El que fue voz y rostro de la comunicación gubernamental durante la crisis sanitaria de la Covid, Fernando Simón, ha vuelto a los focos este domingo tras una larga ausencia para ser entrevistado en el programa Lo de Évole.
Simón, convertido en un icono pop para una parte de la sociedad por su labor en esa época, ha evitado hacer autocrítica sobre los posibles fallos en su gestión y ha deslizado que la decisión de cerrar el sistema educativo adoptada por la Comunidad de Madrid, gobernada por el PP, fue precipitada.
Según él, no dar tiempo a que otras comunidades adoptasen medidas para controlar los desplazamientos desde y hacia la capital pudo contribuir a la expansión del virus a otras regiones.
"Se tomaron decisiones con las que no estaba de acuerdo. En una comunidad autónoma se cerró el sistema educativo, lo que implicaba que, sin medidas de control asociadas, muchas personas que iban a estar de vacaciones podían generar un problema importante en múltiples lugares. No estoy seguro porque es difícil, pero Madrid es una comunidad que atrae a mucha gente de otros lugares y yo creo que hubiera sido mejor dar un poco de margen para que otras comunidades se preparasen mejor”, sostiene.
Simón admite que la relación más complicada entre el Gobierno central y las autonomías fue la que mantuvieron con Madrid y Cataluña. No solo por sus características demográficas o por verse más afectadas por la pandemia, sino por la crispación política de esos territorios y sus efectos a la hora de "mezclar enfrentamientos políticos con aspectos técnicos”, explica.
Aunque en todo momento deja claro que está en desacuerdo con los protocolos sanitarios para las residencias impulsados por la Comunidad de Madrid, Simón admite que hubo que tomar “decisiones duras” en la pandemia.
“Era una situación de saturación de los servicios sanitarios. Puedo entender que en algunas situaciones se decline el traslado de algún paciente que estuviera desahuciado. Si hay una cama y diez pacientes, hay que tomar decisiones duras. Ahora bien, son decisiones que hay que tomar paciente a paciente y en base a su situación de salud, no en base a cuestiones como su situación cognitiva”, señala.
Simón ha reconocido que la exposición pública que lo convirtió en un fenómeno pop le acabó pasando factura y admite que recibió propuestas estrafalarias, como ejercer en bodas casando a gente o ser invitado para cantar en programas televisivos de gran audiencia.
Entre los aspectos que más le sorprendieron, e incluso, le molestaron, Simón ha recordado un titular “gracioso” en el que se comparaba su sueldo con el del futbolista argentino Lionel Messi, asegurando que este “gana un poquito más”.
También ha admitido que le tentaron para entrar en política, aunque niega ofertas en firme y asegura que ese no es "su mundo".
Simón, que acabó salpicado por el fuego cruzado del polarizado tablero nacional, también ha lamentado que en la política haya tanto “barro sucio” y denuncia que fue testigo de “mentiras flagrantes” que se decían a viva voz.
“Para algunos, esta era la forma de hacer política, pero me parece injusto y mezquino usar esas mismas estrategias o que se usasen medios de propaganda para difundir campañas de odio contra personas que no pueden defenderse. Los técnicos no tenemos abogados”, critica.
Respecto a las presiones políticas, admite que, cuando comenzó a ejercer como voz y rostro de la comunicación entre el Gobierno y la población española, trató de ser influenciado por el entonces director de Gabinete de Pedro Sánchez, Iván Redondo.
“No es que me dijeran exactamente qué podía y qué no podíá decir. Antes de mi primera rueda de prensa, es cierto que vino Iván Redondo y me dijo que a ver cómo íbamos a comunicar esto. Yo le corté y le dije que tenía mucho trabajo, que iba a comunicar lo que tenga que comunicar y a no comunicar lo que no tenga que comunicar, pero no voy a decir lo que tú me digas”, explica Simón.
Tras su rechazo, Simón asegura que el entorno de Sánchez no volvió a tratar de influir en él, sobre todo porque vieron que “lo estaba haciendo bien”.
La experiencia fue clave en su desempeño, admite, recordando su labor durante la crisis que se desató en agosto de 2014 por el brote de ébola.
Simón denuncia que el Ejecutivo de Rajoy también intentó influir en su manera de comunicarse, algo indignante para él. “Si me han elegido a mí para comunicar, comunicaré de la manera en que yo lo hago. Y si quieren hablar ellos, pues que hablen ellos”, reflexiona.
Decepción con Ábalos
A mitad de la entrevista, aparece en escena el president de la Generalitat de Cataluña y ministro de Sanidad durante la pandemia, Salvador Illa, para rememorar y reflexionar sobre los entresijos de la gestión de las medidas sanitarias.
Tanto Simón como Illa reconocen su “decepción” con el exministro José Luis Ábalos por su implicación en las tramas de corrupción que permitieron a unos pocos enriquecerse con la pandemia.
“Me ha decepcionado, hay que llegar hasta el final cuando hay comisionistas o familiares que se lucran. Me hubiera gustado que nada de esto hubiera sucedido y que la gente hubiera estado en lo que tenía que estar, en lugar de beneficiarse. Quien tenga que pagar por lo que hizo, que lo haga, porque eso es un Estado de derecho”, sentencia Illa.
El president admite que se reunió con el comisionista Koldo García y que este le prometió, como era habitual en esas fechas, conseguir “lo que nadie conseguía”, aunque Illa insiste en que declinó sus propuestas y le pidió que se remitiese a los procedimientos habituales. “Si hubiera sospechado, hubiera actuado. Pero no sospeché”, añade.
El momento más duro
En la entrevista, Simón admite que el peor momento fue cuando España llegó a registrar 1.000 muertos al día.
"Sentíamos que estábamos haciendo muchas cosas duras, con impacto, y aun así, teníamos 1.000 muertos. Sabíamos que nuestras decisiones tenían consecuencias positivas, pero al ver 1.000 muertos, empiezas a plantearte, a mirar a lo que hacen otros países... eso quizás fuera el momento más duro", confiesa.
Cuestionados por Évole sobre la capacidad de ambos para haber sobrevivido en la esfera pública a una gestión tan polémica y desgastadora como la pandemia, tanto Illa como Simón deslizan que su labor les ha reportado recompensas.
Illa señala que "si no se quemaron políticamente fue porque no tuvieron miedo a quemarse" y "estuvieron a lo que tenían que estar, no a hacer cálculos":
Por su parte, Simón reflexiona que los epidemiólogos dedican toda su vida a formarse para afrontar ese tipo de situaciones, por lo que "ni se le pasó por la cabeza actuar con cuidado para no quemar su imagen".
“No te apetece que haya una pandemia, pero cuando llega una situación para la que llevas formándote toda tu vida, no puedes apartarte. ¿Qué sentido tiene tu vida y tu formación entonces?", reflexiona.
En uno de los momentos más personales de la entrevista, Simón reflexiona su vocación y afirma que, aunque su padre era psiquiatra y quería que siguiera sus pasos heredando su consulta, él siempre tuvo clara su voluntad de servicio público.
"En otro país, hubiera sido diferente, pero para mí, fue muy importante el hecho de que en nuestro país haya un sistema sanitario que atiende a toda la población sin mirar quién eres o cuánto ganas. Respeto a los que quieran trabajar en el ámbito privado, pero a mí me dieron ganas de contribuir a que ese sistema sea cada vez mejor".
Para él, la Sanidad pública no solo es una cuestión ética, sino "rentable y sostenible" que ha de ser priorizado sobre "los intereses empresariales o económicos".
"Todo depende de en lo que queramos invertir con nuestros impuestos. Si votamos a alguien que quiera invertir en Sanidad, tendremos un buen sistema sanitario; y si no, pues tendremos uno peor. Cuando se habla de este tema, la rentabilidad no debería tomarse en cuenta en la toma de decisiones", reflexiona.