una gran ovación. El público en pie, entregado. Incómoda, muy cerca del escenario, Francina Armengol, la presidenta del Congreso... que habrá tomado nota para contárselo a Sánchez.