Catalán, educado en la Universidad Autónoma de Barcelona, exdiputado del Parlament, cabeza de lista por Gerona, delegado del Gobierno desde noviembre de 2016, casado con una catalana sindicalista, Enric Millo ha reforzado, desde la ventaja del conocimiento propio, el relato de la "violencia" del procés expuesto ayer por el exnúmero dos de Interior, José Antonio Nieto.
Esta mañana apenas se ha escuchado en el juicio del procés algo sobre concentraciones pacíficas, con música y claveles, en un saludable ejercicio del derecho a la protesta. "Mi hija fue la que limpió una pintada en Gerona, donde hemos vivido 27 años, que ponía 'Millo, muerte'". "Pude ver dedos rotos a policías, alguna fractura de pierna, un chaleco antibalas rajado de extremo a extremo". "Me dijeron que habían usado la trampa del Fairy: ponían detergente líquido en el suelo para que al llegar el policía resbalara y luego le pateaban la cabeza. También usaron artes marciales para golpearles". A un agente lo atropellaron con un quad". Ningún defensor pudo contrarrestar la habilidad de Millo para la expresividad gráfica, y eso incluso sin vídeos.
Antes del 1-O la situación ya apuntaba maneras. El exdelegado del Gobierno sostuvo que a partir del 10 de septiembre, cuatro días después de la aprobación por el Parlament de las llamadas leyes de ruptura (la ley de referéndum y la ley de transitoriedad jurídica y fundacional de la república catalana) "empezaron situaciones de hostigamiento, acoso, insultos, amenazas, un clima claro de agresividad contra instituciones y empresas, policías y guardias civiles cuyos hijos fueron señalados públicamente". "Eso no tiene mucho de pacifismo, creo", apostilló.
El testigo narró sus conversaciones de aquellos días con Carles Puigdemont, el "procesado rebelde", tal como le llama el fiscal Javier Zaragoza. Millo dedujo que había una clara determinación de celebrar el referéndum independentista porque "ya no puedo dar marcha atrás", le dijo Puigdemont. "Eso será un punto de inflexión", asegura Millo que le advirtió.
Sorber y soplar
De ahí pasó a la "esperpéntica" reunión de la Junta de Seguridad de Cataluña del 28 de septiembre. "Allí teníamos a la máxima autoridad del Estado en Cataluña [Puigdemont] diciéndonos que el domingo se iba a celebrar un referéndum de independencia y que a ver cómo nos poníamos de acuerdo para que todo funcionara con normalidad, cuando lo que teníamos era un auto judicial que impedía celebrarlo".
Para Enric Millo, el hecho de que a esa reunión asistiera el entonces mayor de los Mossos, Josep Lluis Trapero, "permitía ver un alineamiento político entre el Gobierno catalán y los criterios de actuación de los Mossos. No sabíamos cómo se podía impulsar un referéndum ilegal y al mismo tiempo que la Policía autonómica lo impidiera. Esto en mi pueblo lo llaman sorber y soplar al mismo tiempo".
Manifestó que pidió varias veces a Puigdemont la desconvocatoria del referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional. La última, el propio 1-O por la mañana. Una hora después el entonces president compareció ante la prensa e hizo una declaración institucional en la que "no sólo no desconvocaba sino que animaba a votar, criticó duramente al Estado represor que actuaba con violencia, decía. Y lo que me pareció más irresponsable de todo es que acababa aplaudiendo la actuación de las personas que habían ido a 'defender las urnas y los colegios'. Lo cual no era ya votar, sino oponerse a la Policía, que tenía la obligación de cumplir el auto judicial. A partir de ahí se incrementó el número de personas concentradas en los colegios".
Millo llegó así a la cuestión nuclear de su testimonio. La "violencia del 1-O" no fue responsabilidad de la actuación de la Policía (que fue "proporcionada", sostuvo) sino que fue "provocada" por un Govern "irresponsable" y unas entidades sociales -aquí no dio nombres- que "pusieron en riesgo a la gente llamándola a enfrentarse con las fuerzas de seguridad".
El exdelegado del Gobierno también habló sobre la declaración unilateral de independencia. Para contradecir a las defensas de nuevo. "Nadie pensó que la DUI fuese simbólica. La situación que había en ese momento no hacía pensar que esto era una broma. Iba en serio".
- "¿Las autoridades del nuevo Estado le comunicaron el hecho formal de la declaración", le preguntó con cierta sorna el abogado del exconsejero de Interior Forn, Xavier Melero.
- "No. Igual consideraban que yo no era muy importante ya", contestó, con más sorna aún, el testigo.
Tras cerca de cuatro horas de interrogatorio, Enric Millo se marchó, satisfecho, del Tribunal Supremo.