Tomás Serrano

Política GOBIERNO

El adelanto electoral en Cataluña deja a Sánchez sin PGE y le aboca a unas generales anticipadas

La "legislatura larga" queda supeditada al resultado del 12-M, pero cualquier combinación hace prácticamente imposible la supervivencia del Gobierno.

14 marzo, 2024 02:22

La primera reacción de Pere Aragonès tras quedarse sin presupuestos fue convocar elecciones anticipadas. Y la primera reacción de Pedro Sánchez tras conocer que los catalanes irán a las urnas el 12 de mayo fue anunciar que renunciaba a presentar los suyos... una maniobra para aparentar que la decisión la tomaba él, porque en realidad, ERC ya le había dicho que no se los iban a votar.

Ahora, ningún escenario favorece al presidente del Gobierno: la "legislatura larga" que un portavoz de Ferraz insistía en defender a esas horas se tornaba en unas probables generales a finales de este año o inicios del próximo.

De hecho, ya el fin de semana ERC y PSC sabían que las cuentas catalanas no iban por buen camino. Y en la mañana de este miércoles, Sánchez era consciente de que se estaba jugando su legislatura, y que no tenía mano ni con los jugadores -los partidos políticos catalanes, con sus propias dinámicas-, ni con el terreno de juego -el Parlament-.

Todo el sueño de estabilidad de Sánchez queda supeditado ahora al resultado en Cataluña.

Un portavoz de Junts asegura a este diario que Carles Puigdemont será el candidato el 12-M. Y lo corrobora uno de sus colaboradores más estrechos en el entorno de Waterloo. No es previsible que la amnistía ya esté vigente para entonces y sus causas limpiadas por el Supremo, lo que es otro de los motivos por los que a Aragonès no le costó nada disolver el Parlament.

"Es nuestro mejor momento y el peor de ellos", apunta una fuente republicana. "Pero sobre todo, con ellos me refiero al PSC". ¿Por qué? "Por la amnistía; éste ya no es el PSC soberanista de Pasqual Maragall, el de Illa es un PSC centrista y autonomista, eso es lo que le dio la victoria en votos en 2021 y lo que salvó a Sánchez el 23-J".

Pero gane quien gane, necesitará pactar.

Si gana Illa, de nuevo, le costará hallar socios. Pero si logra una investidura de la mano de ERC, ¿qué incentivará a Junts a mantener su apoyo a Sánchez? Y si el socialista catalán se apoya en Junts, ¿cómo ERC no le va a castigar en Madrid? 

Si es Aragonès quien sale victorioso, deberá elegir entre ideología e identitarismo. Si pacta con Illa, Sánchez pierde los siete votos de Junts y su mayoría en Madrid. Y si el hoy president elige una reedición de Govern independentista, todo el relato 'sanchista' del "reencuentro" se desmonta, porque la única opción que le quedaría al presidente para seguir en Moncloa sería conceder el referéndum de autodeterminación.

Y si gana Puigdemont... hay dos opciones: o puede ser investido, porque está amnistiado, o no.

En este caso, no podría tomar posesión hasta que los jueces apliquen esa amnistía que él exige "inmediata", lo que parece poco probable. Y esto, además de alimentar su discurso victimista, le dará más fuerza para ir a las europeas.

Y si al final sí que le da tiempo a ser amnistiado, ¿con quién pactaría? Cualquier opción ya está contemplada más arriba, y ambas hacen teóricamente imposible la supervivencia de la legislatura de Sánchez.

Qué pasó en el Parlament

Los Comuns, marca catalana de su socio de coalición Sumar, "tienen autonomía", advertía una fuente cercana a Yolanda Díaz. Y el partido de Ada Colau jugó sus propias bazas: según la dirección del partido, "no se puede apoyar un megacasino en Cataluña cuando desde el Gobierno central se hacen políticas contra el juego". 

Esa contradicción no la podían afrontar con sus bases. "Lo que hemos pedido es una moratoria para el casino Hard Rock hasta el final de la sequía, y que se comprometan a negociar que paguen más impuestos, no un 10% como se ha comprometido el Govern". 

Pero ERC negaba que fuese cierta esa buena voluntad de los Comuns: "Les hemos ofrecido la moratoria y no les ha interesado". En opinión de los republicanos, la realidad estriba en que Colau pretendía forzar al PSC a que Jaume Collboni le diera entrada en el gobierno de la ciudad de Barcelona. Pero el alcalde se negó.

Así decayeron los presupuestos catalanes, cuyo acuerdo había sido anunciado por Aragonès y Salvador Illa hace ahora dos semanas.

En realidad, el proyecto del Hard Rock no lo quería Esquerra, y también le suponía un coste con sus bases. Pero fue el precio que impuso Illa para marcar un perfil propio en las cuentas catalanas, por dos razones.

La primera, porque en las líneas maestras de la política social, el PSC y ERC estaban de acuerdo, y "algo llamativo tenían que colocar", explica una fuente oficial republicana. Y la segunda, porque el "intercambio de apoyos" entre socialistas y ERC por las cuentas catalanas y los Presupuestos Generales del Estado venía acordado desde la investidura de Sánchez.

Hay una tercera, de más largo recorrido. Y es que el proyecto, largamente pospuesto, data de la etapa en que Artur Mas aún presidía Cataluña y el poder fáctico en la región era la llamada 'sociovergencia'. Es decir, un entendimiento eterno entre CiU, al frente de la Generalitat, y el PSC, dominante en los municipios.

Por eso, Junts estaba cómoda con ese proyecto en las cuentas públicas catalanas. 

"No hay una sola partida de dinero para el casino; y el proyecto está en fase administrativa, ya no depende de la política", añade un portavoz de Aragonès. "Pero fue un 'sapo' que Illa quiso que tragara el 'president', y ahora ha sido lo que ha roto la legislatura catalana".

Qué pasará en el Congreso

¿Y la española? "Lo cierto es que esto cambia el tablero en todas partes", responde un alto cargo de Esquerra. 

¿Tanto como para que también peligre la legislatura de Sánchez? "A ver, la orina del enfermo sí que tiene mal color, sí".

El rally de elecciones (vascas en abril, catalanas en mayo, europeas en junio) va a desestabilizar las relaciones entre los socios del Gobierno de coalición. Y recordemos que el resultado del 23-J le dio una oportunidad a Sánchez, que supo aprovechar para lograr su investidura, a cambio de la amnistía y otras múltiples cesiones.

Pero para la gobernabilidad necesita a todos, siempre, y en cada votación. Ninguno de sus aliados puede fallar.

Y eso quedó demostrado, por ejemplo, en la fatídica jornada de enero en la que sólo pudo convalidar dos de tres decretos vitales y, una vez más, entregándole más cesiones a Junts. Con Podemos no pudo, y decayó la reforma del desempleo que ahora provocará un recorte o un (nuevo) retraso en el cuarto desembolso de fondos NextGen por parte de Bruselas.

Con los socios vascos, PNV y Bildu, peleando la victoria en las elecciones del 21 de abril; y los catalanes, ERC y Junts, encadenando esa misma batalla ante la cita de las urnas del 12 de mayo, el PSOE no podía forzar a ninguno de esos cuatro partidos -todos ellos imprescindibles- para sacar adelante el proyecto de sus cuentas públicas.

"Lo cierto es que pretender tener Presupuestos en Madrid con uno de los socios de Sánchez boicoteando los de Cataluña era raro, y difícilmente vendible para nuestros electores", explica otra fuente de Esquerra.

Entre todas esas fechas, y justo antes de las europeas del 9-J, Sánchez ya podrá disolver el Congreso y llamar a anticipadas (el 29 de mayo). Y también en esas fechas se puede calcular la aprobación definitiva de la Ley de Amnistía, tras los dos meses que pasará en el Senado.

¿Será tan "integral" y, sobre todo, tan "inmediata" como supuestamente proclamó Carles Puigdemont que había conseguido, forzando al PSOE? Eso también influirá en los partidos catalanes. Pero con la impunidad lograda, ¿qué incentivo le queda a los dos rivales enconados por la hegemonía indepe para acordar entre ellos en Madrid por la estabilidad del Gobierno del "Estado opresor"?

Y finalmente, aunque las encuestas catalanas no son nada claras anticipando quién de los tres partidos (ERC, Junts o PSC) quedará primero, cualquier resultado de los posibles le será endiablado.

Además de esta ingobernabilidad previsible, dos elementos finales: la división interna en el PSOE y la salida europea, siempre anhelada por Sánchez.

Desde el descalabro en Galicia y más tras el estallido del caso Koldo altos mandos del partido -entre ellos, algún ministro- cruzan mensajes analizando "el hundimiento", poco a poco, del PSOE. "Con ministros, presidentes autonómicos y del Congreso implicados, con el desgaste de la amnistía, y el descalabro previsible en las europeas", concluye un alto dirigente del PSOE, "lo que hay que buscar es cuál es la fecha más adecuada para que la sangría no sea tanta".

¿Otoño de 2024, o invierno de 2025? "En noviembre, se elige presidente del Consejo Europeo", recuerda uno de esos cargos del partido. "Y toca socialista".