La Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional juzga este jueves a Abdallah Lachiri, un hombre de 42 años de nacionalidad marroquí que fue detenido en 2016 en Valencia y está acusado de pertenencia o colaboración a organización terrorista.
Según la Fiscalía, el hombre habría utilizado los medios digitales de su supermercado-locutorio de la calle Corregería de Valencia para establecer contacto con combatientes del Estado Islámico en zonas de conflicto. Para ello habría creado un entramado de hasta nueve perfiles distintos de redes sociales. Por estos motivos, el Ministerio Público solicita 10 años de prisión para él y otros 10 de libertad vigilada, así como la inhabilitación para empleo o cargo público durante todo el tiempo que dure la condena.
En los registros de su negocio y su domicilio en la calle Juan de Garay de la capital valenciana, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado encontraron audios y fotografías en los que ensalzaba a organizaciones terroristas como DAESH y Al Qaeda, así como a los desaparecidos líderes de ambas, Abu Bakr Al Bagdadi y Osama Bin Laden. Entre esos archivos y conversaciones de Whatsapp también dieron con una fotografía de un individuo sin identificar, posando delante de la bandera de Estado Islámico portando un fusil de asalto.
"Célula autónoma"
El hombre, nacido en Tetuán (Marruecos) afirmó que "el Estado Islámico es sino y destino de los gobernantes árabes, les corresponde rendirse ante la realidad y rendirle pleitesía a Al Baghdadi como Califa de los musulmanes".
Bajo esta creencia hacía, según defiende la Fiscalía, una "difusión extraordinariamente activa de propaganda, selección y reclutamiento de futuros adeptos". De ahí que se le identifique como "una célula local autónoma creada bajo los dictados y premisas del DAESH para servir como uno de sus aparatos de propaganda".
Según el Ministerio Público tenía la función de "localizar a personas proclives al yihadismo, seleccionarlos, adoctrinarlos y captarlos, eventualmente para convertirlos en colaboradores/miembros de la organización terrorista". También le atribuyen haber formado un censo de potenciales "candidatos" que asumieran y participasen de los medios y procedimientos violentos del DAESH que, llegado el caso, podrían incluir la comisión de atentados.
Con una compleja red de comunicación con difusión internacional a través de sus distintos perfiles consiguió llegar a 22.000 seguidores, según el Ministerio Fiscal. Sus interlocutores, según se recoge en el escrito de acusación, le daban trato de Sheik (jeque o viejo sabio).
Enseñanzas para sus hijos
Entre el material encontrado en sus manos, había una exposición en la que el acusado dice que "no impedirá a sus hijos que revienten Francia salvo que Francia cumpla con sus deberes". Lachiri es padre de tres hijas y un hijo con quienes convivía en el domicilio familiar.
En otra de sus publicaciones, manifestaba sentir envidia por quienes combatían con Estado Islámico, aunque reconocía que él intentaba compensar el no poder empuñar las armas con su contribución a través de las redes sociales.
En este sentido, decía "sentirse avergonzado" ante un vídeo en el que mujeres ataviadas con un niqab se entrenaban con armas para combatir, mientras que él como hombre no lo estaba haciendo.
Tras la investigación que el Juzgado central de Instrucción número cuatro siguió contra él, ahora llega el momento del juicio, que tendrá lugar este jueves en la sede de Génova de la Audiencia Nacional.