La familia del joven que sufrió abusos sexuales por parte de un profesor del Opus Dei del colegio Gaztelueta se encuentra “satisfecha” con la sentencia condenatoria, que reconoce su lucha en los tribunales para la consecución de justicia, pero considera que aún queda una batalla por librar en el terreno eclesiástico y solicita que su hijo sea reconocido como víctima también por la Iglesia.
Juan Cuatrecasas explica a EL ESPAÑOL, nada más conocer el fallo de la Audiencia, que “una vez que la verdad ha salido a la luz” tratará de que sea reconocida por todos aquellos que no han querido escucharle a lo largo de todos los años en los que ha venido denunciando los abusos sexuales sufridos por su hijo.
Se refiere a la dirección y al consejo de administración del centro educativo vizcaíno donde la sentencia acredita que se cometieron los abusos, pero también al Obispado de Bilbao, a la Conferencia Episcopal y a la Congregación para la Doctrina de la Fe, dependiente del Vaticano, que intervino a instancias del Papa Francisco pero que cerró el caso en 2015.
“Aquel procedimiento realmente no existió, se abrió en falso y se cerró de forma tortuosa y tramposa. Quiero que la Iglesia también haga justicia, y que no solo pida perdón sino que reconozca a mi hijo como víctima y nos ofrezca una reparación moral”, explica Cuatrecasas.
"Acompañamiento a las víctimas"
La familia del menor no consiguió el juicio canónico que perseguía y el Vaticano archivó su denuncia con una comunicación remitida por monseñor Ladaria en la que se consideraba que los abusos no habían sido probados y que se debía restablecer ”el buen nombre y la fama del acusado”.
El día que recibieron la notificación Juan Cuatrecasas y su esposa, ambos católicos, no pudieron “conciliar el sueño” tras la decepción sufrida. Ahora, con una contundente condena de 11 años de cárcel encima de la mesa, consideran que ha llegado el momento de que “todos los personajes que intervinieron en esa supuesta investigación” admitan el error cometido.
Una demanda que hacen extensiva a otras situaciones similares. “La Iglesia está dejando mucho que desear en el reconocimiento de la pederastia y su acompañamiento a las víctimas, y lo que pedimos para nuestro hijo lo pedimos también para la víctimas de la Bañeza, los casos de los Maristas…. No se trata de hundir a la Iglesia sino de librarla de los pederastas”, asegura Cuatrecasas.
Siete años después
La familia denunció la situación de su hijo en 2011 y desde entonces batalló tanto por lograr que se diera credibilidad a su relato como por conseguir que superara el estado de estrés postraumático que el joven padecía a raíz de los abusos. En primer lugar acudieron al colegio Gaztelueta, pero desde el centro siempre han defendido al profesor denunciado y contribuido a “la victimización” del denunciante.
“Han sido muchos años de esfuerzo y de cuidado de mi hijo, de dar la cara, y ahora que la verdad ha salido a la luz esperamos que mucha gente, empezando por el colegio, rectifique”, concluye Juan Cuatrecasas.
La condena de la Audiencia incluye también la inhabilitación absoluta del profesor, que ya no se dedica a la docencia, por espacio de 11 años, así como la prohibición de acercase a su víctima por un periodo de 15. El menor objeto de abusos entre 2008 y 2010 tiene ahora 22 años, estudia en la Universidad e intenta rehacer su vida aunque sigue en tratamiento psiquiátrico.