Los "pantallazos" de conversaciones sobre encuentros sexuales, flirteos y situaciones picantes que el músico Mikel Izal habría mantenido presuntamente con algunas de sus fans corrían la pasada madrugada como la espuma en la red social Twitter.
En éstas, difundidas desde dos o tres perfiles anónimos y a su vez compartidas por miles de usuarios, se tildaba al vocalista del exitoso grupo indie Izal de acosador, aportando dichos mensajes como prueba de un presunto delito de acoso sexual denunciado en la singular "picota" en la que se ha convertido Twitter en los últimos días. Mensajes que, presuntamente, salían de la boca de distintas mujeres o de sus novios, pero que no tenían una autoría clara y tampoco podían probarse.
"Mikel Izal estaba en un pub cerca de donde una de mis amigas y sus amigos se encontraban. A una de ellas le gustaba mucho, le llegó el rumor y fue a verle. Cuando llegó al pub, él la invitó a su hotel y bueno, ella fue. Dijo que había sido una de sus peores noches, que había sido un guarro, la había tratado fatal y sin ningún respeto. Le obligó a que se la chupase", se podía leer en uno de esos mensajes compartidos. En otros, se le acusaba incluso de abusar de menores de edad, un delito penado con entre dos y seis años de prisión en el Código Penal.
El cantautor se ha visto obligado a negar todas las acusaciones y a hablar de una "horrible campaña" contra él: "La red y su crueldad anónima distorsionó el contenido de mi corazón y mi cerebro hasta hacerlos irreconocibles, usando además como arma aquello que quién me conoce sabe que me revuelve el estómago: el menosprecio a la mujer", se podía leer en el comunicado que envió a los medios de comunicación. No fue el único blanco de dichos perfiles anónimos, como '@fuckinghalley', que también acusó al humorista Antonio Castelo de abuso de menores.
Las denuncias, ante la Policía
Fuentes policiales aclaran a EL ESPAÑOL que "todo lo que se denuncia 'por ahí' (en referencia a las redes sociales) no sirve para nada si no se acude a una comisaría de Policía". Y en este sentido, Lina González, portavoz de la Federación de Igualdad y Conciliación del Sindicato Unificado de Policía (SUP) explica a EL ESPAÑOL que las comisarías disponen de las Unidades de Familia y Mujer donde profesionales cualificados atienden a las mujeres que llegan para denunciar cualquier tipo de acoso sexual o laboral. En éstas, cada vez que una mujer registra una denuncia, se elabora un atestado y se comunica a un juzgado la posible existencia de un delito con las correspondientes pruebas recabadas. A partir de ahí, el juzgado inicia una investigación y da traslado de las actuaciones a la Fiscalía. Si hay un autor conocido, se le detiene e interroga.
La Fiscalía, además de ejercer como parte acusadora si se llega a un juicio oral, también puede exigir al juez durante la instrucción (investigación) la adopción de medidas cautelares como una orden de alejamiento o la prisión provisional si el delito es muy grave (asesinato) o se trata de un violador en serie, según explican fuentes del Ministerio Público.
En el caso de los menores de edad, la Fiscalía interviene como apoyo, pues éstos deben estar acompañados por un mayor para denunciar los hechos que también serán trasladados a un juzgado.
Éstas últimas son las verdadera vías para denunciar las situaciones que se consideren delictivas. En este sentido, Lina González avisa de que "hay que ser muy escrupuloso" con las denuncias, puesto que igual que las mujeres tienen derecho a denunciar, un hombre no debería ser acusado de unos hechos falsos.
La representante de SUP también alerta de que dichas Unidades de Familia y Mujer no funcionan las 24 horas del día a pesar de que la mayoría de las denuncias se registran de madrugada, por lo que a veces las mujeres dejan su denuncia a un policía no especializado que no lo traslada a la unidad encargada hasta el día siguiente.