Marisa estaba en una reunión de trabajo en Vitoria aquel 17 de enero de 2002. Cuando a las 17.30 horas su madre la llamó por teléfono y le dijo que unos mensajeros le habían traído un paquete a casa, el corazón le dio un vuelco: "Déjalo lo más alto que puedas y salid corriendo de allí", dijo acelerada.Llamó a la Ertzainzta y volvió corriendo a Leioa (Vizcaya), donde ocurrieron los hechos. Desde entonces, nada fue igual.
ETA había puesto a la periodista -delegada de Antena 3 en el País Vasco- y también a su padre, Antonio Guerrero, por entonces director de El Correo y fallecido en 2011, en la lista de los "txakurras (perros) de la pluma". "Me lo comunicaron el 18 de septiembre del año 2000 desde Interior. Mi vida dio un vuelco, comencé a llevar escolta y a asumir las medidas de seguridad. Lo peor de todo era sentirte perseguida por hacer tu trabajo, por defender la libertad de expresión", cuenta Marisa Guerrero a EL ESPAÑOL.
Un 'regalito' para la tía
Un año y medio después llegó el intento de atentado. Los etarras prepararon tres paquetes bomba: uno para entregar a Marisa Guerrero, otro para el periodista de Radio Nacional de España Santiago Silva y otro para Enrique Ibarra, del Grupo Vocento.
El de Marisa llegó a su casa familiar, donde se encontraban su madre María Jesús Martínez (ya fallecida) su hermana y las dos hijas de ésta, una con tres años y la otra recién nacida, a la que sostenía entre sus brazos en una de las habitaciones de la casa. Ellos no recibían paquetes, era una de las medidas de seguridad. Afortunadamente, ninguno de los tres paquetes enviados aquel día detonó. Si el que ETA envió al domicilio de Marisa Guerrero, en Leioa, lo hubiera hecho, no solo su familia, probablemente parte del edificio habría saltado por los aires, pues llevaba en su interior 230 gramos de dinamita.
El paquete consistía en una caja de cartón de 21 x 15 x 6,6 centímetros, envuelta en papel de estraza de color marrón, dividida en varios compartimentos, uno de los cuales alojaba 230 gramos de dinamita-goma. Simulaba ser de la asociación empresarial Confesbank y lo entregaba la empresa de paquetería S.L.T., según describe el Ministerio Público en su escrito de acusación.
Su madre abrió la puerta con su sobrina, de 3 años, a su lado. La niña pensó que era "un regalito para su tía preferida" y quería abrirlo. "Si lo hubiera hecho, habría saltado por los aires. La niña (ahora tiene 19 años) recuerda vagamente lo ocurrido, pero mi hermana sufre estrés post-traumático desde entonces. Sus hijas podrían haber muerto allí dentro", explica Marisa Guerrero a este diario.
'Txeroki', al banquillo
Ella, que era el blanco de la banda terrorista, comparecerá por videoconferencia desde Bilbao en el juicio que se celebra este lunes en la Audiencia Nacional contra Garikoitz Aspiazu Rubina (alias Txeroki), Asier Arzalluz Goñi e Idoia Mendizábal Múgica (alias Ilargi), que conformaban el comando K Olaia.
Los tres están acusados de asesinato terrorista en grado de tentativa, por los que la Fiscalía solicita para ellos penas de 19 años, 11 meses y 29 días de prisión y una indemnización de 100.000 euros para Marisa Guerrero, 50.000 para los herederos de su madre, María Jesús Martínez y otros 50.000 para su hermana, que desde entonces sufre un trauma por el que necesita tratamiento. De hecho, ni siquiera podrá comparecer como testigo en el juicio por el estrés que le produce recordar la situación.
El juicio por estos hechos ya se celebró, pero se repite porque Francia (donde Txeroki cumple condena por otros atentados) le entregó a España a principios de este año durante unos meses para que pudiera ser juzgado por este caso y otros que aún tiene pendientes con la Justicia de nuestro país.