El vicesecretario de Relaciones Institucionales del PP, Esteban González Pons, ha relatado el domingo el acoso que él y su familia sufrieron, tras ser señalados por la exalcaldesa Ada Colau, que obligó a su familia incluso a cambiarse de casa.
Una situación que también vivieron, recuerda González Pons, la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá y hasta 250 personas próximas al PP, que se vieron señaladas al aparecer en causas judiciales que quedaron finalmente archivadas, sin ninguna responsabilidad penal para ellas.
"En España, la política sólo es injusta, cruel y hace llorar a Almodóvar cuando la sufre la izquierda", concluye González Pons. Alude así al reciente artículo del cineasta Pedro Almodóvar quien asegura que "se echó a llorar como un niño" al leer la carta en la que el presidente Pedro Sánchez denuncia los ataques que sufre su mujer por parte de "la derecha y la extrema derecha".
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González Pons ha relatado este domingo en el diario Las Provincias la dramática situación de acoso que sufrió su familia: "Primero, empapelaron la calle con retratos míos manchados de sangre. Luego, llamaron a los interfonos de los vecinos para informarles de que convivían con un criminal".
Más tarde, explica, "entraron en la parroquia, donde se celebraba misa, para repartir mi foto ensangrentada entre los feligreses (...) Y cuando juzgaron que ya se había reunido suficiente gentío frente al portal, no menos de cien revoltosos comenzaron con el escrache propiamente dicho. Gritaron, golpearon cacerolas y ollas, lanzaron insultos y demandaron que saliera para ajustarme las cuentas".
Cuando lograron irrumpir en el interior del portal, "subieron hasta el piso y ahí empezó el aporreo de la puerta y los empellones para intentar tumbarla. Un hijo pequeño que estaba dentro se asustó tanto que a punto estuvo de escapar saltando por el balcón de la cocina".
El dirigente del PP indica que finalmente su familia se vio obligada a cambiar de vivienda, después de que la entonces alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, alentara ese "jarabe democrático" en un programa de televisión.
El propio líder de Podemos, Pablo Iglesias, se había encargado de justificar este tipo de escraches violentos que también sufrieron otros dirigentes de la derecha como Begoña Villacís, cuando estaba embarazada de varios meses, Cristina Cifuentes o Soraya Sáenz de Santamaría.
"No fui el único", recuerda González Pons, "a Rita Barberá, sin ir más lejos, aquella política de la ira le costó la vida. No menos de 250 personas afines al PP, en casi 80 causas penales, vieron sus vidas truncadas por imputaciones y señalamientos públicos que acabaron en archivos o absoluciones. Eso sí, no se llamaban Mónica Oltra ni Pedro Sánchez y, por tanto, sus casos se olvidaron. Ninguno habló de 'guerra sucia judicial'".
Un grupo de periodistas, entre los que se encuentra la presentadora de RTVE Silvia Intxaurrondo, ha firmado ahora un manifiesto contra el "golpismo judicial y mediático", después de que un juez haya abierto diligencias previas para investigar las relaciones de la mujer de Pedro Sánchez, Begoña Gómez, con varias empresas que han recibido contratos o subvenciones del Gobierno.
El juez Juan Carlos Peinado ha abierto estas diligencias a raíz de dos denuncias presentadas por las asociaciones Manos Limpias y Hazte Oír, que acusan a Begoña Gómez de un presunto delito de tráfico de influencias.
"Como Evita Perón"
A raíz de estas acusaciones contra su mujer, indica el dirigente popular Esteban González Pons, "Sánchez se coge una rabieta y se encierra en el dormitorio con ella, como unos John Lennon y Yoko Ono de ranchera. ¿Intocable? En su partido lo creen y amenazan a periodistas, jueces y parlamentarios al más puro estilo bolivariano, con arengas en las que sólo falta el llamado a la suspensión de las garantías constitucionales".
"En su narcisismo", añade el dirigente popular, Pedro Sánchez "ansía ser venerado como otra Evita u otro Chávez. Esta confusión cursi de la democracia con las telenovelas siempre resulta preludio de algún autoritarismo latino. Guardaos de los dirigentes que lloran porque mienten con el corazón en la mano. Mi familia se comió las lágrimas, como toca en el mundo adulto".