El presidente Pedro Sánchez, este domingo durante la clausura del Congreso del PSOE de Canarias.

El presidente Pedro Sánchez, este domingo durante la clausura del Congreso del PSOE de Canarias. Europa Press

Política

Socios y adversarios de Sánchez coinciden: presentar otra vez el ‘decreto ómnibus’ equivaldría a una cuestión de confianza

Dan por hecho que si el presidente no trocea el decreto y pierde de nuevo la votación tendrá que convocar elecciones.

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El Gobierno cree posible convencer a Junts para que vote el llamado decreto ómnibus cuando vuelva a ser presentado en el Congreso, y en eso se vuelca estos días, retomando todos los puentes de contacto con el partido de Carles Puigdemont. 

Eso sí, el Ejecutivo entiende que el no de Junts no es un rechazo al fondo de la norma, sino que es un no estratégico, por un interés político.

Eso da margen al Gobierno, pero al tiempo le obliga a buscar cómo acelerar algunos de los acuerdos que están atascados y que los de Carles Puigdemont sitúan en el capítulo de incumplimientos: los pactos que se cierran en Suiza y Bruselas, pero que en Madrid se matizan, obstaculizan o frenan.

"O se cierran las carpetas que tenemos pendientes o ningún otro tema que se ponga sobre la mesa podemos tratarlo", aseguró este domingo en El Nacional la portavoz de Junts, Miriam Nogueras, en referencia sobre todo a la cesión de competencias de inmigración a Cataluña.

Es decir, que para el Gobierno el coste de nuevos acuerdos con Junts puede ser el referido a la inmigración, que entiende imposible porque rechaza ceder nada menos que competencias para fijar cupos de migrantes o el control de fronteras, entre otras funciones. Y, por supuesto, rectificar y modificar el decreto.

Para el Gobierno será vital la nueva votación y por eso necesita asegurar que, opte por la fórmula que opte, tiene que ser lo suficientemente sólida como para no sufrir un nuevo rechazo.

Esta mañana, la vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz, ha defendido que Sánchez "debe llevar al Consejo de Ministros el mismo decreto y el PP tiene que explicar por qué ha votado en contra".

Para Díaz "quien tumba la medida no es Junts, que tiene siete parlamentarios" y ha señalado directamente al PP: "Lo derriba quien tiene más de un centenar de diputadas y diputados en el Congreso", ha explicado este lunes en un desayuno informativo organizado por Europa Press.

Tan importante es para el Ejecutivo esta decisión, que socios parlamentarios del Gobierno y miembros de la oposición aseguran que en la práctica esa votación será un sucedáneo de cuestión de confianza para Sánchez. Si pierde la votación, la situación creada puede llevar a un abismo de inseguridad jurídica y a un bloqueo total de la legislatura, un punto del que, según explican, sólo se podría salir con unas elecciones en primavera.

Esa votación, de facto, sustituirá la que pedía Puigdemont y que Sánchez rechazó con la amenaza de vetar la proposición no de ley en la Mesa del Congreso.

Si gana la votación, Sánchez habrá superado otro macht ball y podrá seguir adelante sin Presupuestos, a la espera de la próxima llegada a un abismo. La legislatura podrá seguir "como siguen las cosas que no tienen mucho sentido", como la canción de Sabina, pero seguirá.

“Si el señor Sánchez tiene ganas de seguir la legislatura, tendrá que cumplir los acuerdos con Junts per Catalunya”, asegura Nogueras.

Es decir, que en cualquier momento puede surgir un nuevo conflicto y el Gobierno puede quedar en minoría de nuevo.

En la Moncloa ya se preparan argumentarios para todas las posibilidades: no se contemplan elecciones y la legislatura llegará a 2027, el PP debe pagar el precio de haberse opuesto al escudo social contenido en el decreto, el Gobierno no cede en todo ante Puigdemont y Sánchez es el único oponente y freno del nuevo “supervillano” mundial, es decir, Donald Trump.

El primero es el normal, porque ningún Gobierno anuncia un adelanto electoral y está obligado siempre a asegurar que agotará el mandato. Así lo hizo Sánchez en 2023 hasta el día antes de disolver anticipadamente las Cortes.

El segundo está en marcha con la idea de que Alberto Núñez Feijóo ha cometido un grave error y puede ser caracterizado como el político que castigó a los pensionistas por acabar con el Gobierno.

El tercero está en el cajón como idea fuerza para justificar un eventual adelanto electoral. Se trata de asegurar que sólo haber puesto pie en pared ante Puigdemont ha cortocircuitado la legislatura, lo que desmiente la acusación de cesión permanente al chantaje de Junts.

Y el último ya ha empezado a ser desarrollado por Sánchez. Consiste en aprovechar el rechazo que provocan Trump y sus propuestas para presentarse como paladín del combate contra el presidente de los Estados Unidos, como discurso complementario del insistente sobre el miedo a la ultraderecha.