El ex número dos de la Policía, el hombre que controló todo el cuerpo policial hasta su jubilación hace unos meses, Eugenio Pino, fue puesto contra la cuerdas por el juez, los fiscales, el abogado del Estado y los abogados de la defensa del 'caso Pujol' por sus continuas contradicciones durante su declaración en calidad de testigo por el pendrive aparecido en la UDEF con información de la familia catalana que nadie sabe decir de dónde se obtuvo. Se desdijo de parte de lo afirmado en un escrito previo remitido al Juzgado y llegó a decir: “Si me pregunta, si lo juro ante la biblia, le digo que no”.
Tras asegurar los responsables de la Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal de la Policía (UDEF) que el origen estaba en el registro judicial realizado a una agencia de detectives, Método 3, y que la persona que lo entregó fue el inspector Bonifacio Díaz Sevillano que trabajaba bajo las órdenes directas de Pino, este último decidió enviar voluntariamente un escrito al Juzgado dando su propia versión de los hechos.
El juez de la Audiencia Nacional José de la Mata, que ha iniciado una investigación para conocer si el origen de esa información es lícita y legal, prefirió escuchar a Pino dado que su escrito ponía en 'solfa' todo lo asegurado por otros mandos policiales. El objetivo principal de Pino era sostener que la persona que consiguió ese pendrive era el responsable entonces de Asuntos Internos, Marcelino Martín Blas, con quien -reconoce- no tiene una buena relación, y así descargar toda la responsabilidad sobre un posible origen ilícito de esa información en él.
“¿Por qué se mete en este charco?”, le espeta el abogado del Estado durante su interrogatorio el pasado 16 de febrero, al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. “Porque Sevillano -en referencia a Bonifacio Díaz Sevillano- dice que no sabe nada, al final va a aparecer al final de la cadena Marcelino, y para eso lo digo yo y ya está”, contestó.
Cuando Díaz Sevillano -al que Pino califica como “su secretario personal”- declaró en el Juzgado negó que él diera el pendrive al exjefe de la UDEF, en contra de la versión de éste. Sin embargo, aseguró que en la Dirección General Operativa, donde estaba adscrito, había una copia de esa documentación en un disco duro, que se borró cuando Pino dejó el puesto y se jubiló. Después de su declaración se puso en contacto con Pino -tal y como ha asegurado este último- y fue cuando éste decidió enviar una carta contando su versión de los hechos.
“Añoranza de jubilado”
La primera sorpresa de De la Mata es que el inspector puso en aviso a su exjefe, ya jubilado, de las pesquisas del juez cuando éstas estaban secretas y, por tanto, tenía deber de guardar silencio. Pino reconoció al juez que enviar aquel escrito fue meterse “en un charco” y que lo hizo por “añoranza de jubilado”. “Ya pero usted es el jefe de todos los policías. Conoce que las informaciones deben ser exactas, deben ser útiles, y llega aquí y dice que no sabe el contenido del pendrive, dice que Marcelino no le dice nada, que no sabe nada de la causa, que lleva cientos de asuntos, ¿por que presenta ese escrito? Y luego viene y lo que conseguimos es casi cero”, le insiste el abogado del Estado.
Pero éste va más allá. “¿Es usted amigo de Marcelino?”, le pregunta. “He sido íntimo suyo. Ahora no pero, ¿qué tiene que ver con la causa?, contesta el ex DAO. “Igual es el motivo de la causa”, añade el abogado, que representa a la Agencia Tributaria. “He sido muy amigo, ha sido hombre de mi máxima confianza, y ahora no lo es”, aclara el testigo. “¿No se mueve por esa perdida de amistad?”, sigue el abogado. “Para nada. Lo que pretendo es que haya una claridad. He contribuido voluntariamente. Es cierto que fue una precipitación. Hay cosas imprecisas. No quería que quedara que nadie sabe de donde venía el pendrive. Pues ya lo digo yo. Será añoranza de jubilado”, añade.
“Lo adorné con lo de los detectives”
Durante casi dos horas de interrogatorio, Eugenio Pino se desdijo o matizó prácticamente de todo lo que había recogido en su escrito inicial. En éste, aseguraba que Martín Blas tenía como colaboradores a dos detectives de Método 3 -en referencia a Antonio Tamarit y Julián Peribáñez- y que fueron éstos quienes entregaron al comisario de Asuntos Internos un pendrive con actividades de dudosa legalidad.
Sin embargo, durante su interrogatorio reconoció que “adorné el escrito con los detectives, puede que no sean”.
Según su versión de los hechos, “una mañana” de finales de 20123 o principios de 2013 Martín Blas le entrega un pendrive. Como estaba encriptado se lo devolvió “al minuto” y él ya no supo nada más de ese dispositivo. En su escrito, aseguró que el origen era Método 3 pero ante el juez no fue capaz de confirmarlo. “Di por hecho que era por Método 3 porque Marcelino se encargaba de Método 3 pero no me dijo nada”, espetó.
La fiscal, “desconcertada”
“Si Marcelino está haciendo Método 3 y me viene con un pendrive entiendo es que de Método 3 pero no lo puedo decir 100%. No me dice absolutamente nada. Solo me da un pendrive. Entiendo, por mi imaginación poderosa como policía, que es Método 3. Ahora si me pregunta si lo juro ante la Biblia le diré que no lo se”, asegura a una fiscal de Anticorrupción “desconcertada”.
En su escrito, señaló a esos dos detectives concretos pero durante la declaración no recordó si eran esos u otros. “Ahora estoy obligado a decir verdad”, reconoció. También llegó asegurar en aquella manifestación escrita que ordenó a Martín Blas entregar esos documentos al Centro Nacional de Inteligencia (CNI) y a la UDEF porque había “referencias” a un exdirector del CNI -el general Del Olmo- y a un hermano de Rubalbaba, lo que se interpretó como que podían estar implicados en algo irregular.
“No fue exacto. Quería decir que puede haber papeles de interés para ellos, no que pudiera implicarles”, aclaró Eugenio Pino durante su declaración. En su escrito, llegaba a decir que Martín Blas le comentó que el expresidente de la Generalitat, Jordi Pujol, había pagado 700.000 euros al director de Método 3 por esa información. “Es sólo un rumor”, zanjó.
“Nunca tuve el pendrive”
La declaración de Pino se contrapone a las demás declaraciones realizadas por otros mandos policiales. Insistió una y otra vez que él nunca tuvo una copia de ese pendrive y que su único papel fue decir al comisario de Asuntos Internos que entregara una copia a la UDEF, al CNI y a la Fiscalía Anticorrupción. “¿Dio órdenes de que se destruyera algún disco duro de su Gabinete?”, le preguntó el juez. “¿Pero por qué voy a hacer eso?”, contestó Pino. “Bonifacio dice que sí. Manifiesta que el contenido del pendrive estaba en el dispositivo”, le advierte De la Mata.
“Yo no era consciente de eso. Lo acabo de saber ahora mismo”, subraya el ex DAO, quien apostilla: “entiendo que me meto en un charco al mandar el escrito, pero es así”. Volvió a reiterar que “después de devolver el pendrive a Marcelino no he vuelto a saber nada más, si se hicieron copias, cuántas, lo ignoro. No he vuelto a saber nada más del pen”.