1. No hay manta... de momento
Investigados por corrupción, hombres señalados por ella, objetivos de la pena del telediario... Todos utilizan la misma frase cuando conceden una entrevista: "No hay manta de la que tirar". Es un coitus interruptus, una putada para el periodista. Porque traslada la sensación, muy pronto, de que no tiene nada que contar.
Ábalos se lo dijo a Alsina y Koldo se lo ha dicho a OkDiario en el día de su reaparición: "No hay ninguna manta de la que tirar". Es una frase obligada, una manta con la que se tapa otra manta. Si Koldo hubiese hablado del edredón de invierno que se trajo de Pamplona, habría confesado un delito. O como mínimo, una complicidad.
Cuando alguien tira de la manta, es porque sabe qué hay debajo de ella. Podemos tomar como referencia el caso Luis Bárcenas. Tiró de la manta en la prensa, pero cuando vio que Rajoy, contra pronóstico, sobrevivía al tirón, calló. Después, cuando se veía abandonado y despreciado por los suyos, amagaba con dar más pases de verónica que José Tomás.
Eso ocurre con Koldo. No habrá manta hasta que tenga frío y llegue el próximo invierno. Koldo García Izaguirre, nacido en Baracaldo pero hecho feliz en Pamplona, sabe cómo se baila la diana sanferminera: "Quinto, levanta, tira de la manta. Quinto, levanta, tira del mantón". Ya falta menos para el 7 de julio.
2. La verdad no existe
Koldo le ha dicho al periodista Joan Guirado que no ha cometido ningún delito... que él sepa. Es tremendamente importante la coletilla empleada por el asesor de Ábalos cada vez que sobrevolaba la sombra de los hechos que se le imputan.
"No he hecho absolutamente nada malo... de lo que yo tenga conocimiento". ¿Qué ocurre cuando alguien comete un delito sin que, presuntamente, sepa que es un delito? Esa suele ser la coartada de los políticos condenados: no sabían lo que hacían. Koldo no es un político, pero habla como uno de ellos. Incluso utiliza ese soniquete tan aprendido por los dirigentes de PP y PSOE.
Koldo es un aizkolari valiente. No vean un gramo de ironía en el adjetivo. Tanto que ha dicho: "Lo tendrá que decidir la justicia". Otra manera de explicar que la corrupción no existe, que si aparece en una condena es porque la ha visto un juez. Todo es relativo, todo depende del ángulo desde el que se miren las cosas.
Por elegir sólo un ejemplo entre el sinfín de apariciones estos días en los medios: el cuaderno que le encontraron en el registro con las anotaciones del dinero que recibía en efectivo de la trama. Pues depende. Tendrá que decidir el juez si eso es un indicio de corrupción o un ejercicio de caligrafía.
Koldo, como en la canción de Sabina, parecía entonar: "Lo niego todo, aquellos polvos y estos lodos. Lo niego todo... incluso la verdad". Sabe que su situación procesal es muy difícil. Por eso ha escogido esta coletilla para terminar: "Si me he equivocado, tendré que asumir mis errores".
3. El patrimonio
El periodista le ha preguntado, no podía ser de otra manera, por su asombroso incremento patrimonial. La pasta, las propiedades a nombre de su familia y los etcéteras. Porque Koldo acertó afiliándose a un partido verdaderamente progresista. En un pestañeo, pasó de portero del Rosalex a consejero de Renfe. Llegó a cobrar en un año, sumando nómina y pensión, más dinero que el presidente del Gobierno.
"No es cierto, lo justificaré", ha dicho. Si lo hace –protejamos la presunción de inocencia– habrá superado con creces a Houdini, Copperfield y a los mejores de la estirpe de los magos. De vigilante en El Sadar y portero en El Subsuelo, a clase media alta. "Soy un trabajador normal y corriente". Koldo dixit. Carmen Calvo: "Ni Dixie ni Pixi".
4. A muerte con Ábalos
Una de las cuestiones más interesantes de la entrevista es la comprobación de que Koldo sigue a muerte con Ábalos. Y al revés. El exministro ha dicho estos días que se siente muy defraudado con el que fue su asesor. Pero hasta ahí. No ha querido hacer sangre.
Ese gesto se ha visto correspondido por Koldo en su reaparición con frases como "se está siendo injusto y cruel con Ábalos; lo ha dado todo por España". De lo que podemos deducir que ambos van de la mano en la defensa. Uno ante los tribunales y el otro ante los medios.
Es palpable el pacto de no agresión. Ábalos no está imputado. Y parece que Koldo mantiene su lealtad en caso de que hubiera algo imputable. Eso sólo puede entenderse dando por hecho que el exministro no va a contribuir a la caza koldística.
Hay un partido entre dos rivales. A un lado, Koldo y Ábalos. Al otro, el PSOE. Si alguno de los dos cae –el exministro o su asesor– puede intuirse sin ser Einstein que Santos Cerdán y su entorno comenzarán a experimentar ciertos temblores.
5. La colonización
Tan grande es la sombra de la corrupción del caso Koldo, que sus protagonistas reconocen en los medios con total transparencia el funcionamiento de otra corrupción, ésta desgraciadamente legal: la colonización de las instituciones por parte de los partidos en cuanto tocan poder.
Koldo ha dicho que muchos de los que eran sus amigos y compañeros ya no le escriben ni le llaman porque temen por su "integridad social". No quieren quedarse "sin el trabajo con el cual mantienen a su familia".
No hay mejor definición ni más rápida acerca de qué es lo que se dirime cuando aflora una trama como esta. Algunos de los que habían conseguido medrar y vivir de la política dan, de pronto, un paso hacia el abismo. Otros, los que se han contenido, se alejan corriendo por miedo a perder eso que tanto les ha costado conseguir. Fueron tantos mítines, tantas relaciones estudiadas al milímetro, tantos navajazos entre compañeros.
La presunta corrupción legal actúa como alivio en este caso de la corrupción institucional: ¿qué importancia tiene lo de la mujer de Koldo y lo de su hermano si aquí lo que se investiga es una trama de mordidas? Ábalos, el otro día en Alsina, relataba asuntos relacionados con la colonización de las instituciones y del partido con pasmosa naturalidad.
6. El poder de Koldo
Lo único que ha reconocido Koldo en la entrevista es su todopoderoso papel en el ministerio. Ha confesado que, en plena pandemia, él quedó encargado de "llamar a muchísimas personas" para lograr mascarillas.
Dicho de una manera más cruda: nuestra vida, en los días infernales del coronavirus, estuvo en manos de Koldo. Uno se siente como el escoltado del aizkolari al que entrevistamos el otro día: bastante inseguro.
Esta es la historia de un hombre que irrumpe en el PSOE nacional como custodio de los avales de Sánchez, que sigue como chófer de Ábalos, que continúa como asesor del ministro y que concluye como... ¡consejero de Renfe!
Sin experiencia política alguna –fue concejal, sin responsabilidades de gobierno, de un pueblo de 7.000 habitantes–, Koldo era uno de los encargados de conseguir mascarillas por todo el mundo y de hacer de enlace con las distintas administraciones. Esto lo ha explicado él mismo, sin remilgarse; prueba de que hace tiempo que asumió su poderosa condición.