El Gobierno de Pedro Sánchez envió una carta urgente a Bruselas el 17 de agosto de 2023 en la que pedía el reconocimiento del catalán, el euskera y el gallego como lenguas oficiales de la UE. Era el pago adelantado exigido por Carles Puigdemont a cambio de la elección de Francina Armengol como presidenta del Congreso. Pero no ha sido hasta el pasado viernes 15 de marzo cuando el ministro de Exteriores, José Manuel Albares, ha remitido por primera vez a sus homólogos un memorándum escrito con todos los argumentos para sostener su solicitud.
Entre tanto han transcurrido siete meses de debates en gran medida estériles en la UE. Un diálogo de sordos en el que el Gobierno de Sánchez pedía en cada reunión la reforma del reglamento lingüístico comunitario, mientras que el resto de Estados miembros replicaban solicitando aclaraciones sobre el impacto financiero, jurídico y práctico de la petición sobre las lenguas cooficiales españolas.
Enla Presidencia española, Albares puso el catalán en el orden del día de todos los Consejos de Asuntos Generales (un total de cuatro consecutivos), pese a la falta de avances sustantivos que lo justificaran. Desde el inicio de la Presidencia belga en enero, el asunto había desaparecido de la agenda de la UE.
[Bruselas saca de la agenda la oficialidad del catalán tras dejar España la presidencia de la UE]
Con la presentanción de este memorándum, el Gobierno de Sánchez ha logrado precisamente que la cuestión de las lenguas cooficiales vuelva a figurar en el Consejo de Asuntos Generales que se celebra este martes en Bruselas.
Sin embargo, el impacto del memorándum español será más bien limitado. La Presidencia belga no ha previsto ningún debate sobre el catalán: será únicamente un punto de información, incluido en el epígrafe de "varios" (junto con otros tres temas), que se abordará al final del encuentro, cuando la mayoría de ministros ya se han marchado, explican fuentes diplomáticas.
132 millones
El texto (con una extensión de apenas dos páginas y un párrafo) se limita a repetir los argumentos que Albares ya ha explicado en otras ocasiones de forma oral para tranquilizar a sus socios, hasta ahora sin éxito. En particular, que la situación de las lenguas cooficiales españolas es única y "no servirá de precedente para otros casos". Y que España se hará cargo de todos los costes (que Bruselas cifra en 132 millones al año), a diferencia de lo que ocurre con el resto de lenguas de la UE, que se pagan con el presupuesto de la UE.
La principal novedad del memorándum es que por primera vez alega que el catalán, el vasco y el euskera forman parto de la "identidad nacional" de España, que la UE está obligada a proteger. "Esta es una reivindicación que el Gobierno de España no va a abandonar porque es nuestra identidad nacional. Y porque la Unión Europea debe proteger tanto la identidad nacional de todos los Estados como el multilingüismo", ha dicho Albares este lunes en Bruselas.
"La necesidad de respetar la identidad nacional de los Estados miembros, que es inherente a su organización política y constitucional fundamental, también se establece en el Tratado de la Unión Europea", reza el memorándum español en su segundo punto. "Esta cuestión es una prioridad para España porque forma parte de la identidad nacional española", insiste la carta de presentación de Albares que acompaña al documento.
Por lo demás, el ministro de Exteriores ha lanzado un llamamiento al Partido Popular para que apoye también el reconocimiento de las lenguas cooficiales españolas en la UE. "Si el PP quisiera, mañana mismo en la mesa del Parlamento Europeo podríamos convertir en lengua de trabajo al catalán, el euskera y el gallego. Y si nos ayudara a seguir explicando mejor a los países representados en el Consejo de su familia política, podríamos conseguir también esa oficialidad", alega.
En todo caso, el propio Albares enfía las posibilidades de un acuerdo en la UE, al menos a corto plazo. "Hay que ser realistas: necesitamos unanimidad en la mesa del Consejo y necesitamos una mayoría en la mesa del Parlamento Europeo", ha señalado. A su juicio, lo importante es que ahora, por fin, "todos los países tienen negro sobre blanco cuáles son nuestras razones, nuestros argumentos".