Óscar López, el nieto obediente de guardia civil y familia comunista que nunca ganó pero siempre supo cómo volver
- Fiel a sus líderes, se convirtió en el chico para todo del PSOE. Su último encargo es liderar el socialismo madrileño, después de que su mano derecha estuviera implicada en la caída de Lobato.
- Más información: El PSOE "unge" a Óscar López para ganar Madrid y Ayuso se mofa del sistema "norcoreano" de Sánchez para elegir a su rival
Hace años, Óscar López (Madrid, 1973) le confesaba a sus allegados que la lección de vida más valiosa se la había dado su abuelo. Era un consejo de esos antiguos, de los que se dan en los pueblos para ser mejores personas y parecen casi de perogrullo.
"Donde vayas, que puedas volver; y es de bien nacidos ser agradecidos", le dijo. Y eso es lo que hizo siempre el nieto, congraciarse con sus superiores y tratar de tener siempre una puerta abierta a la espera de una nueva oportunidad.
Nunca ha obtenido ninguna gran victoria política, más bien acumula una larga ristra de derrotas. Pero en ese listado de segundas vidas con el que le han obsequiado en su partido hay un no va más: impulsarlo como secretario general del PSOE madrileño para enfrentarse en las urnas a Isabel Díaz Ayuso, la más temible de las baronesas del PP. Su candidatura se ha hecho oficial este jueves.
El abuelo de la frase había sido sastre, como dictaba la tradición familiar. Pero en la España rural del primer franquismo las telas no daban para comer y se metió a guardia civil. Natural de Bercimuel, un pueblo de la provincia de Segovia que hoy tiene censados 34 habitantes, representaba la parte conservadora del clan. Era el abuelo materno.
El paterno procedía de Asturias la roja y había sido represaliado durante la dictadura. Huyó a Melilla, donde nacieron Ricardo López Agudín, el padre de Óscar López, y Fernando, su tío.
Fernando López Agudín se afilió al PCE, se exilió a Francia y allí comenzó una prolífica carrera como periodista que le llevó a ser director de Informe Semanal en TVE, jefe de información del Ministerio del Interior durante el felipismo y columnista del diario El Mundo.
El abuelo fue la "persona más importante" para él, pero a Óscar le quedó más de esta otra rama familiar. Presumió siempre que pudo de sus orígenes rurales, pese a que se crió realmente en Madrid, en el barrio de Canillejas. En el mismo lugar donde comenzó su carrera política.
Lo hizo, además, con un primer fracaso. Sonoro y estrepitoso, aunque esta vez no le correspondía. El 4 de marzo de 1996, el día siguiente de la histórica derrota electoral de Felipe González, Óscar acudió a la agrupación socialista de su barrio y se afilió al partido. No había cumplido ni 23 años y ya tenía un firme compromiso.
Después se fue a estudiar a Inglaterra, volvió, consiguió una plaza de asistente en el Congreso, pidió una beca y se marchó al Parlamento Europeo, donde se fraguó su famosa historia con Pedro Sánchez. El trío de pipiolos lo integraban ambos y Antonio Hernando. Óscar parecía el alumno aventajado y Pedro se ocupaba entonces de la intendencia.
Esta amistad se ha contado tantas veces como la relación con Pepe Blanco, entonces secretario de Organización del PSOE, quien lo nombró su mano derecha. Tal fue la relación paternofilial con Pepiño, su mentor, que hasta aparece en las fotos más íntimas de la familia López cogiendo a un bebé.
Óscar, la joven promesa, se curtió entre nociones de márketing y acción electoral. Empezó a dirigir campañas y así, en 2007, protagonizó el primero de sus mayores tropiezos. Ese año, Miguel Sebastián, asesor económico de Moncloa, le disputaba la Alcaldía de Madrid a Alberto Ruiz-Gallardón. Las encuestas estaban en contra y López, su jefe de campaña, convenció a Sebastián para tirar de trapos sucios.
El candidato socialista sacó en un debate una foto de Montserrat Corulla, una abogada implicada en un caso de corrupción, a la que se había vinculado sentimentalmente con Gallardón. La artimaña no sólo no funcionó —Gallardón logró mayoría absoluta—, sino que tiempo después Sebastián admitió que fue una "equivocación" utilizar ese recurso.
Paracaidista en Castilla y León
Dio igual, porque al año siguiente Pepe Blanco y Zapatero auparon a Óscar López como secretario general del PSOE en Castilla y León. López ya había sido diputado por Segovia, se había empadronado allí, y se empeñó en repetir que sus raíces estaban en Riaza, donde también había vivido su familia.
Pero lo cierto es que el nuevo líder castellanoleonés iba y venía cada día desde Madrid, como recuerdan quienes lo trataron entonces. Un dirigente del partido de aquel momento, que prefiere no dar su nombre, asegura que "la operación de Madrid, donde llegará también como un paracaidista, recuerda mucho a su etapa en Castilla y León".
Y eso que allí trató de representar un soplo de aire fresco en sus inicios. Su difícil misión era desbancar al PP, que llevaba dos décadas gobernando en la Junta de Castilla y León, por lo que tenía que ofrecer una imagen moderna.
Su carta de presentación, ante las elecciones de 2011, fue un recorrido en bicicleta por toda la comunidad. Una marcha que comenzó en Bercimuel, el pueblo de su abuelo, y terminó en el municipio zamorano de Riomanzanas tras más de 300 kilómetros pedaleando. Lo llamó el 'Puro cambio tour'.
"Él quería hacer cosas rompedoras, llamativas, pero quizás esas cosas tampoco terminaban de calar en el territorio. Porque, además, a la hora de la verdad, lo que hizo fue tirar de tejemanejes, imponer a los suyos y cargarse a la base del partido que existía en Castilla y León", señala un alto mando de entonces.
Quienes seguían sus pasos añaden que tras un primer momento de seducción ante la prensa local, poco a poco comenzó una campaña de victimización para afirmar que "todos estaban vendidos a la derecha". "No se llevaba bien ni con los líderes de UGT y CCOO, que preferían ir a los actos del PP", insiste una persona que lo trató de cerca.
De aquella época data también un momento embarazoso en su carrera. Se acercaban las elecciones generales de 2011 y Óscar López decía tener "tres argumentos de peso, de mucho peso" para votar al candidato socialista, Alfredo Pérez Rubalcaba. "Uno tiene que ver con las pensiones, otro con el subsidio por desempleo y el tercero, el tercero...". Y se quedó en blanco.
Finalmente, en Castilla y León el tour del cambio no fue tal y el PP de Juan Vicente Herrera ganó con una holgadísima mayoría absoluta. Los cronistas parlamentarios recuerdan que en los plenos Herrera le superaba siempre. Conocía los temas, mientras que Óscar López se limitaba a su intervención y se volvía para Madrid, donde permanecían su mujer, la periodista Marta Suárez, y sus dos hijas.
La vuelta al terruño del chico crecido en la capital con estudios en el extranjero no salió bien. Pero antes de marcharse, dejó otro sonoro resbalón. En 2013, aún como secretario general en Castilla y León, presionó para presentar una moción de censura en Ponferrada para desbancar al alcalde del PP Carlos López Riesco.
El problema es que el voto decisivo dependía de Ismael Álvarez, que había sido condenado por acoso sexual a la concejala Nevenka Fernández en 2022 y había vuelto a la política formando un nuevo partido. Óscar López cargó con el "error" y protegió al entonces líder del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, que poco después lo volvió a compensar.
Amor y desamor con Sánchez
Tras el fracaso en Castilla y León, Rubalcaba, con quien compartía además un ferviente madridismo, lo repescó y lo nombró secretario de Organización del PSOE. Es decir, su número tres. Una vez más, la obediencia tenía premio.
Esos fueron, sin embargo, los años más tumultuosos. Los socialistas se encontraban sumidos en una crisis profunda que desembocó en la llegada a la Secretaría general de Pedro Sánchez I, la rebelión interna y la vuelta de Pedro Sánchez II en 2017.
En ese último proceso de primarias, el del inicio del manual de resistencia, Óscar López se distanció de su amigo del alma y se puso del lado de Paxi López. Probablemente, su antiguo compañero en Bruselas había dejado de creer en él, como muchos en el partido, aunque apostó por un nuevo caballo perdedor.
Sánchez, que en su anterior etapa había nombrado a Óscar López portavoz en el Senado, no se lo perdonó esta vez. Y al igual que ocurrió con la mayoría de quienes le dieron la espalda al secretario general, a Óscar López le tocó una temporada en galeras.
Tampoco fue tan duro, en realidad. Porque al año siguiente Sánchez sacó adelante su moción de censura contra Rajoy y le dio un premio de consolación reservado para retiros dorados o temporadas en barbecho de quienes se han abrasado en la política: la presidencia de Paradores.
Ese fue el purgatorio para Óscar López, un joven que aspiraba a lo más alto en el partido y se fue arrimando tanto a los grandes tótems que terminó por convertirse en su chico para todo.
El último encargo
En 2021, Sánchez prescindió de Iván Redondo como asesor, conformó un equipo de gente cercana para hacer frente a una nueva realidad de trinchera y le levantó el castigo a su antiguo amigo, a quien nombró jefe de gabinete. El presidente necesitaba soldados a su alrededor y él daba el perfil.
Superadas las elecciones de 2023 y todavía como jefe de gabinete, la mano derecha de Óscar López, Pilar Sánchez Acera, fue quien intercambió la cadena de mensajes con Juan Lobato acerca de las comunicaciones entre la Fiscalía y el novio de Ayuso que han provocado el último cadáver político del socialismo madrileño.
Curiosamente, a Lobato lo relevará Óscar López, el hombre que estaba al frente del departamento clave de Moncloa vinculado a su caída.
La secretaría general del PSM es el próximo de sus encargos. Ha habido un penúltimo. Con la salida de José Luis Escrivá al Banco de España, Sánchez recurrió al comodín López para ocupar la silla de ministro de Transformación Digital y Función Pública. Desde ese despacho debe resolver asuntos tan sensibles como el reparto de la publicidad institucional a los medios de comunicación.