Apenas llevaba 10 meses en Moncloa y Pedro Sánchez ya había sufrido la enorme derrota de tener que disolver las Cortes por no ser capaz de aprobar sus primeros Presupuestos... después de haber defendido los que dejó preparados por Mariano Rajoy. Venía de resucitar tras haber sido descabezado por su partido y de conquistar el poder en la primera moción de censura exitosa de la democracia. Aun así, se jugaba el todo en el debate definitivo de las elecciones del 28-A.
Pero cinco años después, él es el único superviviente de esta foto, con tres cadáveres políticos Primero, Albert Rivera (Cs), después Pablo Iglesias (Podemos) y, finalmente, Pablo Casado (PP) han ido cayendo por el camino.
En aquel debate, Pedro Sánchez sufrió el asedio de los tres: Casado, que acababa de heredar un Partido Popular noqueado y descompuesto, necesitaba mostrar músculo para detener la sangría de votos.
Quien le causaba al PP la hemorragia era Rivera, esperanza liberal de un partido de centro capaz de ser vicepresidente eterno y elegir en cada convocatoria a quién hacer presidente.
Y del otro flanco, los taques llegaban de un Podemos que, hasta hacía poco, había llegado a soñar con el sorpasso y ahora se negaba a contentarse con ser sólo la muleta del PSOE en el Gobierno, como en los meses anteriores.
Aquél fue el debate en el que Sánchez decidió presentarse como socialdemócrata, equilibrado, centrista y transversal. En el que puso en duda el compromiso constitucional de Iglesias y calificó a Carles Puigdemont de "prófugo de rebelión".
Pero el líder del PSOE ya tenía dificultades para mantener la coherencia, y Rivera se lo reprochaba sacando insistentemente su foto en Pedralbes con Quim Torra, por entonces president de la Generalitat, y ante el que había admitido la existencia de un "conflicto político" entre Cataluña y España.
El resultado electoral, por entonces, no podía ser más abierto. El PSOE llegaba a las urnas sosteniendo un Ejecutivo en solitario con la menor cantidad de diputados de la historia, sólo 84. Nadie podía imaginar que daría un salto de casi 40 diputados, hasta los 123.
El PP era la fuerza mayoritaria del Congreso, y sin embargo, sólo aspiraba a no caer por debajo de los 80 escaños. Finalmente, fueron 66 los diputados, el peor resultado desde los primeros (y peores) tiempos de Manuel Fraga.
Podemos sacaba pecho de sus 69 asientos en el hemiciclo y jamás habría esperado que se le quedaran prácticamente en la mitad.
...y Rivera soñaba con conquistar toda la derecha desde el centro. Una empresa imposible, aunque sólo cinco días después le pareció aún más probable, tras conquistar 57 escaños y quedarse a sólo 220.000 votos del PP.
Lo curioso es que todos ellos han caído. Pero el Sánchez que prometía la vuelta de Puigdemont para juzgarlo, acaba de pactar su amnistía para que pueda volver a ser president.
Y entretanto, las advertencias de sus rivales, muchas de ellas, se hicieron realidad: "Usted ya ha pactado, por eso no contesta si les va a indultar o no. Porque usted, por permanecer en Moncloa, pacta con el Lucero del Alba", le arrojó Casado en un pasaje del debate. "Es inadmisible que pacte con aquéllos que quieren romper España. Es el colmo de la humillación y usted, señor Sánchez, no da la talla como presidente".
Al hoy todavía presidente le reprochó Casado que llegara a acuerdos con "los independentistas de Bildu", ésos que lo habían encumbrado a Moncloa y lo sostenían con votos a favor de sus decretos.
Y aunque el Sánchez de hoy no podría negarlo, el de entonces se fajó: le sacó la lista de "las 127 veces que el PP ha votado con Bildu en el Parlamento vasco... ¿De qué color tiene usted manchadas las manos, señor Casado?".
Las caídas
Las elecciones no dieron como resultado un Gobierno. Sánchez, esta vez, ni se abrazó a Rivera ni cedió a Iglesias, y comenzaron a caerse protagonistas de la foto.
El líder del PSOE ha sabido trazar estrategias para acogotarlos a todos, uno a uno. Al popular, empujándolo hacia la ultraderecha; al liberal, no dejándolo respirar; y al morado, matándolo a besos en el primero Gobierno de coalición de la democracia.
"Negocias, dices que sí, luego dilatas", explicaba un colaborador del presidente, "aparecen los obstáculos de la realidad y, finalmente, se contentan con menos de la mitad".
España había perdido otros seis meses entre negociaciones infructuosas y una campaña electoral en la que Sánchez pretendía subir a 140 escaños y cayó a 120. Podemos, aún peor, retrocedió más, de 42 a 35. El PP se rehízo un poco, hasta los 81, y Ciudadanos se despeñó hasta los 10 diputados.
De este modo, apenas seis y medio meses después, ya había caído el primero de los protagonistas de la foto. Albert Rivera dejó la política tras la repetición de estas elecciones en noviembre, al día siguiente del hundimiento de los naranjas.
Pero no pasó ni año y medio hasta que fue Iglesias el que hizo mutis por el foro. Había llegado a vicepresidente segundo del Gobierno, con cinco ministros y presencia mediática constante... pero, tras haber inventado la figura y ejercido de "líder de la oposición dentro del Gobierno", pero en mayo de 2021, el secretario general morado decidió competir contra Isabel Díaz Ayuso en las madrileñas anticipadas... y se descalabró.
Un año después, otro episodio con la presidenta madrileña fue el detonante del golpe palaciego que acabó con Casado al frente del PP. Entre finales de febrero y principios de abril de 2022, el presidente del Partido Popular cedió a las presiones de sus barones, y se retiró elegantemente de todos sus cargos.