Debería estar disfrutando de su jubilación, de las horas libres después de décadas entregado a la profesión. Sin embargo, limita su salidas de casa y cada vez que sale a comprar o a realizar cualquier gestión no deja de pensar que su agresor puede estar a la vuelta de la esquina, esperando para vengarse de él.
Así es el día a día de un funcionario de prisiones al que un preso violento del centro penitenciario Madrid IV-Navalcarnero propinó una brutal paliza en 2013 que le llevó a estar casi dos meses de baja. Denunció los hechos y la instrucción se ha dilatado durante años. La sentencia del juzgado de lo Penal número 2 de Móstoles no ha llegado hasta seis años después, según ha podido saber EL ESPAÑOL.
El preso ha sido condenado por un delito de lesiones a una pena de prisión de seis meses, aunque no ingresará en la cárcel si no vuelve a delinquir en los próximos cuatro años. Deberá pagar una multa económica, eso sí, de cuatro euros diarios durante seis meses, así como las costas del proceso.
Los representantes sindicales de CSIF Prisiones denuncian la situación de este funcionario de prisiones jubilado (cuyo nombre no aporta este diario por razones evidentes) que se encuentra desprotegido.
"Os voy a sacar las tripas"
La agresión al funcionario en el año 2013 (similar a las que sufren sus compañeros actualmente, hasta 17 semanales en las cárceles españolas) ocurrió en la enfermería de la prisión.
El reo se encontraba en el Fichero de Internos de Especial Seguimiento 1 (FIES 1). En este rango se consigna a los considerados especialmente conflictivos y peligrosos, que han protagonizado alteraciones muy graves dentro de la prisión o en los traslados, poniendo en peligro la vida o integridad de funcionarios, autoridades, otros internos o personal ajeno a la institución.
El preso esperaba para ser atendido por los sanitarios, perdió la paciencia y pegó una patada a la puerta de la enfermería, que debería ser de seguridad pero cayó al suelo con el golpe. Según se recoge en el relato de hechos de la sentencia, el agresor llamó "perras" a los sanitarios y funcionarios que acudieron a disuadirle y les dijo "os voy a sacar las tripas".
Un enfermero salió y pidió que tuviera paciencia. Aún así no consiguió calmarle y tuvo que intervenir el funcionario de prisiones, con una edad superior a los 50 años, al que apaleó. El informe médico que se aportó en la denuncia reflejaba "policontusiones en la rodilla, mano derecha, primer metacarpo, traumatismo dental en molar, maxilar e inferior y contusión en hemitórax".
Con todas estas lesiones tuvo que estar dos meses de baja tras los que se reincorporó a su puesto de trabajo. La lentitud de la Justicia ha provocado que el reo que le agredió y contra el que se ha dirigido el procedimiento durante seis años ahora esté en libertad y conozca a su denunciante, al que llegó a enfrentarse con gritos en el propio juzgado.
El sindicato CSIF ha vuelto a solicitar al Ministerio del Interior un endurecimiento de las penas para los presos que agredan a funcionarios de prisiones, así como mayores medidas de seguridad en las cárceles. Instituciones Penitenciarias ha remitido un escrito al sindicato en el que reconoce que las sanciones deben endurecerse a "corto plazo" y les insta a llevar al Congreso de los Diputados la petición de poder portar pistolas eléctricas para defenderse.