El último debate previo a las elecciones europeas del 9-N, emitido por RTVE, estuvo en su mayor parte centrado en las guerras de Gaza y Ucrania y en la cuestión migratoria. El elefante en la habitación, el caso Begoña Gómez, apenas fue mencionado de soslayo al inicio.
El debate tuvo lugar en la noche del jueves, y con una extensión de más de dos horas y nueve candidatos, estuvo dividido en cuatro grandes bloques. En ninguno de ellos se mencionó directamente el caso que afecta a la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, imputada desde el pasado lunes por los supuestos delitos de corrupción en el sector privado y tráfico de influencias.
A pesar de la extensión del debate, la inabarcable cantidad de participantes redujo los tiempos de cada turno de palabra. El uso de tres lenguas distintas -castellano, euskera y catalán- y una alternancia constante en el cruce de ataques individuales, dificultó aún más el seguimiento del espectador.
En un principio, la mayor parte de estos ataques iban dirigidos a la socialista Teresa Ribera, que de forma pasiva adquirió un rol central. El primero de estos ataques vino de la popular Dolors Montserrat, quien acusó a Ribera de "no defender" la independencia judicial, y de haber "señalado al juez que investiga a Puigdemont". "Usted ha dicho hoy que investigar a Begoña Gómez es poner en peligro el Estado de derecho", le recordó. "Puede rectificar", le aconsejó.
Teresa Ribera, por su parte, respondió diciendo que en Europa ya no le preguntaban por Cataluña, como sí hacían "cuando llegó". Ahora, aseguró, "me preguntan con mucha preocupación por la ultraderecha y la inclinación de la derecha a la ultraderecha". Y respecto a la referencia a Begoña Gómez, lamentó "profundamente" que "todo el programa del PP se centre en una denuncia falsa de un grupo ultraderechista que se llama Manos Limpias".
Los candidatos independentistas hiceron uso de su derecho a utilizar el catalán y el euskera, aunque la mayoría alternaban con el castellano. Sólo Aleix Sarri, número 3 en la lista de Junts y presente en el debate ante la ausencia del fugado Toni Comín, insistió en el uso del catalán y la traducción simultánea.
Poco tardaron las guerras de Gaza y Ucrania en aparecer en el debate, polarizando las distintas discusiones que se iban generando. En ello insistió durante toda la noche la cabeza de lista de Podemos, Irene Montero. Lo más destacable de Montero ocurrió al principio, cuando dirigió su primer ataque directo hacia Ribera.
"Si no vamos a la Corte Internacional de Justicia para acusar al genocida Netanyahu de genocidio, ¿para qué narices vamos? ¿Qué ata a este Gobierno con el Estado genocida de Israel?", le preguntó, en referencia a la decisión del Gobierno de España de adherirse a la demanda presentada por Sudáfrica ante dicho tribunal.
Teresa Ribera, interpelada por el periodista y moderador Xavier Fortes, ignoró a la candidata morada declarando no querer responder a su pregunta.
Jordi Cañas, de Ciudadanos, fue quien más confrontó el discurso de Montero, calificándolo de "mentalidad Disney". Cañas apareció como el más contundente en la defensa del envío de armas a Ucrania para "parar los pies a Putin". Reprochó a Montero "hablar de paz" sin mencionar el "origen de la guerra", sin nombrar al "agresor". Es decir, a Putin.
Entre el fuego cruzado, Cañas también acusó a Sarri y a su partido, Junts, de "pro Kremlin": "Os habéis reunido con Putin. Os hicisteis fotos con ellos", recordó.
La cuestión migratoria polarizó aún más el debate. Las posiciones de Jorge Buxadé (Vox) a este respecto crearon cierto consenso en torno al rechazo que generaron en el resto de candidatos. No faltaron descalificativos como racista o fascista por parte de Montero y la candidata de Sumar, Estrella Galán, que secundó en todo a la primera.
"Hay una relación directa entre la inmigración ilegal y la delincuencia". Esta frase, pronunciada por el candidato de Vox, fue la que acabó de tensar el debate. Montserrat, por su parte, se limitó a defender el último pacto migratorio alcanzado por la Unión Europea, pero insistiendo en que Europa debía reforzar esa materia para proteger sus fronteras y ayudar a España, "especialmente en Ceuta y Melilla".
Ribera también defendió el Pacto de Migración y Asilo, como se llama oficialmente el acuerdo alcanzado hace apenas unos meses entre los países miembros.
Serri (Junts) insistió en la petición que ya había hecho al Gobierno partido del fugado Carles Puigdemont, reclamando las competencias para Cataluña en materia migratoria, y así "ayudar a la integración en la cultura y lengua catalana" a los migrantes.