Óscar López vuelve al ring tras seis años en la sombra para ejercer de ariete en la ofensiva de Sánchez
El presidente se prepara para un periodo de batalla política, reduciendo iniciativas parlamentarias y con el futuro electoral en 2025.
8 septiembre, 2024 02:46Hace tiempo que Óscar López quería ser ministro. Llevaba seis años en silencio, y una parte de ellos en el ostracismo, tras ser uno de los principales dirigentes socialistas en la época de Alfredo Pérez Rubalcaba y uno de los escuderos de Pedro Sánchez en sus primeras etapas.
Perdió la voz hace seis años porque decidió bajarse del barco de su amigo Sánchez y pasarse al de Patxi López en las segundas primarias que terminó ganando el ahora presidente del Gobierno.
Luego, tuvo que seguir en silencio cumpliendo la penitencia, porque fue nombrado para el discreto cargo de presidente de Paradores, lejos de la política, por quien había sido su amigo. Y, más adelante, porque volvió a la diestra de Sánchez como su jefe de Gabinete en la Moncloa.
Ese cargo supone estar en el día a día de la caldera del Gobierno, con enorme poder y control del Ejecutivo y del partido, pegado al presidente, pero con los labios sellados y operando desde la sombra. Lo que se suele conocer como jefe de fontaneros o, en otros países latinoamericanos, el responsable de los monjes negros del presidente.
Ahora, Óscar López ha recuperado la voz, arranca una nueva vida como ministro de Transformación Digital y de la Función Pública y con muchas ganas de balón.
Futbolero y madridista acérrimo como su mentor, Rubalcaba, López ha arrancado esta semana su mandato desde el mismo momento de hacerse cargo de la cartera, convirtiendo un acto protocolario en su primer disparo a puerta o su primera patada en las espinillas, según se mire. Dejó claro que llega para tocar balón y dejó ya el pie para hablar de las "tonterías" del PP.
López parte de un ministerio técnico para convertirse en uno de los puntales de Sánchez para los tiempos que se avecinan en los que casi no habrá iniciativas parlamentarias, pero sí batalla política.
Es lo que Luis Aragonés llamaba "un partido de pierna dura", en el que no se rehúye el contacto y para el que López encaja perfectamente en la alineación.
El propio Sánchez ha dicho este sábado ante el Comité Federal del PSOE que seguirá adelante "con o sin el concurso del poder legislativo". Es decir, gobernando sin poder legislar.
El presidente del Gobierno gana en ese empeño una voz potente más para reforzar la de otros como Óscar Puente o la vicepresidenta primera María Jesús Montero. Otro ministro para hacer política con el cuchillo en la boca para los tiempos en los que no hay casi opción de tomar iniciativas, ni siquiera cumplir con la obligación constitucional de intentar sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado.
Sobre todo porque otros portavoces como la del partido, Esther Peña, apenas ha logrado cumplir los objetivos marcados por Sánchez. De hecho, en la Moncloa y en el partido se admite que el líder socialista no está satisfecho con la defensa política que hacen algunos miembros del Gobierno y del PSOE.
López aprendió de Rubalcaba, hizo miles de entrevistas en su otra vida, ayudó a preparar debates e intervenciones públicas de otros y es un obseso de los medios de comunicación. Él mismo fue candidato a la Presidencia de Castilla y León y sabe lo que es liderar, hacer una campaña y confrontar directamente.
Además, conoce el PSOE con detalle. Él lo modernizó redactando los reglamentos de primarias, racionalizando el cobro de cuotas y hasta digitalizando El Socialista, la publicación del PSOE que no tenía ni actualizada el listado de suscriptores cuando él llegó a la Secretaría de Organización.
También aprendió del grave error de promover una moción de censura en Ponferrada (León) apoyado en un acosador. Dio marcha atrás y asumió la responsabilidad del resbalón, pese a que no era toda suya. Para él fue una lección inolvidable.
Ahora llega para tocar balón y, sobre todo, para meter el pie cuando sea necesario. Sube al ring con ganas de pelea.
Lo hace además en el momento en el que Sánchez prepara al partido para eventuales batallas electorales, aún no convocadas, pero que sí se pueden intuir o, al menos, prever.
¿Elecciones generales en 2025?
En el Gobierno y en el PSOE son muchos los que aseguran que Sánchez pretende con el congreso federal de finales de noviembre poner el partido en perfecto estado de revista para unas eventuales elecciones generales en 2025, si fuera necesario. Estos días son numeroso los socialistas que especulan con la opción de generales el próximo año.
Se da por hecho que tendrán que prorrogar los Presupuestos a finales de este año y que seguirá la legislatura con incertidumbre porque Junts ya no quiere saber nada de Sánchez y porque ERC tiene su propia guerra interna que hará difícil que se mantenga como soporte del presidente del Gobierno. Más aún si no logra sacar adelante el concierto para Cataluña que pactó con el PSC para investir a Salvador Illa.
En ese escenario de política sin leyes ni Presupuestos, pero con mucha batalla, Sánchez aumenta su potencia de tiro con lo que ya se conoce como los Óscars.
Sánchez, que suele ser receptivo a los compromisos personales, ha cedido y le ha nombrado ministro para recuperarle para la primera fila política.
Le queda aún en la retaguardia Antonio Hernando, número dos de su Gabinete en la Moncloa, político bregado en la batalla, que formó con Sánchez y López el trío conocido como los chicos de Pepe Blanco, que le abandonó para irse con Susana Díaz en aquellas primarias y que aún sigue penando con el silencio. Al menos, por el momento.