El secretario general y líder de Manos Limpias, Miguel Bernad, el pasado mes de marzo en Madrid.

El secretario general y líder de Manos Limpias, Miguel Bernad, el pasado mes de marzo en Madrid. Fernando Alvarado EFE

Política MANOS LIMPIAS

El retorno de Miguel Bernad, de profesión querellante: ahora, contra la mujer del presidente

El autoproclamado sindicato Manos Limpias lleva casi 30 años abanderando denuncias contra dirigentes políticos. La mayoría acaban archivadas.

25 abril, 2024 02:59

Como abogado de profesión, cualquiera pensaría que la vida de Miguel Bernad (Bilbao, 1942) transcurre entre juzgados, papeles, denuncias y autos, y no se equivocaría del todo. La diferencia, en este caso, es que el secretario general de Manos Limpias se encuentra siempre al otro lado de la mesa, del juicio, como la parte denunciante. Siempre al ataque. Nunca baja a defender. 

Este miércoles el autodenominado "sindicato de funcionarios" ha vuelto a colocarse en el foco mediático después de que un juzgado admitiera a trámite su denuncia contra Begoña Gómez, esposa de Pedro Sánchez, por presunto delito de tráfico de influencias y corrupción en los negocios. 

Según el Gobierno, el proceso se trata de "una denuncia falsa más" de Bernad y Manos Limpias, conocidos por su larga trayectoria de querellas contra dirigentes políticos. En sus 30 años de actividad el proceso ha sido casi siempre el mismo: denuncias que se admiten a trámite, provocan un gran revuelo mediático y se archivan en silencio poco tiempo después. 

De hecho, Bernad ha convertido esta estrategia de querellas infructuosas en su verdadera profesión. La larga lista de fracasos judiciales se remonta a los años 90, con grandes éxitos como denunciar al programa infantil Los Lunnis por mostrar una boda gay, a Pablo Iglesias y Juan Carlos Monedero por "organización criminal" o al juez Baltasar Garzón por investigar los crímenes del franquismo. 

De tropiezo en tropiezo, en 2021 la Audiencia Nacional le condenó a cuatro años de prisión por extorsionar durante lustros a bancos y empresas para que le pagasen a cambio de no denunciarles. Este marzo el Tribunal Supremo anuló la sentencia al considerar que estas "presiones" resultaban "censurables en el plano de la valoración ética", pero que no podía considerarlas "intimidación".

[Un juez abre una causa secreta tras la denuncia contra Begoña Gómez por tráfico de influencias]

La última querella del pseudosindicato también terminó su recorrido en el Supremo el pasado 5 de marzo. En ella, Bernad denunciaba a Pedro Sánchez por presuntos delitos de usurpación de funciones, prevaricación administrativa y cohecho por el pacto de investidura entre el PSOE y Junts per Catalunya. Le siguieron otras dos, una por el acuerdo con ERC y otra por tramitar la Ley de Amnistía. 

La denuncia también se dirigía contra la vicepresidenta Segunda del Gobierno, Yolanda Díaz; el ministro Félix Bolaños; el entonces diputado en el Congreso Óscar Puente; el Secretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán; y la eurodiputada Iratxe García, como cooperadores necesarios. Todos los hechos acabaron archivados. 

Los inicios

Llegados a este punto, el lector habrá podido percibir algo: la mayoría de las denuncias de Manos Limpias van dirigidas contra la izquierda. 

No debería sorprender a nadie el hecho de que, antes de convertirse en querellante profesional, Miguel Bernad había sido secretario general del Frente Nacional, el partido de ultraderecha fundado por Blas Piñar tras la disolución de Fuerza Nueva. De hecho, en esos primeros años Manos Limpias compartía sede con la Fuerza Nacional del Trabajo (FNT), el sindicato del partido heredero del Sindicato Vertical.

[Lo que sabemos y lo que no sabemos sobre el máster de Begoña Gómez y las denuncias contra ella]

Después de fracasar en las elecciones europeas de 1989, donde no logró el escaño, Bernad dio un par de tumbos políticos hasta encontrar su vocación. Fundó otro partido, Derecha Española, pero también le fue mal y fichó como asesor de un concejal del PP de Madrid, Ángel Matanzo, que lo recomendó entre sus círculos.

Fue en esa época cuando Bernad, Caballero de Honor de la Fundación Nacional Francisco Franco, empezó a hacerse conocido en los tribunales. Su primer hit fue la denuncia —sin pruebas— a Enrique Tierno Galván, exalcalde socialista de Madrid, por malversación de caudales públicos, que no quedó en nada pero ocasionó cierto revuelo.

Era el inicio de un modus operandi, pero no sólo. Manos Limpias, fundado en 1995, nació en plena Alcaldía de José María Álvarez del Manzano, como una sección sindical del propio ayuntamiento capitalino. Su inspiración era el italiano Mani Pulite, el proceso judicial que se convirtió en uno de los iconos de la lucha contra la corrupción en los años 90. No llegó a tanto. 

La fama

Manos Limpias (el español) pasó un decenio sin pena ni gloria hasta que cosechó su mayor éxito hasta la fecha: sentar a Cristina de Borbón en el banquillo de los acusados del caso Noós. Miguel Bernad lo consiguió, básicamente, porque fue la única acusación particular que pidió ocho de años de cárcel por delito fiscal contra la infanta y otros tantos contra su marido, Iñaki Urdangarin. 

Miguel Bernad.

Miguel Bernad.

Sea como fuere, desde entonces empezó a irle bien. Catapultado por su reciente fama, Bernad se convirtió en tertuliano habitual de las televisiones, invitado especial a programas y entrevistado de ocasión como experto judicial. Las mieles del caso Noós le duraron aproximadamente dos años, los mismos del ascenso de Podemos, que se convirtió en otra de las dianas favoritas de Manos Limpias.

Bernad se querelló en multitud de ocasiones contra el partido morado y sus dirigentes, en especial Pablo Iglesias, Íñigo Errejón y Juan Carlos Monedero. Les acusó de pertenecer a una organización criminal, desobediencia civil, asociación ilícita, cohecho y de estar financiados por el régimen iraní y el Gobierno de Venezuela.

El sustento de aquellas denuncias estaba en el denominado Informe Pisa (Pablo Iglesias Sociedad Anónima), un informe falso que Manos Limpias atribuía a la Dirección Adjunta Operativa de la Policía Nacional, pero que en realidad venía de la llamada policía patriótica. Según el Tribunal Supremo, el documento carecía de validez por estar basado en recortes de periódico.

Este último matiz es importante porque, en aquella resolución, el Alto Tribunal recordó que "la mera publicación de informaciones en los medios de comunicación no puede justificar la apertura de un procedimiento penal". Precisamente, la última denuncia de Bernad contra Begoña Gómez está basada en informaciones de "varios diarios digitales y de papel", algunas de ellas demostradas como falsas

[El PP exige a Sánchez que aclare el "escándalo" de su mujer y apunta al padre, al suegro y a su hermano]

Caída y retorno

Fue en aquel entonces, en abril de 2016, cuando la Audiencia Nacional ordenó la detención de Bernad y su entrada en prisión hasta finales de ese mismo año. En cuanto salió, la Audiencia Provincial de Baleares absolvió a Cristina de Borbón y le condenó a pagar las costas de la infanta. A partir de ahí la actividad se frenó en seco, con algunas excepciones contadas.

En total, fue poco más de un año y medio de silencio hasta que encontró su enemigo perfecto en Pedro Sánchez, investido por primera vez en verano de 2018. Una de las causas más sonadas esgrimidas contra su Ejecutivo fue la de la manifestación del 8 de marzo de 2020, cuando Bernad acusó al Gobierno de permitir la movilización feminista a sabiendas del peligro de una pandemia global. También acabó archivada.

Este tipo de actuaciones se han ido repitiendo en los últimos años con una dinámica a la que Sánchez ha calificado como "una estrategia de acoso y derribo", según indicaba en su carta de este miércoles. Los objetivos de Bernad en los últimos dos años han ido desde la exministra Irene Montero hasta el diputado Gabriel Rufián, pasando por Santos Cerdán o el portavoz de Junts, Jordi Turull. 

A principios de abril, sin ir más lejos, el Tribunal Supremo rechazó la última denuncia de Bernad contra el acuerdo de investidura entre el PSOE y Junts el pasado noviembre. Dio igual. Bernad siempre piensa en la siguiente querella. La última, dirigida contra la mujer del presidente.