Juan Luis Cebrián: "Sánchez ya está en la chatarra, esto se acaba... Yo estoy en la fachosfera"
- "Ojalá haya diputados del PSOE que voten contra el cupo catalán; la ley les protege".
- "La amnistía, el cupo catalán y todas las políticas del gobierno en ese sentido son una incitación a la extrema derecha".
- "Tras la detención de los dos españoles, el Gobierno mantiene su ambigüedad a la hora de denunciar los abusos y crímenes del chavismo".
Juan Luis Cebrián con una americana azul y un pañuelo blanco de lunares también azules. Los sillones a su alrededor en este salón del Hotel Wellington son granates y nos recuerdan que Cebrián un día fue rojo. Lo que siempre llevó fue americana. Porque Cebrián –ahora lo definirá él– puso la tinta de periódico a eso que en los ochenta se llamó la “beautiful people”. La izquierda aburguesada, felipista.
Juan Luis Cebrián con una taza de té. El salón, lleno: “Quizá sea mejor que vayamos a un lugar más tranquilo. Tengo aquí un despacho”.
–Pero, ¿cómo que tiene usted aquí un despacho? ¿En el Wellington?
–No, no. En un portal aquí al lado.
Era verosímil. Que Cebrián, como Julio Camba en el Palace, se hubiera montado un despacho en el Wellington. Era verosímil porque pide la cuenta y le dicen: “Ocho euros, señor”. Eso sí que es "financiación singular" y "privilegio".
–Ya podía estar bueno el té, señor Cebrián. Menudo clavo.
–A mí me gusta el de Twinings. Vienen veinte bolsitas y cuesta cinco euros.
Cebrián dejó la presidencia de honor de El País y tiene tiempo para ir al supermercado. Umbral le dedicó un libro de columnas que empezaban... "Iba yo a comprar el pan". Iba Cebrián a comprar el té. Se ha tomado tres esta mañana. No sabemos a qué precio. Como está muy simpático, le deseamos que los diez próximos se los tome en casa o en el despacho.
Entramos. Atravesamos un patio interior. Pasamos a la habitación principal. Cebrián, como en una realidad de mil planos, se multiplica por cinco, por seis, por siete. Cebrián colgado en la pared de mil formas. En retrato, en póster, en foto. Así, con tanta ayuda, con tanto Cebrián, tiene que ser más fácil escribir. Vista nuestra perplejidad, explica: “Este culto a la personalidad no es cosa mía. Lo han decorado así mis hijos”.
Movemos los sillones todos juntos. Cebrián moviendo sillones. Ponemos el aire acondicionado todos juntos. Le pegamos un buen sablazo antes de empezar: nos regala sus memorias, un par de novelas y un libro de deontología periodística titulado “El pianista en el burdel”. Le pedimos que firme todo, que tal y como está el periodismo quizá tengamos que ir a venderlo un día a la Cuesta de Moyano.
Hemos venido a hablar del culto a la personalidad y de ese pianista solitario en que se ha convertido Cebrián desde que salió de El País. Porque su último libro se titula “El efecto Sánchez” (Editorial Ladera Norte, 2024). Probablemente, este periodista y académico de la RAE jamás hubiera imaginado que adjetivaría así sobre un líder socialista. Cebrián ha fabricado un cóctel que mezcla a José María García y Francisco de Quevedo.
Esta conversación tiene que ver con todo eso que sucede en España… y nunca habríamos imaginado. Cebrián nos ofrece té, pero nos entra un miedo terrible a que quiera equilibrar su cuenta de resultados… y lo rechazamos.
Le vemos con muy buen carácter. ¿Dejar de dirigir periódicos mejora el carácter?
Bueno, ya saben que yo dejé de dirigir periódicos hace muchos años, cuando me hice cargo de Prisa como consejero delegado. Siempre respeté mucho a los directores. Creo que ninguno puede decir que yo interfiriera en su trabajo. Lo que hace bien y mal un periódico es responsabilidad de su director.
Podemos decir, entonces, que dejar de dirigir cosas, en general, mejora el carácter.
Sí, creo que sí. Aunque, oigan, en contra de lo que algunos piensan, yo nunca tuve muy mal carácter.
Señor Cebrián…
Tampoco fui un encantador de serpientes, es verdad. Creo que lo que ha mejorado mi carácter ha sido la independencia. En este momento soy de verdad independiente.
Se ha independizado.
Tengo seis hijos que ya son mayores. La hija de mi actual mujer, también mayor, está estudiando medicina. Tengo una pequeña empresa familiar, aunque la llevan dos de mis hijos, yo no tengo poderes y…
¿Una empresa de qué? ¿Comunicación?
Hacemos producciones audiovisuales. Tenemos una filial que se llama “Eva Films”, por mi hija. Mi hijo es banquero y hace cuestiones de asesoría financiera. “Culture and finance”.
¿Sus redactores le trataban de tú o de usted?
Creo que siempre me trataron de tú. Salvo los más jóvenes en la última etapa, cuando yo era ya mayor y no era el director, sino el consejero delegado. Ya no pisaba la redacción y no tenía un trato cercano con los periodistas. Pero a mis colegas siempre les pido que me traten de tú.
Quiere que le tratemos de tú.
Sí.
Te gusta el Hotel Wellington, ¿verdad? También suele ir mucho Felipe González. De hecho, nos lo cruzamos la última vez que estuvimos, que fue en otra entrevista contigo. ¿Es esa cafetería el refugio de la ‘beautiful people’?
Es que Felipe vive al lado, por eso suele ir. Hombre, ahora pasa mucho tiempo en su casa de Extremadura y va menos. Yo tengo este pequeño despacho, que también está al lado. A mi edad, conviene tener un sitio al que ir a escribir todos los días, contestar los correos, atender las llamadas… Si no, puede pasar como en la pandemia: que uno se pase el día en pijama haciendo eso. El Wellington me pilla cerca de todo.
Ya sabe eso que decía Baroja: no conviene ir a ningún sitio al que no se pueda llegar andando.
Este barrio se ha convertido, por cierto, en la capital de América Latina. Tengo muchos conocidos latinos: expresidentes, periodistas, escritores, empresarios… Voy paseando por la calle y, de repente, me encuentro con gente que se ha venido a Madrid desde Venezuela, Bolivia, México, Paraguay…
Don Pío se fue al exilio andando. Después del traje que le ha hecho a Sánchez, ¿cómo se va a exiliar usted?
Espero no tener que irme al exilio. Voy a cumplir ochenta años. Me iré al otro mundo, pero espero poder alargar esta prórroga.
¿Qué fue lo de la ‘beautiful people’?
Eran los progres, digamos, bien instalados, aburguesados. Un ejemplo paradigmático fue Miguel Boyer: ministro de Economía con tesis muy izquierdistas, pero de clase media alta y casado con Isabel Preysler. Esos perfiles comenzaron a llegar a la élite con Felipe.
En el libro que has escrito sobre Sánchez, destacas entre otras cosas su “palmito”. Algo de la “beautiful”, por lo menos, nos queda.
Ya no hay rastro de la beautiful. Fue un concepto coyuntural. Los políticos que padecemos hoy, no sólo en España, son la consecuencia de la crisis del sistema de representación. Os daré algunos datos.
En Reino Unido, los laboristas han conseguido el 63% de los diputados con el 32% del voto. En Francia, el Frente Popular no ganó en votos, pero supera en muchos escaños a los demás. Y Le Pen, que sí ganó, tiene muchos menos representantes. Cuando Trump ganó las elecciones, obtuvo en realidad tres millones menos de votos que Hillary Clinton.
En España, eso también ocurre. Pero sufrimos, además, ese defecto formidable de las listas cerradas y bloqueadas. Los electores no sabemos quiénes son los diputados que nos representan. Yo no sé cuáles son los diputados por Madrid que me representan.
Será porque no estudias.
Será eso –se ríe–. Pero, a lo importante: los diputados y los senadores no responden ante sus electores. No piensan en las consecuencias que tienen sus decisiones para quienes les votan. Piensan en las consecuencias que pueden tener para sus jefes. No olvidan que son diputados gracias a ese jefe que les ha puesto ahí.
El poder de las cúpulas de los partidos es inmenso y determina la actuación legislativa. Los españoles no podemos votar a quien queremos o evitar votar a quien no queremos. Por ejemplo, yo he sido permanentemente un votante socialista.
¿Por qué hablas en pasado?
Porque “he sido” votante socialista.
¿Ya no lo eres?
No hay elecciones a la vista.
¿En las últimas lo fuiste?
En las últimas generales opté por la abstención. Porque para un votante de izquierdas comenzar a votar al centro o a la derecha es una decisión… muy difícil. Pero es una decisión moral no votar a quien está pervirtiendo la idea fundamental de la socialdemocracia.
Hace unos días, ¡nada menos!, Sánchez dijo que está dispuesto a gobernar sin el apoyo del Parlamento; cuando el Parlamento es el centro de la vida de una democracia parlamentaria.
¡El poder legislativo está sobrevalorado! Lo hemos visto en China.
China no tiene nada que ver con el desarrollo occidental.
Era una broma.
No, no, pero lo explico: China tiene más de 4.000 años de Historia. Antes que comunista, fue confuciana. Los chinos creen que, al nacer, ya tienen un lugar predestinado en el mundo y que su obligación es cumplir con ese deber. China tiene 1.500.000.000 de habitantes. Y el Partido Comunista Chino, 100 millones de militantes. El partido dirige la política económica del país. Como dentro de él hay divergencias y división de pareceres, los chinos suelen decir que hay democracia en su país.
Otra cosa que nos cuesta entender es que los chinos no trabajan para las próximas elecciones municipales, sino para lo que va a ocurrir dentro de cincuenta años. Hacen “planes quinquenales”.
Dices en la introducción que esperas que el lector, además de disfrutar, “sufra” leyendo. Pero he encontrado una razón para el optimismo. Aseguras que nos adentramos en el “tardosanchismo”. Vosotros, durante el tardofranquismo, vivisteis mejor que durante el primer franquismo. Viviremos mejor, entonces, en el tardosanchismo.
Hubo varios franquismos. La dictadura comenzó en 1939 con la victoria de Franco en la Guerra Civil. Durante la Segunda Guerra Mundial, como España no entró, esto estaba lleno de espías de los aliados y de los alemanes.
Franco era aliado de Hitler y, a consecuencia de eso, fue expulsado de la Sociedad de Naciones. España pasó verdadera hambre. No tanto fruto de la guerra, sino del bloqueo exterior y de las políticas autárquicas de ese primer franquismo. ¡Vino Eva Perón a traer pan! Todavía pueden verse a orillas de las carreteras los silos que se construyeron para poder almacenar el trigo. Luego hay una segunda fase.
Que comienza en…
1950. Franco ofreció tropas al presidente Truman para la guerra de Corea. Truman le dijo que no necesitaba tropas, pero sí bases. Y ese fue el primer acuerdo de la dictadura con los Estados Unidos. Empezó a disminuir el hambre porque los americanos enviaban un montón de alimentos: queso en lata, leche en polvo…
En 1959, Eisenhower visitó España y se produjo algo realmente insólito. El líder de los aliados, vestido de civil, de presidente de los Estados Unidos, abrazó al último aliado de Hitler y Mussolini, que era Franco e iba vestido de militar. A partir de ahí, llegaron los economistas del Opus, la apertura, el turismo, la emigración a Europa… El país empezó a respirar. Después vino mayo del 68.
Lo que quieres decir es que…
La España de principios de los setenta no tenía nada que ver con la de 1940. A eso me refiero con tardofranquismo. En esa última etapa del régimen, se percibía claramente que existía una España oficial y otra España real. Franco seguía mandando, pero no mandaba tanto. Murió matando, fusilando; pero no era lo mismo. Había una sociedad civil que trataba de escapar. En los periódicos, por ejemplo, ya escribíamos mucho entre líneas.
Y eso está pasando ahora en España otra vez: se puede distinguir entre una España oficial y otra España real. España va bien, pero no gracias a Sánchez. Va bien a pesar de Sánchez. Gracias a los empresarios, los intelectuales, la universidad, los trabajadores… Mientras, Sánchez trata de controlarlos a base de subvenciones y cosas así.
"España va bien a pesar de Sánchez, y no gracias a él"
“España va bien”. Has hablado como tu querido amigo José María Aznar.
¡Pero si es que hasta el eslogan del PSOE hoy es “España avanza”! España va bien, pero el Gobierno va fatal. El sistema, creo que ya lo he apuntado, necesita una reforma en profundidad. Necesitamos un sistema federal clásico. No hay que inventar nada.
Hace veinticinco años escribiste un libro a cuatro manos con un presidente del PSOE, Felipe González, y ahora has escrito uno que corta las manos a otro presidente del PSOE, Pedro Sánchez. ¿Tanto han cambiado el PSOE y sus presidentes?
El cambio en el PSOE arrancó con Zapatero. Fue el primero que tomó decisiones que afectaron gravemente a la convivencia española y al sistema constitucional a cambio de los votos que necesitaba para ser secretario general. Hablo de Pascual Maragall, que le dio su apoyo a cambio de que reformara el Estatuto de Cataluña.
Ni siquiera Artur Mas, entonces líder de CiU, quería cambiar el Estatuto. La incapacidad de Zapatero comenzó a generar disfunciones. Recordemos que tuvo que salir corriendo de la presidencia porque no sabía qué hacer con la crisis económica. Por no hablar de la memoria histórica.
No, no. Habla, ¿qué quieres decir?
La Mesa del Congreso que aprobó la Constitución estaba presidida por Dolores Ibárruri, La Pasionaria, que tenía nacionalidad soviética y había recibido el pasaporte español hacía apenas tres años. A su lado estaba Rafael Alberti, también comunista, exiliado desde hacía cuatro décadas.
Estaban enfrente, sentados en los escaños, antiguos ministros de Franco y hasta Blas Piñar, que había sido prácticamente nazi. Eso fue la Transición, la auténtica reconciliación entre españoles. Zapatero se inventó una memoria histórica que nos cuenta cosas que no son verdad. No hay memoria verdadera sobre Esquerra Republicana o sobre el propio PSOE.
Te refieres a los golpes revolucionarios.
Claro, es que Esquerra dio un golpe armado contra la República en octubre del 34, que por cierto fue sofocado por el general Batet, que a su vez luego sería fusilado por Franco al haberse mantenido fiel a la legalidad constitucional. También en el 34, Largo Caballero, líder socialista, lanzó la revolución en Asturias y dijo que, si fracasaba, no habría más salida que la Guerra Civil. Indalecio Prieto, otro dirigente socialista más, colaboró con la revolución, pero se arrepintió y pidió perdón en sus memorias.
Ay, don Inda.
Sánchez debería leer las memorias de don Inda, como se le llamaba. Tampoco recuerda la memoria del actual PSOE que Indalecio Prieto, tras la derrota de los fascistas en el 45, comenzó negociaciones con sectores del Ejército español para quitar a Franco, traer a don Juan e implantar una monarquía parlamentaria. Pero lo más pernicioso es que la memoria que trajo Zapatero no cuenta la verdad y que, además, provoca el enfrentamiento entre españoles. Quebró la reconciliación del 78.
Hay una anécdota que llama la atención. Zapatero te dijo en una comida que, con la reforma del Estatuto, iba a acabar con el problema catalán “para siempre”. Estaba seguro de que iba a hacer lo que no logró resolver Ortega y Gasset.
Es una muestra de la ignorancia y la endeblez intelectual de los políticos que nos gobiernan. Les pueden escribir los discursos, pero no pueden leer por ellos. También me dijo otra frase tremenda cuando comenzó a dar paguitas a todo el mundo, como hace ahora Sánchez. Daba dinero al que tenía hijos, ¿os acordáis?
No.
Es verdad, en todo caso vosotros seríais los hijos por los que se cobraba –se parte de risa–. Me dijo Zapatero: “No sé qué hacer con el dinero”. Y era verdad.
A ti, ¿el poder te ha llevado alguna vez al delirio transitorio?
Seguro que he cometido errores gravísimos. Quizá también algún acierto haya tenido. Pero no me arrepiento de nada. Bueno, hay una cosa… Creo que fue un error aceptar la dirección de los servicios informativos de la televisión tras el asesinato de Carrero Blanco.
¿Por qué fue un error?
Pedí consejo a un cuñado mío, que era miembro del Partido Comunista y había estado en el servicio de seguridad de Pasionaria. Me dijo: “Como se nota que no eres comunista. Si lo fueras, aceptarías sin dudar. Franco se va a morir y hay que estar en esos puestos”. Pero Franco no se moría. Intenté dimitir, no me dejaron. A los meses echaron a Pío Cabanillas, que era ministro del Información. Eso fue por la mañana y yo me fui por la tarde.
Pero, ¿por qué dices que fue un error aceptar el puesto?
Porque creí que era posible una Transición desde el franquismo y la Transición no la hizo el franquismo. Se hizo con los franquistas, que no es lo mismo. Pero no la hizo el franquismo. La Transición fue en gran medida fruto del miedo. Del miedo de los franquistas a una revolución que purgara sus pecados de la guerra y del miedo de la oposición democrática a una despiadada intervención militar. Todos tenían miedo a una nueva guerra civil.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Te preguntábamos por Sánchez. Dices: “En España nos gobierna un demagogo”. Lo comparas con Trump, que no es la más común de las comparaciones. La oposición le asocia más a los autócratas europeos y a los gobernantes latinoamericanos.
Estéticamente, Trump es un payaso y Sánchez un chulo. Pero se parecen mucho. Han llevado a cabo una tarea similar: la ocupación de las instituciones utilizando la mentira para dividir al país en dos bloques. Trump ha dividido a los americanos entre buenos y malos. Sánchez ha dividido a los españoles entre buenos y malos. Por cierto, es lo mismo que hizo Franco en su día. Los navarros y los alaveses eran mejores españoles que los guipuzcoanos y los vizcaínos, que fueron “provincias traidoras” al inicio de la guerra.
Trump y Sánchez son paladines de eso que se llama “hechos alternativos”. No es la verdad, son los “hechos alternativos”. Hablemos del caso de Begoña Gómez. Yo no soy juez, no sé si ha cometido un delito. Pero sí sé que el juez está estudiando la posibilidad de que lo haya cometido. Entonces, Sánchez carga contra los medios que cuentan eso llamándolos “tabloides”. La investigación a Begoña es una verdad, no un bulo.
Vamos con los hechos. ¿A ti qué te dice lo que ya se conoce del caso Begoña? Lo que es incuestionable: las reuniones con los empresarios, el dinero que obtenía para su cátedra, etcétera.
Gramaticalmente, hay tráfico de influencias. Eso es seguro. Ella obtuvo la cátedra porque es la mujer del presidente del Gobierno. A mí no me cabe la menor duda y no creo que le quepa a nadie que tenga sentido común.
Lo mismo con la amnistía. ¿No es tráfico de influencias seguir siendo presidente a cambio de votos comprados con una amnistía? ¡Encima se han inventado que la amnistía es un proyecto político! Hace un telediario decían que era anticonstitucional. Insisto, lo digo gramaticalmente, son dos casos de tráfico de influencias.
Escribes que la “demagogia” de Sánchez consiste en mentir a los demás, pero también en “mentirse a sí mismo”. Lo segundo es mucho más peligroso que lo primero porque eso significaría que el presidente ya no distingue entre verdad y mentira.
Según el catecismo clásico, mentir es decir lo contrario de lo que se piensa. Para muchos políticos, es virtud creerse sus propias mentiras. Partiendo de la base de que, si no se las creen, ¿cómo van a convencer de ellas a los demás? No hablo sólo de Sánchez. Todos los políticos que alcanzan la presidencia del Gobierno tienen un perfil psicótico un poco particular. Cuando se creen sus mentiras, empiezan a propagarlas con más eficacia.
Has debutado en el terreno del psicoanálisis. Dices que Sánchez “es un hombre sin sentimientos”.
Lo he tratado personalmente muy poco.
¿No es demasiado atrevido, entonces, decir eso? Porque suponemos que no ha estado sentado aquí, en el diván, tumbado y pasando consulta. Tu frase es muy taxativa.
La frase es taxativa, pero no me refería a los sentimientos tal y como los entendemos…
Te referías a los “sentimientos alternativos”.
Mira, es un hombre que no tiene empatía siquiera con su gente. Es capaz de liquidar a sus íntimos amigos y a sus mejores colaboradores en veinticuatro horas y sin darles explicaciones.
Acuérdate de Felipe y Alfonso. Cómo acabó la cosa.
Fijaos cómo está acabando ahora, lo han arreglado.
Casi cuarenta años después.
No tiene nada que ver. Felipe y Alfonso eran una entente. Soy amigo de Felipe, pero no niego sus defectos. Pradera decía un poco en broma: “El verdadero policía malo es Felipe, y no Alfonso”. Sánchez no tiene empatía y disfruta de un gran servilismo a su alrededor. No hay pensamiento crítico en el partido ni en La Moncloa.
Pero, señor Cebrián, ¡si es el único presidente que ha hecho pública una carta de amor! Le pedí a Aznar que me mostrara algunos versos escritos a Ana Botella y se negó.
Es verdad. En nombre del amor, envió a su mujer a los leones. A su mujer, a su hermano, a su suegro, al tío de su mujer. Los envía a los leones con tal de defender su poder. Y mira la que ha montado en Venezuela.
Se nos acumulan los temas. ¿Te refieres a la llegada de Edmundo González?
Le ha hecho un favor a Maduro.
Con un matiz: la salida de Edmundo González le viene bien a Maduro, pero quien ha pedido salir ha sido Edmundo González. Y no se puede dejar a un señor de 74 años allí, con el riesgo de pudrirse y morir en una celda.
Edmundo González no es un líder político. Aceptó el puesto porque es un demócrata y porque habían inhabilitado a la verdadera líder, María Corina Machado. Personalmente, claro que entiendo a Edmundo González. Un héroe no se va, un héroe se queda. Pero entiendo a Edmundo, no tiene por qué ser un héroe. Lo que critico es que se le presionara para que se fuera. Desde el régimen, pero también por Zapatero.
¿España debe reconocerlo como presidente electo?
Sí.
El Gobierno dice que, cuando se hizo con Guaidó, no sirvió de nada; y que hacerlo ahora podría poner en riesgo las negociaciones para la marca de Maduro.
Eso es mentira. Entre otras cosas porque me consta que los negociadores, Brasil y Colombia, están muy cabreados con el gobierno español, que no les avisó de que traían a Edmundo González.
La solución es muy difícil. Porque no la hay mientras Maduro siga. Y porque Estados Unidos no va a permitir que, en un momento de conflicto mundial como este, Irán y Rusia sigan siendo pilares de la gobernación en Venezuela. Además, siendo Venezuela la primera reserva de petróleo mundial. Y una cosa más: ¿qué gana Zapatero con todo esto de Venezuela? No quieren que llegue la oposición al poder porque, si ocurre, estará todo escrito.
¿A qué te huele la detención de dos españoles acusados de querer atentar contra Maduro? Venezuela dice que pertenecen al CNI.
El ministro del Interior de Venezuela, Diosdado Cabello, está reclamado por los Estados Unidos como uno de los jefes del narcotráfico venezolano. Lo sitúan al frente de la banda "Los Soles", que tendría apoyo del régimen cubano. Acaba de acusar directamente a dos ciudadanos españoles de ser colaboradores del CNI y de preparar un atentado contra Maduro. Parece una respuesta a la declaración pública de Margarita Robles, de quien depende el CNI, por su intervención del otro día, diciendo que en Venezuela hay una dictadura.
¿Cómo debe reaccionar el Gobierno español a esas detenciones y a esas acusaciones?
Al margen de negar la pertenencia de los detenidos al CNI, y de ofrecer ayuda a los españoles detenidos, como es su obligación, está manteniendo su ambigüedad a la hora de denunciar los abusos y crímenes del chavismo.
El reiterado silencio de Zapatero acerca de la realidad política venezolana y su relación con los más altos colaboradores de Maduro aumentan, además, las sospechas sobre la limpieza de su comportamiento y ensombrecen el papel de nuestra acción exterior en defensa de las libertades democráticas.
"¿Qué gana Zapatero con todo esto de Venezuela?"
Te interesa el carácter ágrafo de Sánchez. Lo defines como un hombre que prefiere no leer y no escribir. “Ni escribió su tesis ni escribe sus libros”. ¿Qué nos dice eso del presidente desde un punto de vista freudiano?
Creo que Sánchez apenas lee. No ha puesto de moda ningún libro. Felipe puso de moda “Las memorias de Adriano”, de Yourcenar.
Adolfo Suárez tampoco leía nada; y de Rajoy se decía lo del 'Marca'.
Calvo-Sotelo, Felipe, Rajoy sí lee, Aznar… Zapatero es incluso articulista y ha escrito un libro sobre Borges.
Pero si hace un minuto has dicho que Zapatero es “un ignorante”.
No he dicho eso exactamente.
Sí. Oye, además, escribir un libro sobre Borges… es de nivel.
No he leído el libro. No me interesa lo que piense Zapatero sobre Borges.
Pues imagínate lo contento que estaría Borges, si viviera, sabiendo que Zapatero le ha hecho un libro.
Borges era un personaje. Siempre decía: “Soy mundialmente conocido por lo que he escrito. Y no me parece bien. Yo quiero ser conocido por lo que he leído”.
Es interesante que el libro recoja los textos en orden cronológico y que no elimine tus pronósticos fallidos. Por ejemplo, te equivocaste con Sánchez. Escribiste en noviembre de 2019: “Estoy seguro de que no quiere pasar a la Historia como un oportunista, aunque tantos le acusen de ello”.
Esa frase fue, en realidad, una manera de intentar que Sánchez no siguiera por ese camino…
Un mensaje cifrado, como en los anuncios por palabras.
Cuando alguien llega al poder, merece una oportunidad. Sobre todo, por el bien de los gobernados. Aquel artículo fue una advertencia a Sánchez.
Luego rectificaste años después: “Que no se preocupe por su lugar en la Historia, acabará metido entre la chatarra”.
Ya está en la chatarra. Esto se ha acabado. Aunque termine la legislatura, esto se ha acabado.
Lleváis años diciendo que Sánchez se ha acabado. Y mira.
Me refiero a que se ha acabado este sistema tal y como lo conocemos. Hay que reformar la Constitución mediante un acuerdo entre izquierda y derecha. Debemos regresar a la moderación y a la centralidad de los partidos. Sánchez ya ni siquiera gobierna. Está en el Gobierno. Es diferente.
Es un libro que culmina la dialéctica popular con la cultista. A ratos, la adjetivación parece de José María García y a ratos se asoman Quevedo y los grandes poetas del siglo de oro.
La gente tiene que leer más a Quevedo y a Larra. La manera en que Quevedo se dirigía al poder era impresionante. Yo pretendo criticar sin insultar; pero también sin endulzar la crítica.
"Hay que reformar la Constitución, necesitamos un sistema federal clásico. No hay que inventar nada"
Ahora llega el capítulo de la financiación singular. Este es realmente el punto en el que no hay marcha atrás. Los indultos y la amnistía –veremos qué dice el Tribunal Constitucional– afectan a un periodo muy concreto de la Historia, a la conciencia, a la igualdad, a la ética. Pero el concierto económico resquebrajaría el país tal y como está concebido hoy.
No estoy de acuerdo. El primer punto de no retorno fue la amnistía. Y lo dice alguien que apoyó los indultos. El independentismo cayó porque se le juzgó y se le metió en la cárcel. El Estado se defendió. La amnistía, el cupo catalán, todas las políticas del gobierno en ese sentido son una incitación a la extrema derecha. Ojo, con todo esto no crece el PP, crece la extrema derecha.
Lo tengo claro: la amnistía, el concierto catalán… El PP y el PSOE representan el 60% del electorado español. Si se rompe el consenso entre ellos, como se ha roto, ¿qué hacemos? Hay que restaurarlo y con Sánchez en el poder es imposible. La commedia é finita.
El PSOE ha ido amortizando estos debates, pero parece que el del cupo catalán ha generado disputas internas. No está claro el apoyo de los socios en el Congreso y algunos instáis a los diputados socialistas a romper la disciplina de voto y posicionarse en contra cuando llegue el momento.
Creo que debería ser posible. Ojalá suceda. La ley les protege. Nadie puede obligar a un diputado a votar en contra de su conciencia. Los socialistas extremeños, castellanos, valencianos, etcétera, ¿van a votar a favor de un concierto para los ricos de Cataluña? ¿Eso es representar a sus electores?
Le das duro a ‘El País’: “Su accionista de control es un fondo buitre tras el que se amparan desconocidos inversores”. ¿En qué se diferencia la relación que tiene hoy ‘El País’ con la que tenía cuando tú eras el director y Felipe González el presidente?
En mi opinión, se diferencia en todo. Cuando Felipe fue presidente, estuvimos sin hablarnos dos años por la posición que mantuvo el periódico en el tema de la OTAN y en el del terrorismo de Estado. Dos años sin dirigirnos la palabra. Y lo conocía desde antes de que fuera Isidoro, antes de la Transición.
En aquel tiempo se decía que el PSOE era de El País, y no al revés. Cuando salió el periódico a la calle, decidimos dar voz a la izquierda porque en ese momento no la tenía. Salimos con un artículo de Alberti. Y cuando Suárez aprobó la Ley de Asociaciones, publicamos un artículo de Simón Sánchez Montero, miembro del PCE, que lo escribió desde la cárcel de Carabanchel.
Pues hoy, Juan Luis Cebrián, te has convertido en un verdadero fascista.
Estoy dentro de la fachosfera.