Francisco Javier Ortega tenía 29 años y llevaba seis prestando servicio en el Cuerpo Nacional de Policía. Consiguió aprobar las oposiciones después de una vida nada sencilla. A los nueve años se quedó huérfano de padre y madre y tanto él como su hermana fueron cuidados desde entonces por su abuelo.
Aquella fría mañana del 2 de enero de 2015 había comenzado agitada. A primera hora, un ciudadano magrebí había amenazado con inmolarse en la estación de Atocha (Madrid). Tanto la Policía Nacional como la Municipal de Madrid fueron alertadas por el estado de psicosis que se había generado. No sólo era el mismo escenario en el que casi 11 años antes habían muerto cerca de 200 personas por los atentados del 11-M, sino que días antes había habido una oleada de atentados terroristas en Francia. El 21 de diciembre, un hombre en la ciudad francesa de Dijon atropelló a 11 peatones en cinco áreas de la ciudad en el espacio de media hora. El hombre gritaba “Alá es grande”.
Desde la Policía se había alertado de lo ocurrido y un gran número de efectivos acudieron a Atocha. Al final, el magrebí no llevaba explosivos, había sido una falsa alarma. No obstante, cinco días después, también en Francia, dos hombres enmascarados y armados con fusiles de asalto irrumpieron en el semanario satírico Charlie Hebdo matando a tiros a 12 personas.
La mañana del 2 de enero había comenzado movida. Después de conocer que era una falsa alarma, la Policía recibe otro aviso. Algo había ocurrido muy cerca de Atocha, en la estación de tren de Embajadores. Ya eran las 11:30. Allí estaba Francisco Javier Ortega. Junto a un compañero suyo de la Brigada Móvil-Policía en el Transporte de la Comisaría General de Seguridad Ciudadana visualizaron a un joven, marfileño, en el vestíbulo de la estación.
Éste comenzó a insultarles y tras continuar con su “conducta agresiva y amenazante”, los dos agentes le pidieron la documentación.
Una orden de expulsión previa
Este marfileño se llama Ali Raba Yode. Sobre él pesaba una orden de expulsión del país tras arrastrar una condena de seis meses de prisión por un atentado contra la autoridad. Cuando los agentes pidieron su documentación y buscar en las bases de datos si tenía todo en regla, Raba decidió escapar hacia los andenes del tren.
Allí le volvieron a interceptar y a requerir la documentación, pero el joven africano siguió con sus insultos y el tono agresivo a los agentes. La Fiscalía considera probado que Raba “se tornaba cada vez más agresivo y vociferante”. Mientras que los dos agentes de policía le pedían que se calmara, el hoy acusado esperó a que llegara el tren y cuando lo vio aparecer empujó a Francisco Javier a las vías del tren.
Al empujar al policía, Raba perdió el equilibrio y también se precipitó a las vías, pero tuvo más suerte. El agente murió en el acto al ser arrollado por el convoy. Recibió un impacto del tren en la cabeza, “lo que le produjo la muerte instantánea por evisceración casi completa de la masa encefálica, junto con otros traumatismos en el tórax y extremidades”, explica el Ministerio Fiscal en su escrito de acusación.
El acusado sí sobrevivió
El marfileño estuvo grave, le llevaron a la UVI, pero sobrevivió. Por eso este martes comienza en la Audiencia Provincial de Madrid el juicio por estos hechos. Ali Raba Yode se enfrenta a una pena de 20 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía en concurso con un delito de atentado con medio peligroso.
"El acusado actuó con el ánimo de acabar con la vida del policía y siendo consciente de que la muerte podría sobrevenir como consecuencia natural y altamente probable de su conducta, sin que la víctima tuviera oportunidad de defensa eficaz ante el ataque por completo inesperado y sorpresivo del acusado", sostiene el escrito de acusación de la Fiscalía.
Además de reclamar una indemnización de 30.000 euros para la novia de Francisco Javier, la Fiscalía pide que una vez que haya cumplido tres cuartas partes de su condena, el acusado sea expulsado de España por un plazo de 10 años.
Una de las principales pruebas contra el acusado es el vídeo de las cámaras que graban el anden, así como otras imágenes capturadas por diversos pasajeros. Su compañero quedó instantáneamente en estado de 'shock', pero en cuanto pudo recomponerse explicó todo lo ocurrido a los agentes que acudieron ante la llamada de alerta.