Sesión 13 del juicio al 'procés'. Mal número para las defensas, que salieron con cara de preocupación del Tribunal Supremo pasadas las siete de la tarde. Dos horas antes, a las 16:58, el excomisario general de Información de los Mossos d'Esquadra Manel Castellví se sentaba en el asiento de los testigos y contestaba "lo juro" al recordatorio del juez Marchena de que debía decir la verdad. El fiscal Javier Zaragoza le miró de frente y embistió con un interrogatorio rotundo que convirtió a un jefe de los Mossos en uno de los mejores testigos de cargo que ha tenido el Ministerio Público en lo que va de juicio.
Que el coronel Pérez de los Cobos hablara el miércoles de la violencia del 'procés' o que este jueves lo hayan hecho Sebastián Trapote o Ángel Gozalo, exresponsables en Cataluña de la Policía Nacional y la Guardia Civil, se daba por descontado. Pero no entraba en el guión que un mando de los Mossos 'crucificase' a dos de sus exjefes políticos, Oriol Junqueras y Joaquim Forn, sentados en el banquillo a solo unos metros de él y acusados de rebelión.
Castellí empezó vacilante, nervioso, sin rematar las frases, afirmando cosas como que los CDR tenían a "gente transversal que hacía chocolatadas y asambleas" o que las unidades antidisturbios de la Policía autonómica no fueron a los centros de votación el 1-O porque "había manifestaciones que nos preocupaban delante de instituciones estatales".
Pero acabó apuntalando la tesis incriminatoria de la Fiscalía en lo más sustancial: que el Gobierno catalán fue informado de que era previsible un "escenario de violencia" el día del referéndum ilegal y que esa votación no podía celebrarse a la vista de las órdenes judiciales. Y, pese a todo, siguieron adelante.
Salvar a Trapero
Fue una declaración muy favorable al exmayor Trapero, que según Castellví hizo un plan para el 1-O "conocido por los otros dos cuerpos", amplió en 800 mossos el número de efectivos a petición de la Fiscalía Superior y avisó en dos ocasiones a Puigdemont -el 26 y el 28 de septiembre- de que los Mossos "acataríamos el mandato judicial". Pero fue demoledora, en particular, para Junqueras y Forn, ambos presentes en una reunión celebrada en el Palau de la Generalitat que el testigo pudo narrar en primera persona porque estaba allí.
"Juan Carlos Molinero [entonces número tres de los Mossos] me informó el 28 de septiembre de que iríamos a una reunión en el Palau porque había que concienciar al Gobierno de que la posición de los Mossos ante el 1-O era cumplir las órdenes de la magistrada del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña". El día anterior, Mercedes Armas había dictado un auto que ordenaba impedir el referéndum suspendido por el Tribunal Constitucional.
"El mayor Trapero había ido ya a una reunión en el Palau el 26 de septiembre para trasladar la grave preocupación que teníamos sobre el orden público el día del referéndum. Porque aunque las llamadas a votar fuera pacíficas podía haber una escalada de la violencia".
Escalada de violencia. La misma expresión que Castellví utilizó en un informe de ocho páginas titulado Posibles escenarios en relación con la celebración del referéndum de autodeterminación del 1 de octubre. Una prueba documental que el fiscal Zaragoza aprovechó con eficacia. "¿Ratifica ese informe?", preguntó al testigo. "Sí".
Es un informe clave no sólo por lo que dice sino por el momento en que se elaboró y por quiénes lo conocieron. Castellví fue convocado a la reunión del 28 de septiembre con Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Joaquim Forn precisamente para explicar ese documento, fechado ese mismo día, a 48 horas de la votación independentista ilegal.
"Habrá grandes concentraciones alrededor de los puntos de votación que en algunos casos pueden aglutinar a centenares o miles de personas en un ambiente tenso y crispado", pronosticaba el informe de la Comisaría que dirigía Castellví.
"Los CDR podrían llevar a cabo práctica combativa en el caso de acciones policiales contundentes de alguno de los cuerpos que tienen instrucciones para impedir el referéndum".
"Esta situación, en caso de mantenerse en el tiempo o de producirse en distintos lugares a la vez, podría provocar una escalada de violencia que acabe afectando al pacífico desarrollo de la jornada en toda Cataluña".
Castellví narró con detalle la reunión en el Palau: "Nos sentamos y hay un primer mensaje que nosotros [los mandos de los Mossos Trapero, Molinero, Quevedo y él mismo] trasladamos, que era la misma preocupación que el mayor ya había manifestado el día 26. Luego yo explico el análisis de escenarios y previsiones. Que habrá una gran movilización y que el hecho de que se hagan llamamientos a una participación pacífica no quita que cuando la fuerza vaya a actuar esa actuación pasiva [de la gente] pueda transformarse en activa".
- ¿Y qué les contestaron?, preguntó Zaragoza
- Junqueras dijo que entendía nuestra posición pero efectivamente el Gobierno tenía delante esa iniciativa..., dijo el comisario.
- O sea, que el referéndum iba a celebrarse en todo caso
- Sí. Puigdemont dijo que comprendía la situación, que se ponía en nuestro lugar pero que había un mandato del pueblo para llevarlo a cabo.
"¿Y Forn?", preguntó la abogada del Estado Rosa Seoane. "¿Forn actuó en el sector del Gobierno o con ustedes?". "Ahí estaba sentado el consejero de Interior, un político. Forn sabía cuál era nuestro posicionamiento, seguro. Pero en esa reunión estaba con el presidente y el vicepresidente".
"Salí frustrado de esa reunión", contó el comisario de los Mossos. "Se iba a dar una situación en la que habría personas, con actitud pasiva o no, y cuerpos de seguridad que actuarían y eso era antagónico. Unos [las fuerzas policiales] accederían a los colegios y lo van a hacer. Y otros [los ciudadanos] se opondrán. Y eso es un conflicto, un desorden".
- "¿Les transmitieron ustedes a los miembros del Gobierno que ese referéndum no podía celebrarse dado el mandato judicial?", fue la pregunta final de Javier Zaragoza.
- Efectivamente, contestó Castellví.
Las defensas se precipitaron a anunciar que desean interrogar extensamente al comisario de los Mossos y ello llevó al tribunal a suspender la sesión hasta el lunes. Les salvó la campana: tendrán tiempo para recomponerse y trazar una estrategia que contrarreste el testimonio de Manel Castellví. Pero lo dicho, dicho está.