El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, presenta el Tercer Día del Hidrógeno de Enagás este miércoles en Madrid.

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Política

Moncloa considera que el giro de Feijóo sobre el decreto muestra que sólo pretendía acabar con el Gobierno

Satisfacción entre los socialistas porque consideran que la polémica sobre el decreto termina con un giro del PP que no ha sabido explicar.

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“No se debe hacer lo que no se puede explicar”. Ese es un principio básico para casi todo, pero especialmente para la política y ha estado presente en los últimos días en toda la polémica y los giros de guion sobre el decreto ómnibus.

Según el Gobierno, ese principio es plenamente aplicable a las posiciones cambiantes de Alberto Núñez Feijóo que han terminado con el anuncio de que el PP votará ahora a favor del decreto.

Miembros destacados del Ejecutivo aseguran que el líder del PP ha quedado atrapado por su ansiedad y sus prisas por acelerar el fin de la legislatura. Y el mensaje público de los socialistas ha pasado de asegurar que el PP no quería subir las pensiones a asegurar que se ha demostrado que no hay razones para su voto en contra del decreto y se ve que fue sólo una estrategia para acabar con el Gobierno a costa de los pensionistas.

La prueba, dicen, es que el PP no ha logrado explicar qué rechazaba del decreto y, de hecho, va a votar a favor de la cesión de un inmueble al PNV en París, lo que antes usaba para justificar su rechazo al decreto.

“De nuevo Feijó creyó que era su gran oportunidad de forzar elecciones, pero demuestra que sigue sin conocer a Pedro Sánchez y su capacidad de resistencia”, explica un ministro.

También minusvaloró que los presidentes del Gobierno siempre tienen un plus para marcar la agenda y llevar la iniciativa, aseguran los socialistas. Y, sobre todo, en tiempos de gobiernos en minoría, quien dirige el Gobierno tiene siempre a mano el botón de poner sobre la mesa asuntos para pactar a cambio de algo.

En el caso de Sánchez, además, en su equipo se admite que al haber naturalizado los cambios de opinión del presidente para salir de los atolladeros ya deja de ser algo extraordinario o penalizable políticamente.

Encima, ahora quien ha tenido que cambiar de opinión es Feijóo y sin haber logrado ninguna ventaja a su favor, como si ha logrado Sánchez al ganar tiempo y al recomponer las vías de negociación con Junts.

"Vuelve locos a sus votantes"

Incluso, el líder del PP ha perdido cercanía con Junts para posibles acuerdos políticos de futuro y se ha alejado años luz de PNV, también potencial socio de los populares a medio plazo. "Como el coyote del correcaminos, que acaba cayendo en sus propias trampas", ha resumido el ministro Óscar López.

Ha conseguido, además, inflar a Vox que queda como el partido más coherente porque se mantiene inalterable en el rechazo visceral a Sánchez. Muchos votantes de la derecha quieren que se rechace todo lo que venga del Gobierno de coalición y, por supuesto de Junts, y, según los socialistas, no entienden ni los acercamientos de Feijóo al partido de Puigdemont ni el voto favorable al decreto que es fruto del acuerdo del presidente y el independentismo catalán.

“Vuelve locos a sus votantes”, explica un miembro del Gobierno que añade que, por contra, los votantes de la izquierda ven que hay un objetivo en sus giros y sus pactos, que es el de lograr mantener un Ejecutivo progresista y evitar un triunfo de la ultraderecha. Coincide ese mensaje con la confrontación evidente de Sánchez con Donald Trump, aprovechando el rechazo que provoca el presidente de Estados Unidos.

Además, Feijóo ha mostrado precipitación y sobreactuación con lo de la recogida de firmas o el insólito pleno extraordinario del Senado celebrado mientras se cerraba el acuerdo que ahora apoyará el PP.

Fuentes de la Moncloa admiten, no obstante, que el asunto del decreto mueve poco voto, porque los bloques están muy determinados y si sube la ultraderecha es porque está muy movilizada, mientras que la izquierda no lo está.

Citan la encuesta de Sociométrica publicada este domingo en EL ESPAÑOL que muestra que cada bloque culpa al contrario de lo sucedido y, por ejemplo, más de un 80% de los votantes del PSOE dirigen su malestar hacia el PP.