El 12-M para Sánchez: trampa política mortal o un nuevo milagro de supervivencia

El 12-M para Sánchez: trampa política mortal o un nuevo milagro de supervivencia

Política ELECCIONES CATALANAS

Sánchez, en el alambre de las elecciones catalanas: trampa mortal o milagro de supervivencia

El presidente se enfrenta a otro 'match point', seguro de que gana Illa, pero con dificultades para gobernar y con efectos negativos para la legislatura.

23 marzo, 2024 02:43

"Cuando Salvador Illa sea president de la Generalitat se verá que todo lo que hemos hecho tenía sentido". Hace meses que se le atribuye a Pedro Sánchez en su entorno una expresión similar a esta.

Sirve, según Moncloa, para explicar la estrategia de esta legislatura y de la anterior, más allá de la obvia necesidad de lograr el apoyo de ERC y de Junts en las investiduras y el soporte parlamentario al Gobierno de coalición.

Entiende el Gobierno que necesitan imperiosamente que se constate el extremo debilitamiento de los partidos independentistas en Cataluña. Y que eso se transforme en falta de mayoría suficiente del independentismo para gobernar la Generalitat, lo que, según los socialistas, ya reflejan las encuestas: una progresiva falta de apoyo a las tesis separatistas.

[Moncloa cree que la amenaza de Puigdemont de volver al conflicto de 2017 reforzará a Illa]

La estrategia ha debilitado enormemente a Sánchez y al PSOE en el resto de España, pero ha permitido que el PSC ya ganara en 2021, aunque no pudiera gobernar, y ahora todos los sondeos apuntan a un nuevo triunfo de Illa. La diferencia es que ahora se adivina que por primera vez ERC, Junts y CUP no llegarán a los 68 escaños de la mayoría absoluta.

Para Sánchez ha llegado la hora de la verdad, el momento en el que se medirá con números el éxito o el fracaso. El 12 de mayo en Cataluña puede ser la trampa mortal (política) de Sánchez o un nuevo milagro a sumar a su reconocida trayectoria de resilencia y giros inesperados que engrosan la leyenda del inmortal (político).

De hecho, Cataluña ya fue el pilar básico del milagro que permitió a Sánchez mantenerse en la Moncloa tras las generales del 23 de julio. En Cataluña, los socialistas recabaron voto útil suficiente como para compensar la caída en otros territorios como Andalucía o Madrid.

Ahora Moncloa lo quiere volver a hacer. Ya preveía hacerlo y daba por seguras las dificultades notables del empeño, pero contaba con que sería en febrero de 2025, una vez aprobados los Presupuestos Generales del Estado que le permitieran avanzar media legislatura.

El rechazo de En Comú a los Presupuestos de Cataluña han precipitado el calendario y han vuelto a poner en el alambre al presidente del Gobierno.

El equipo de Sánchez da por seguro que la lista de Illa volverá a ser la más votada el 12 de mayo, incluso con ascenso con respecto a 2021. Eso ya es un triunfo para los socialistas.

Ese posible triunfo sería redondo si, además, por primera vez los tres partidos independentistas no suman escaños suficientes como para formar Gobierno. Sánchez podría defender así en el resto de España el relato de la derrota política del electorado separatista y el triunfo de la reconciliación.

Pero esa narrativa sólo le serviría para afrontar unas elecciones generales inminentes, y su problema es que, si se consuma la derrota contundente en europeas, no será el mejor escenario para asumir de nuevo el riesgo de jugárselo todo en las urnas.

Distintas hipótesis

Un nuevo triple mortal de Sánchez, pero ahora sin red y sobre una cama de afilados cuchillos.

Además, en ese caso, Illa necesitaría apoyo de ERC o de Junts. Moncloa considera que es difícil, y curiosamente los dos partidos independentistas coinciden en asegurar que el otro terminará pactando con el líder del PSC.

Dando por buena la hipótesis de la investidura de Illa, la duda es si el partido independentista que quede en la oposición seguirá apoyando luego al Gobierno de coalición.

Como mínimo el precio para apoyar los Presupuestos para 2025 subiría notablemente.

La visión más optimista de Moncloa asegura que ni ERC ni Junts querrán que gobierne la derecha. Además, Puigdemont necesita que siga Sánchez en la Moncloa para 'acompañar' el largo proceso de aplicación de la amnistía.

La visión más negativa de miembros del Gobierno explica que los dos partidos independentistas tendrían un proceso interno de revisión de estrategias que incluiría valorar si lo que les lleva a dejar la Generalitat es, precisamente, la política de pactos con el Estado.

La otra hipótesis es que los independentistas puedan seguir sumando 68 escaños, aunque Illa sea otra vez el ganador. En ese caso, es probable que vuelva a haber un Gobierno independentista.

Si ello ocurriera, Sánchez se enfrentaría a una enorme paradoja: su estrategia y su relato basados en lograr un president socialista se caerían y su desgaste para las europeas sería aún mayor y, sin embargo, sería posible aunque caro políticamente mantener la legislatura con apoyo de los dos partidos independentistas.

La imagen de Puigdemont en la Generalitat sería demoledora para Sánchez, pero el diálogo en Suiza se convertiría en negociación entre gobiernos y con el independentismo más fortalecido.

Esa es la gran paradoja de Sánchez, entre la trampa mortal (política) y el milagro de la supervivencia (política).

Hay otra hipótesis, que gana peso entre dirigentes socialistas e independentistas: repetición electoral en Cataluña en otoño por imposibilidad de lograr una investidura. En ese caso, todo se aplazaría a la espera de un nuevo reparto de cartas, y entonces lo que estaría en peligro con esos nuevos comicios serían los Presupuestos para 2025 que se deben empezar a tramitar a finales de septiembre.

Los socialistas catalanes explican que Puigdemont ha querido convertir las elecciones catalanas en un plebiscito sobre la independencia y, por eso, la estrategia de Illa va a ser la de hablar de gestión.

"El objetivo del PSC es hacer que sea una elección entre gestión e independencia, de confrontación contra tranquilidad y estabilidad", explican. Y entienden que Puigdemont pagará el hartazgo en Cataluña por el procés independentista que se vio imposible desde 2017.