Pablo Motos y David Broncano, en el ring.

Pablo Motos y David Broncano, en el ring. Tomás Serrano

Política TELEVISIÓN

PSOE y PP convierten a Broncano y a Motos en símbolos de su rivalidad y de "las dos Españas"

Los partidos se han encargado de convertir la batalla de las audiencias televisivas en una suerte de segunda vuelta de las elecciones generales.

14 septiembre, 2024 02:35

El pulso particular entre El Hormiguero de Pablo Motos y el nuevo programa de David Broncano, La Revuelta, por la franja horaria de las 22.00 horas no es tanto una batalla por las cifras de audiencia como por quién gana el relato político. De alguna manera, la primera semana de competencia entre Televisión Española (TVE) y Antena 3 se ha convertido en una guerra en la que es necesario tomar partido y atrincherarse en uno de los bandos. 

La razón es, principalmente, la utilización política que se ha dado a los talks shows desde que, el pasado abril, se confirmara el fichaje de Broncano por la televisión pública. Primero, porque el PP acusó a Pedro Sánchez de intervenir en el contrato de 28 millones de euros; y segundo, porque competiría directamente con El Hormiguero, abiertamente crítico con el PSOE y Sumar.

Ni uno ni otro programa —mucho menos las empresas que los acogen— han podido escapar de la agenda política desde el primer momento. Por ponerlo en contexto, el largo historial de crisis internas en el Consejo de Administración de TVE terminó con el cierre del contrato de Broncano, el cese del director de contenidos, José Pablo López, y el de la presidenta de la Corporación, Elena Sánchez.

Desde ese día, La Revuelta se convirtió en uno de los objetivos predilectos del PP, que intentó incluso impugnar el fichaje por la vía legal y desautorizarlo en el Congreso de los Diputados, acusándolo de "propaganda sanchista". En consecuencia, los socialistas interpretaron que atacar a Broncano era, en cierta manera, atacar al presidente del Gobierno, fuese o no su apuesta personal.

A lo largo del verano, los partidos se encargaron de convertir la batalla de las audiencias en una especie de segunda vuelta de las elecciones generales o un CIS sin cocina: como si ganar la cuota de pantalla pudiera trasladarse a las urnas.

"Veo a gente de izquierdas que celebra cada dato de audiencia de Broncano como un gol en la Eurocopa", criticó el portavoz del PP en la comisión de RTVE, Eduardo Carazo, acusando al Gobierno de incitar al enfrentamiento de "dos Españas, la de La Revuelta y la de El Hormiguero", y de convertir a la radiotelevisión pública en "una terminal al servicio del sanchismo [...] colonizada por el ansia controladora".

Todo esto ocurrió el jueves en el Congreso. Esto es, después de tres días de emisión en los que La Revuelta había superado a El Hormiguero el martes y el miércoles; el cuarto asalto, el que se produjo esa misma noche, volvió a ser para Pablo Motos.

Enfrente del diputado estaba la presidenta interina de la radiotelevisión pública, Concepción Cascajosa, quien era militante del PSOE cuando fue nombrada y que rompió su carnet al poco de contratar a Broncano. El motivo, según explicó entonces, fue para "que no se use como arma" por parte de la derecha.

Los símbolos

Otro de los argumentos del PP para cargar contra el fichaje de Broncano es la intermediación de Pedro Sánchez para crear "un anti-Hormiguero" en TVE, unas declaraciones nunca confirmadas y desmentidas por el cómico. La idea sería promocionar un espacio que robase audiencia a Pablo Motos, algo que coincide con la crisis interna en el organismo.

Poco después de consumarse, El Independiente publicó que Sánchez y Broncano habían mantenido una comida privada a mediados de marzo para cerrar el fichaje. Según esta información, que todavía no ha sido desmentida por Moncloa, el cómico reconocía estar preocupado de "verse inmerso en una guerra entre bandos políticos".

El propio Pablo Motos ha sido uno de los que más ha contribuido a esta teoría, a la que lleva dando alas en tertulias desde antes del verano. Este hecho, sumado a su lista de críticas a líderes de izquierdas, fue suficiente para convertirlo en un símbolo de la derecha. 

Por otro lado, el principal reproche que se le hace a Motos desde el PSOE y Sumar no va tanto por su presunta animadversión hacia Pedro Sánchez, sino por su historial de actitudes sexistas. Se trata de episodios como la entrevista a Virginia Maestro, quien le acusó de "machista y violento", entre otros.

De alguno u otro modo, la significación de El Hormiguero como un programa de derechas no ha empezado con la irrupción de David Broncano en TVE, pero sí la ha amplificado. Entre otros, porque la izquierda también ha convertido en símbolo a La Revuelta frente al liderado histórico de Pablo Motos. 

Los datos

Broncano se estrenó en TVE con un 17.1% de cuota y 2.152.000 espectadores. La audiencia subió el martes (17.4%), volvió a crecer el miércoles (19.9%) y cedió terreno el jueves (19,2%). El Hormiguero, que llevaba más de diez años sin ceder el liderazgo de la franja, redujo sus anuncios al máximo —para competir en igualdad de condiciones— y logró dos récords, lunes y jueves, gracias a las entrevistas a Victoria Federica y Lamine Yamal.

La forma de difundir los datos de audiencia ha sido curiosa. Tanto La Revuelta como El Hormiguero han presumido en redes sociales de liderar sus respectivos horarios... a pesar de que empiezan y terminan a horas distintas. Por tanto, las dos podrían liderar "a la vez".

Ahora bien, en la franja de estricta coincidencia de emisión, al momento de escribir esta información los asaltos están dos a dos. Lunes y jueves para Pablo Motos, martes y miércoles para Broncano. Lo curioso, además, es que la mayoría de usuarios que optaron por TVE son nuevos. Dicho de otro modo, que no se quitan público entre ellos.

Según datos de Barlovento Comunicación a partir de cifras de Kantar, durante la escasa hora en las que coinciden El Hormiguero se impone, de media, con el 19,6% de cuota de pantalla, frente al 18,8% del que promedia La Revuelta. Por tipo de público, Motos lidera en mujeres y mayores de 65 años, mientras que Broncano en todos los demás.