Nunca, hasta los comicios generales de 2019, un juicio penal celebrado en el Tribunal Supremo ha coincidido con una campaña electoral. El hecho de que ese juicio afecte a acusados que son o han sido políticos, cinco de los cuales figuran además como candidatos al Congreso de los Diputados, hacía temer, a priori, una carga de tensión o, al menos, una interferencia que no se ha producido.
Tampoco al revés: más allá de los debates sobre hipotéticos indultos a una condena no dictada y del esperable énfasis de los partidos independentistas en la situación de prisión de los candidatos que están siendo juzgados (el lema de ERC ha sido Va de llibertad y Junts per Catalunya ha utilizado fotos de Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull camino de los tribunales justo antes de ser encarcelados), el desarrollo de la vista que se celebra en el alto tribunal no ha estado en la agenda de la campaña.
Para el Supremo ha sido una situación insólita que se ha manejado con la receta de la normalidad. En función de una regla no escrita que se viene aplicando desde principios de los años 90, cada vez que empieza una campaña electoral la Sala Penal paraliza la instrucción de las causas especiales que afectan a políticos aforados para que los actos de investigación no puedan ser utilizados, en un sentido o en el contrario, por los partidos políticos. Pero un juicio oral no se puede parar por el hecho de que sobrevenga una campaña. Lo cierto es que las sesiones del juicio al 'procés' se han celebrado durante las dos semanas de campaña con la rutina de siempre.
1. La actitud de los acusados y sus abogados
Ello se ha debido, sobre todo, a la actitud de los acusados que son candidatos y a sus abogados. Unos u otros han seguido centrados en su tarea de defensa y no han aprovechado la celebración de la vista, ni dentro ni fuera del Supremo, para descalificar al tribunal o el proceso.
Jordi Pina y Andreu van den Eynde, defensores de Jordi Sànchez, Jordi Turull, Josep Rull (candidatos de Junts per Catalunya) y Oriol Junqueras y Raül Romeva (candidatos de ERC) pidieron la excarcelación de sus clientes para que pudieran hacer campaña electoral pero tenían descontado que no se iba a conceder y no han hecho cuestión.
No ha habido una estrategia deliberada de no mezclar la campaña y el juicio, asegura Jordi Pina. "Nosotros vamos al juicio todos los días con la esperanza de ganar y no me he dado ni cuenta de la campaña", señala el letrado, que considera, no obstante, que el tribunal "se equivocó al no permitir a los acusados atender a los medios en los recesos del juicio. Hubiera sido lo más sencillo y no habría aparecido la imagen de Jordi Sánchez en el centro penitenciario con la bandera y el cuadro del Rey. No sé quién fue el lumbreras que lo decidió, pero ésa es justo la imagen de un preso político".
2. Las decisiones de la Junta Electoral Central
Ha desempeñado un papel clave autorizando a los candidatos de JxCat y ERC a celebrar ruedas de prensa, conceder entrevistas y participar por videoconferencia en actos electorales, incluido el cierre de campaña el pasado viernes. "No era lógico que puedan ser candidatos -la ley lo permite- y que no se les dejara expresarse de alguna manera en la campaña electoral. Ésto no hubiera sido entendido en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos", afirman fuentes de la Junta Electoral Central.
El máximo órgano de la administración electoral ha permitido los actos de participación electoral que ha considerado compatibles con el juicio y con el régimen penitenciario. Ello ha ahuyentado la tensión que se hubiera producido en caso de una negativa total a que los cinco acusados hicieran actividades de campaña.
3. El tribunal
El presidente de la Sala, Manuel Marchena, ha conducido el juicio de la misma manera que ha venido haciéndolo en las sesiones celebradas antes de la campaña electoral. Ha centrado el objeto de los interrogatorios reconduciéndolos a lo jurídico y también ha sabido tener manga ancha cuando estos días los candidatos han utilizado la posibilidad de sentarse en estrados, detrás de sus defensas, para poder utilizar discretamente el teléfono móvil.