Una sargento de la Guardia Civil ha perdido su destino como responsable del puesto de la Benemérita en una localidad andaluza y no podrá solicitar otra plaza en esa provincia durante dos años, de acuerdo con la sanción que le ha impuesto el Ministerio de Defensa y que acaba de confirmar el Tribunal Supremo.
La Sala de lo Militar ha rechazado el recurso de la suboficial, que fue denunciada por uno de sus subordinados y sancionada por una falta grave consistente en realizar "actos de acoso laboral a algunos miembros del puesto, especialmente a un cabo", "insultos, faltas de respeto y golpes en el mobiliario en presencia de varios guardias" e impartir "órdenes relativas a asuntos particulares".
Los hechos acreditados en el expediente disciplinario fueron que la sargento trataba con "grave desconsideración" a sus subordinados, especialmente a raíz de una información reservada que los mandos abrieron tras la denuncia del cabo del puesto.
La sargento "atemorizaba e intimidaba" a sus hombres. "De forma habitual" y cuando algo "no era de su agrado (...) pegaba voces, insultaba y golpeaba el mobiliario". Cuatro guardias declararon en ese sentido. A otro de ellos "le faltaba al respeto y lo ninguneaba", extremo confirmado por varios compañeros.
Les ponía impedimentos a la hora de solicitar permisos de asuntos propios, "para los que establecía requisitos y solicitaba explicaciones que la norma no establece, aun cuando finalmente fueran concedidos" y les trataba con "falta de equidad" en la asignación de servicios.
Incluso "en varias ocasiones" les ordenaba ir a buscar a sus perros cuando se escapaban del acuartelamiento y aunque los guardias se encontraran desempeñando un servicio.
"No vales para nada"
En relación al cabo del puesto, la sargento le "desacreditaba" delante de los guardias, le apartaba de las actuaciones del puesto y le ponía los días de descanso coincidiendo con los que ella también libraba "con la intención de que el cabo no hiciera las sustituciones en el mando como le correspondía, recayendo esas funciones en otro guardia civil de la unidad". El examen de los cuadrantes ratificó esa irregularidad.
Cuando la sargento se fue de vacaciones de verano le dejo el teléfono oficial a uno de los guardias y no al cabo. También cambió la clave de acceso al correo oficial sin informarle "para que no accediera al mismo ni conociera nada de la unidad".
La comandante del puesto vigilaba y fiscalizaba el trabajo del cabo incluso cuando ella estaba de libranza. Durante varios meses "le amenazó con dar parte a sus superiores o con denunciarlo por acoso sexual", le insultaba y le conminaba a pedir otro destino porque "no lo quería en la unidad, no valía para nada y no tenía que estar en la Guardia Civil". En una ocasión, le hizo lavar el coche oficial cuando estaba lloviendo, mientras un guardia de rango inferior se quedaba dentro de las dependencias.
Estando el cabo desempeñando cometidos en el equipo Roca (una unidad dedicada a luchar contra los robos en el ámbito rural), la sargento prohibió a todos los integrantes del puesto hablar con él, "manifestando incluso que iba a nombrar los servicios de una forma determinada para evitar éxitos en los servicios de dicho equipo". Este hecho fue relatado por todos los componentes del puesto.
El director general de la Guardia Civil le impuso siete días de suspensión de empleo y sueldo y la pérdida del destino, sin poder volver a solicitar otro en esa Comandancia durante dos años. Pero la ministra de Defensa estimó parcialmente el recurso de la sargento y revocó la suspensión, manteniendo las otras dos sanciones.
El Supremo ha confirmado la decisión del Ministerio en una sentencia en la que rechaza que la resolución sancionadora adolezca de falta de motivación. "La prueba de cargo existe y es abundante", afirma la Sala de lo Militar, que destaca la "perturbación en el normal funcionamiento de los servicios" causada por el comportamiento de la suboficial.