Javier de Andrés, un desconocido para el gran público nacional, acude a las elecciones vascas con "unas perspectivas bastante buenas para el Partido Popular", según su entorno. Después de muchos años, los trackings que maneja la dirección popular le permiten mirar cara a cara al PSE: saben que mejorarán resultados, desde los seis escaños que alcanzaron en 2020, y aspiran a ocho diputados. Mientras, vaticinan otro traspié para los socialistas: "Según están las cosas, no llegarán a 10 escaños, como en Galicia".
No parece haber opción de sorpasso, al menos en esta convocatoria. Pero la tendencia -de eso están convencidos los dirigentes del PP vasco consultados por este diario- es imparable. "El PSOE se desinfla en todas las plazas en las que su mensaje de partido constitucionalista ya no es defendible", explica un viejo dirigente popular vasco. "Puestos a votar a una izquierda de terruño, los electores siempre acaban yendo al original".
Por eso, el mensaje de fondo que mandará De Andrés desde la precampaña que ya ha comenzado es el de que "todo lo que no sea PP es Bildu". Emitirlo así, en negativo, parecería contraproducente. Pero tiene la lógica de que en el País Vasco la formación popular no aspira en ningún caso a ganar. Pero, ¿por qué no? Tal vez sí, a gobernar.
¿Ser decisivos?
Las cuentas para que el PP sea decisivo son complicadas. Y pasarían por que el PNV sacara mejor resultado del que le auguran los actuales sondeos. En la actualidad, los nacionalistas vascos están en 31 asientos, pero llegan a la contienda electoral bailando entre los 27 y los 28. El PP, por su parte, está estabilizado en los siete, y mirando al octavo diputado con posibilidades.
"La mayoría absoluta está en 38 escaños, cosas más raras se han visto", comenta el antiguo dirigente ya citado.
En todo caso, lo raro sería que Imanol Pradales, el candidato designado por el PNV para sustituir a Iñigo Urkullu, se estrenara dando ese volantazo a la derecha españolista. Lo natural sería seguir de la mano del PSE, con cuya matriz, el PSOE de Pedro Sánchez mantiene un pacto de legislatura en Madrid.
Eso lo sabe De Andrés, pero la clave que se le ha transmitido desde Génova es que si eso se logra, ambas partes saldrían ganando. La posición de Alberto Núñez Feijóo se fortalecería en el Congreso... precisamente porque un cambio de bando del PNV sería una amenaza creíble, en ambas plazas, para los socialistas.
El lehendakari saliente ha gobernado los últimos 12 años: moderó el partido en sus formas y sanó definitivamente las heridas del plan Ibarretxe, pero sale en un momento en el que las posiciones se radicalizan. Hasta las suyas lo han hecho, con un nuevo plan Urkullu ante el avance de la izquierda independentista de Bildu, que amenaza, incluso, con ser la fuerza más votada, subiendo desde los 21 hasta, posiblemente, los 28 escaños.
Doble penitencia socialista
En ese contexto, el tercero en discordia será el tambaleante PSE de Eneko Andueza. El líder socialista vasco ha tenido que prometer públicamente que "con los votos del PSE no habrá un lehendakari de Bildu". Porque lo cierto es que llegó al cargo hace poco más de dos años -en octubre de 2021- con un mensaje contrario.
Andueza siempre ha sido partidario de "normalizar" a la formación heredera de Batasuna, y aplaudió los pactos de los socialistas navarros con Bildu. Ahora, el retroceso del PSOE en demasiadas plazas autonómicas, fagocitado por sus socios nacionalistas en el Congreso, le obliga a cambiar de táctica.
El PNV ha sufrido el desgaste de que Sánchez haya privilegiado a Bildu en Madrid como socio prioritario. Pero en ese pecado está llevando una doble penitencia. La electoral, con una caída hasta resultados que hasta hace poco se permitía de calificar de "irrelevancia", cuando los cosechaba el PP. Y también la política, ya que los peneuvistas, incluso, podrían optar por un frente nacionalista de la mano de Bildu.
La propuesta, lanzada desde el bando abertzale, ya está sobre la mesa. Y aunque es un escenario poco probable, "no se puede descartar nada", según la dirección del PP vasco. De hecho, es posible que el PNV, ni sumando con el PSE, llegue a la mayoría necesaria y necesite un apoyo del PP, activo o pasivo. Es decir, con una abstención condicionada.
"Hasta el moderado Urkullu se descolgó hace poco con una propuesta de 'reinterpretación constitucional' para hacer de España una confederación por la vía de los hechos. ¿Quién te dice que las exigencias nacionalistas de 'reformar el modelo de Estado' no pasan por armar una mayoría soberanista de 55-60 escaños aquí con la que seguir extorsionando a Sánchez?".
Votos de PNV y PSE
De hecho, el reto del PP es evitar ese escenario, y de ahí que la precampaña popular haya olvidado, al menos de momento, los mensajes que lanzó Feijóo en su debate de investidura. Entonces, el líder gallego de los populares advirtió a los peneuvistas de que juegan en el mismo terreno ideológico, y que si seguían patrocinando las políticas de Bildu, de Sumar y de Sánchez, "muchos votantes no lo entenderán".
De Andrés cree saber cómo pescar votos en los caladeros peneuvistas y socialistas. Intentará huir de un debate electoral que se centre en los ejes PNV-Bildu o nacionalismo-españolismo. El primero, porque cree que le desviaría voto útil de centro derecha hacia los nacionalistas, para parar a los independentistas. Y el segundo, porque cree que está superado, con un PSOE tan debilitado, y esa base electoral se está decantando.
"De ahí que subamos, de manera lenta pero constante", explica el entorno del candidato popular, haciendo el gesto de la ola -aquella que Génova vaticinaba como "imparable", pero luego se topó con "el muro" de Sánchez en julio pasado-. El PP, de aquí al 21 de abril, se dedicará a exponer un programa básico de reformismo liberal "para que se vea si el PNV lo quiere, o prefiere seguir con el 'sanchismo' y el identitarismo".
Y después de las elecciones, si se cumplen sus mejores vaticinios, también.