Abascal recibe su propia medicina: Alvise desborda en radicalismo a Vox y le roba parte de sus votos
La recién creada formación, Se acabó la fiesta, aspira a arrebatarle uno de cada cinco votantes y entrar en Europa con dos escaños.
6 junio, 2024 02:57La historia de Alvise Pérez (Sevilla, 1990) acercándose a Bruselas es la historia de un hombre alejándose de la Justicia. Las últimas encuestas sobre cómo quedará el Parlamento Europeo dan hasta dos escaños a la candidatura de Se acabó la fiesta(SALF), la formación liderada por él para, según sus palabras, "acabar con la mafia política y mediática" desde las instituciones. También para salvarse de los tribunales que le persiguen.
Alvise, de nombre real Luis, es una criatura nacida de las redes sociales pero crecida al cobijo de Vox. Hasta el punto de que el agitador, cuyos bulos y campañas fueron durante años jaleadas por la formación extrema derecha, ha terminado por convertirse en su peor enemigo. Según el CIS, casi uno de cada cinco (19,6%) de sus votos terminan en SALF.
La estrategia, a grandes rasgos, ha sido desbordar en radicalismo y populismo al partido de Santiago Abascal, virando desde el discurso antiinmigración al mensaje de que el sistema está podrido y la culpa es de los partidos políticos, también de Vox. De hecho, les acusa de haberse vendido a la partitocracia y de volverse "débiles" en su lucha contra el "Gobierno ilegítimo" y el PP.
Aunque nunca llegó a integrarse en las filas de Vox, sí mantenía una relación simbiótica con sus votantes y dirigentes, que se nutrían de sus bulos tanto como él de sus apoyos. Eso fue entre 2019 y 2021, cuando Alvise inició una cruzada contra el médico y exdiputado de Vox Juan Luis Steegmann por llamar a la gente a vacunarse. Desde entonces no ha parado.
De hecho, uno de los grandes relatos del partido se centra en que Alvise está solo contra el mundo; otro, que necesita conseguir el escaño en Bruselas para quedar aforado y "blindar" su "lucha contra la corrupción". Ahora bien, no está personado en ninguna causa de corrupción ni ha revelado nada que haya terminado en los tribunales.
En cambio, sí ha sido condenado en varios procedimientos civiles y en el momento de escribir este artículo sigue imputado en dos causas abiertas, una por publicar una PCR falsa de Salvador Illa y otra por difundir whatsapps incautados de la trama Kitchen.
Una fuente conocedora de este último proceso reconoce que esta causa "va extremadamente lenta [...] por razones incomprensibles, como si alguien lo estuviese retrasando", sospecha. Si Alvise logra el escaño, quedará aforado ante el Tribunal Supremo y cualquier acción judicial contra él tendrá que obtener el suplicatorio favorable de la Eurocámara.
Los datos
Alvise Pérez siempre ha sido experto en provocar incendios, pero este nadie se lo esperaba. Anunció su candidatura a finales de febrero y en apenas dos meses ya figuraba en las principales encuestas; a los tres, los sondeos de SocioMétrica para EL ESPAÑOL ya le daban representación. Todo se explica a través de Vox.
Aunque le roba votos a todo el espectro político (al que menos, al de PSOE y Sumar), pero a nadie tantos como a Abascal. Según datos del último CIS antes de las elecciones, un quinto de sus votantes en 2019 ya son "ardillas", que es como llama a sus simpatizantes. Esto, con cerca de 253.000 votos sólo procedentes de Vox, un buen comienzo.
El resto del ejército lo engrosarían personas que no votaron el pasado 23 de julio (7,5%) y votantes del PP (4,1%), unos datos que bajan un poco si se comparan con el resto de encuestadoras. En principio, si se siguen los microdatos del CIS (mucho menos cuestionados que su cocina), a Alvise le bastaría con cumplir las predicciones del organismo público este lunes, cuando le daba entre el 4,9% y el 5,7% de los apoyos.
El mínimo de papeletas para conseguir representación en el Parlamento Europeo está entre 350.000 y 400.000, dependiendo de la participación. Es decir, que podría situarse por delante de Podemos, Junts o Ahora Repúblicas con relativa facilidad.
Otro dato. Nada más terminar el polémico acto de Vox con Javier Milei en el Palacio de Vistalegre, Santiago Abascal reconoció que los objetivos electorales de su partido eran los jóvenes, los abstencionistas y los descontentos. Precisamente, los tres nichos de votantes favoritos de Alvise Pérez, de quienes podría arañar más de un millón de votos, según el CIS. Y el 75% de ellos hombres, como ocurre en Vox.
La competencia entre ambos tiene su explicación. Fueron aliados en el pasado, ambos comparten discurso, ambos cuentan con asesores de Milei entre sus filas y ambas candidaturas se acusan mutuamente de ser "herramientas del sistema" destinadas a minar sus apoyos. La llegada del 9-J no ha hecho sino disparar las tensiones y transferencias de voto entre ambos.
Si este domingo votan un 45% de los españoles (17 millones), alrededor de 360.000 serían suficientes para conseguir un eurodiputado. La estimación del CIS no entra en cuántos escaños podrían traducirse los números de Alvise, pero en las últimas elecciones Junts consiguió dos escaños con un 4,58% de los votos.
Si se toma esto como premisa, Alvise podría aspirar a tres europarlamentarios.
Contra todos
Alvise no es nuevo en esto de la política. Entre 2012 y 2017 viajó a Leeds y comenzó a trabajar en el departamento de comunicación del Instituto Cervantes y en la Liberal Youth, el ala juvenil de los Liberal Demócratas; luego pasó a militar en UPyD, desde el extranjero, y en Ciudadanos, ya en España. Ese año fue nombrado jefe de gabinete del grupo parlamentario en las Corts Valencianas, liderado por su amigo Toni Cantó.
Apenas dos años después se independizó, rompió el carnet de los naranjas y empezó a centrar su actividad profesional en las redes sociales, su reino particular. En el momento de escribir este artículo el candidato se atrinchera detrás de 480.000 seguidores en Telegram, su red más influyente, y 843.000 en Instagram, la de más alcance, y dispara a discreción.
No le hacen falta más que esas cuentas. De hecho, la candidatura de Se acabó la fiesta es una amalgama de caras desconocidas que prácticamente no han aparecido en campaña, pero el currículum mediático de Alvise es suficiente. Él y su equipo de asesores desconocidos, financiados por donantes anónimos. La campaña, dice, sale de su bolsillo.
De hecho, parte del claim de su candidatura es el "sorteo" del sueldo de eurodiputado, del que dice que no cobrará "ni un euro" para no dejarse arrastrar por la maquinaria de la corrupción. Sobre esto, quienes le siguen le toman por un cruzado de esta causa, le atribuyen haber sacado a la luz el caso Koldo y no lavarse las manos ni contra jueces ni contra políticos, a los que considera "mercenarios del poder".
En esta línea, no niega que la intención de buscar el escaño en Europa es conseguir el aforamiento ante el Tribunal Supremo y poner trabas a las dos causas penales que tiene pendientes por difundir documentos secretos y falsificados. Sus bulos ya le han costado varias condenas anteriores, algunas pendientes de recurso, y la repetición de un juicio. También le están llevando al camino de Bruselas, contra todos.
"Instituciones que parecían eternas caen de la noche a la mañana y se derrumban [...] Este sistema tenemos que destruirlo y construir algo nuevo y limpio desde cero", reclamaba hace unas semanas, entrevistado desde el salón de su casa.