“Tras solicitar su colaboración, mostraron una actitud pasiva”. Esta frase se repite casi como una letanía a lo largo del atestado definitivo que la Guardia Civil remitió la semana pasada a la Audiencia Nacional. Describe así la actuación de los Mossos d’Esquadra durante el pasado 1-O. Es un repaso detallado a un total de 41 intervenciones en centros de votación del referéndum ilegal en las cuatro provincias catalanas en las que el informe llega a contabilizar la traición de alrededor de un centenar de mossos. En su minucioso repaso se detallan incluso enfrentamientos directos entre agentes o abrazos con los manifestantes.
Especialmente significativo fue lo que sucedió en el Ayuntamiento de la Tallada de l’Empordà, en Girona. El lugar, en contra de lo que había ordenado el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, no estaba precintado y había cerca de 40 personas situadas para impedir el acceso de los guardias civiles. Todo ello ante la presencia de dos mossos, que permanecían “impasibles”. Cuando los guardias civiles les pidieron ayuda para retirar a los concentrados, uno de los policías autonómicos se negó. “¿Por qué motivo? No molestan”, replicó en catalán. “Al finalizar la actuación, se pudo observar como los mossos d’Esquadra allí presentes incluso llegaron a abrazar a algunos de los agresores que participaron activamente en la resistencia”, relata el informe al que ha tenido acceso EL ESPAÑOL.
Éste es uno de los ejemplos que detalla el atestado en el que se incluyen numerosas fotografías -muchas de ellas recogidas de los medios de comunicación y vídeos difundidos en las redes sociales-. Se aprecia la actitud pasiva o incluso de colaboración con los independentistas. Son 17 intervenciones en Barcelona, nueve en Tarragona, nueve en Lleida y seis en Girona. En la mayoría de los casos la presencia de los Mossos se reduce a una pareja de agentes que, para cuando llegan los guardias civiles, ya están en el lugar de los hechos. Debido a la complejidad del momento, sólo en algunas ocasiones los agentes del Instituto Armado lograron identificar a los mossos por su número de placa. En otros casos se limitaron a anotar las matrículas de sus coches oficiales aparcados en las inmediaciones.
Sólo en la provincia de Barcelona el atestado recoge la actuación de 49 mossos. Otro caso ilustrativo es el que tuvo lugar en un centro de votación de la localidad barcelonesa de Sant Cebriá de Vallalta. Uno de los dos mossos desplegados en ese punto, un caporal, llegó a decirle a uno de los agentes la Guardia Civil que “no le reconocía como autoridad y que únicamente reconocía y obedecía órdenes del mayor Trapero”. Añadió que “tampoco reconocía al Tribunal Superior de Justicia de Cataluña”, según el atestado.
Algo más surrealista fue la escena que les tocó vivir a los agentes del Instituto Armado que se desplazaron hasta el colegio de la Avenida Montserrat, también en la provincia de Barcelona. Un mando de los Mossos se acercó a recriminarles su actuación y llegó a preguntarles si su presencia allí respondía a alguna orden judicial. Días antes el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) había dado orden tanto a la Guardia Civil como a la Policía Nacional y los Mossos de precintar los colegios habilitados para el referéndum que previamente había sido anulado por el Tribunal Constitucional. En las reuniones de coordinación que se celebraron entre los tres cuerpos se había acordado que fueran los Mossos, que tienen competencias de seguridad ciudadana, los que se hicieran cargo del precinto de los centros de votación antes de las seis de la mañana del 1-O.
"En tono amenazante"
En un instituto de Sant Joan de Vilatorrada la pareja de Mossos destacada en el lugar solicitó a los guardias civiles "en tono amenazante" la autorización judicial para entrar en el centro. Este enfrentamiento fue presenciado por una masa de unas 200 personas que comenzaron a proferir gritos en favor de los Mossos. Según el atestado de la Guardia Civil, los agentes autonómicos tuvieron que ser alejados para poder acceder al edificio a requisar el material electoral.
Hubo contadas excepciones de colaboración entre los Mossos y la Guardia Civil esa mañana del 1 de octubre, como la que se produjo en la asociación de vecinos Canadá Park, otro de los centros de votación habilitados por la Generalitat para el referéndum ilegal. Uno de los agentes de los Mossos d’Esquadra allí personados se dirigió a la gente para indicarles que los guardias civiles tenían que entrar a inspeccionar el lugar. De hecho, les abrió paso para que pudiesen pasar. Fue un caso aislado.
“Qué vergüenza”. Esa es la frase que les dedicó otro agente de los Mossos al despliegue del Instituto Armado que accedió al centro cívico de la localidad de Villalba Saserra (Barcelona) a cumplir el mandato judicial. En el instituto Juncadella, en la localidad de Sant Joan de Vilatorrada, fue directamente el concejal de ERC Jordi Pesarrodona el que se atrincheró dentro del edificio con el resto de la gente a la que animaba a impedir el acceso de los agentes.
División en los Mossos
El atestado también refleja la división interna dentro del cuerpo autonómico. Así se desprende de la reseña que se refiere a la intervención en un colegio público de Tarragona en el que se personaron dos sargentos de los Mossos. Mientras uno de ellos mostraba una actitud “totalmente colaboradora con los guardias civiles”, el otro, “de nombre Pedro, mostró una actitud autoritaria hacia la fuerza actuante”. En alguna ocasión la negativa de los mossos ayudar se extendía incluso a la hora de regular el tráfico para facilitar la salida de los vehículos de la Guardia Civil. En otro caso, los agentes catalanes informaron de que antes de actuar tenían que consultar a sus superiores. Una vez hecha la consulta, tampoco colaboraron.
En el Ayuntamiento de Siurana un agente de los Mossos optó por grabar con su teléfono móvil la actuación de la Guardia Civil. “Es de reseñar que el citado agente, además de grabar la actuación, propinó un empujón al oficial responsable del dispositivo operativo, mientras reprochaba la actuación a los agentes.
La pasividad de la Policía autonómica catalana no fue una actitud observada sólo el 1-O, sino una línea de actuación exteriorizada ya antes. El atestado de la Guardia Civil refleja los enormes problemas que los agentes tuvieron el 20 de septiembre cuando, actuando como policía judicial dependiente del juez de instrucción número 13 de Barcelona, trataban de llevar a cabo las detenciones y registros ordenados.
"No podemos hacer mucho" por la letrada judicial
El conflicto más conocido del 20-S fue el que se produjo en el registro de la Consejería de Economía, donde los guardias civiles y la comitiva judicial permanecieron sitiados durante 18 horas, acorralados por hasta 40.000 personas ante la mirada condescendiente de los Mossos. Pero no fue el único episodio.
Durante el registro del despacho de Xavier Puig Farré, responsable de la oficina de asuntos exteriores de la Generalitat, unas 200 personas cortaron la Vía Layetana. Finalizado el registro, "ante la hostilidad que se evidenciaba en las personas concentradas", dice el atestado, la Guardia Civil pidió apoyo a dos mossos que se encontraban en el exterior. Éstos respondieron que "no podían hacer mucho" para evacuar a la letrada de la Administración de Justicia y al detenido junto a los agentes participantes.
"Finalmente se optó por obviar el insuficiente apoyo de los Mossos d'Esquadra y, protegida por miembros del GRS [Grupos de Reserva y Seguridad] de la Guardia Civil, fue trasladada la letrada judicial hasta un vehículo oficial camuflado en el que abandonó el lugar, siendo increpada, amenazada y objeto de lanzamientos de objetos por los manifestantes".
Cuando se conducía a otro coche oficial al detenido, los concentrados lograron cogerle por distintas partes del cuerpo y de la ropa "con intención de sustraerlo al control de los agentes", afirma el atestado.
Hubo forcejeos y el coche de la Benemérita fue golpeado, resultando con numerosas abolladuras y con rotura del cristal de una de las ventanilla. "Se llegó a temer por la integridad física de los agentes", concluye el atestado.