Una madre es una madre. Y así se ha comportado este martes la del presunto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ortiz, acusado de haber agredido sexualmente a cuatro menores de edad entre 2013 y 2014. María Dolores Martín podría haberse negado a declarar al ser familiar directo del acusado pero ha preferido hacerlo y protegerle.
El piso de la calle Santa Virigilia, en el distrito de Ciudad Lineal, donde la Policía señala que se produjeron varias de las agresiones, es propiedad de la madre de Ortiz. Una de las víctimas, una pequeña de 9 años, identificó y describió la casa, cerca de la zona donde fue encontrada. Esta agresión se produjo el 10 de abril de 2014 y la madre de Ortiz aseguró a la Policía cuando detuvieron a su hijo que le había dejado las llaves del piso durante ese mes de abril.
Pero ahora lo desmiente. Bajo ningún concepto durante el mes de abril su hijo tuvo las llaves del apartamento, que se encontraba en obras porque se iban a ir a vivir allí unos meses más tarde. “Es imposible que yo dijera eso porque desde marzo a abril no tengo conversaciones con mi hijo por teléfono. No le dejé mis llaves”, ha señalado ante el tribunal que juzga a su hijo en la Audiencia Provincial de Madrid.
Le aleja del día de los abusos
Según ha insistido la madre de Ortiz, que ha declarado por videoconferencia desde Málaga, no dejó a su hijo las llaves hasta mayo o junio, cuando empezaron a hacer la mudanza. Pero es más, la madre recordó que el día después de la agresión de la menor del 10 de abril celebraron todos juntos el santo de ella y estuvo con su hijo, con su hija y con sus hermanos todo el día. Y por eso es capaz de recordar que el día antes su hijo no le había pedido las llaves de Santa Virgilia.
Según ha relatado, con el tiempo, después de la detención de su hijo, pudo ir comprobando a través de las conversaciones con su hijo vía whatsapp (mensajería instantanea) cuando había ido al piso en cuestión, y resuelta que no son las fechas que dijo inicialmente cuando tuvo que acudir a declarar ante la Policía el mismo día de la detención de su hijo en septiembre de 2014. “En este momento estaba en estado en shock. Estaba hundida en ese momento, oiga. Si tengo firmar mi sentencia de muerte la firmo en ese momento porque no tenían ni idea”, le ha respondido a la fiscal.
En la habitación de invitados del piso de Santa Virgilia había un colchón pastificado. Conocido por los investigadores como el “piso de los horrores”, la Policía Científica levantó la bañera y parte de las tuberías. El presunto pederasta contrató a una empresa de limpieza para borrar indicios, pero en un dormitorio, en el plástico que cubría un colchón, se halló una huella palmar, sangre y células de una de las víctimas, así como esperma del acusado. En otro recinto se hallaron restos de vómito de la menor.
“El polvo me da manía”
Sin embargo, la madre ha asegurado que fue ella quien limpió ese colchón para quitar el polvo provocado por las obras. ”Limpié y aspiré el colchón. Lo que no quería era que cogiera polvo. Pasaba un trapo con agua y amoniaco para que no manchara. Me interesaba limpiar la superficie para poner mis cosas. Lo he limpiado mucho todo eso. Es que el polvo me da manía”, ha señalado.
De la investigación se desprende que Ortiz pudo suministrar Orfidal para sedar a las pequeñas, anular su voluntad y eliminar cualquier resquicio de resistencia al ataque. Además, pretendía que no recordaran ningún detalle relevante que pudiera incriminarle ni direcciones ni trayectos. En dos de las ocasiones, según varios informe periciales incluidos en el sumario, dos de las víctimas (la de abril y la de junio), estuvieron en “riesgo de muerte o riesgo vital” debido a la elevada dosis de barbitúricos que les proporcionó el sospechoso, dado su escaso peso. Sus letrados piden por ello que se le acuse por dos tentativas de homicidio.
La madre de Ortiz ha defendido que en el piso de Santa Virgilia no había medicamentos y ha confirmado que efectivamente el médico a ella le recetó Orfidal en una ocasión, “pero como no me lo tomaba lo llevé al punto limpio”. “Igual dejé alguna pastilla pero vamos que estaba caducado y no se si quedaba alguna pastilla, no lo se. Nadie toca en mis cajones”, ha insistido.
Una de las líneas de defensa de Ortiz para pedir la nulidad de toda la causa es que la Policía entró sin autorización judicial a ese piso, lo que de confirmarse anularía todo el proceso. La defensa pretende sembrarla duda de que los agentes pudieron dejar pruebas falsas en el domicilio. Y su madre ha aumentado esa sombra de duda. “Fui un día y no podía abrir mi puerta. Llamé al del seguro y me dijeron que seguramente habían intentado abrir la puerta”, ha indicado. María Dolores Martín sitúa ese momento el 23 de agosto de 2014, cuando toda la Policía iba en busca del pederasta de Ciudad Lineal, que atemorizaba a Madrid y a toda España.