Sus castellanos continúan brillantes, todavía cuida el perfilado de una barba perfecta, pero Francisco Correa ya no lleva gomina. También ha perdido la mirada desafiante. El elegido del Partido Popular en ayuntamientos y comunidades autónomas, cuyas empresas resultaron beneficiadas una y otra vez con adjudicaciones irregulares, está derrotado.
En poco más de un año ha recibido tres sentencias y la confirmación de una cuarta (Gürtel Fitur) por parte del Tribunal Supremo con condenas que superan ya los 76 años de prisión. "Está desmoralizado, son demasiados palos en muy poco tiempo", explican fuentes de su entorno a EL ESPAÑOL.
De ahí su mirada perdida este lunes en la Audiencia Nacional, su postura sobre la butaca de la sala de vistas, medio tumbado, con las piernas abiertas y la mirada perdida. Como el adolescente a punto de salir de casa tras un castigo de meses al que los padres requisan un paquete de tabaco. Sigues castigado. Así se siente el hombre que dio nombre a la mayor trama de corrupción juzgada en nuestro país, la Gürtel. El dandi al que muchos recuerdan desfilando con su chaqué entre los ilustres invitados de la boda de Ana Aznar y Alejandro Agag; el desenfadado timonel que invitó a los casaderos a broncearse en su lujoso yate Carmen entre Marbella y Tarifa.
"Enfadado" con la Fiscalía
Francisco Correa confesó sus delitos durante el juicio de Gürtel Época I, "permitiendo a la Fiscalía establecer un relato de hechos que sacó a Rajoy del Gobierno", defiende su entorno. Fue condenado a 51 años y 11 meses de prisión.
Precisamente mientras se sentaba en el banquillo para ser juzgado por los primeros años de la trama delictiva, el Supremo confirmó la pena de 13 años de prisión para él por Gürtel Fitur. Un mes más tarde, en junio, llegó la condena por Gürtel Valencia: 5 años y tres meses de prisión. La semana pasada, la Audiencia Nacional le condenó a 6 años y 9 meses de prisión por la adjudicación de contratos de AENA y esta semana se sienta en el banquillo acusado de recibir contratos irregulares del ayuntamiento de Jerez de la Frontera (Cádiz). Le piden siete años y nueve meses de prisión. Pero Correa ya no piensa declarar. No lo hizo tampoco en el juicio por los contratos de AENA. Está enfadado y abatido.
La investigación de Gürtel se ha dividido en múltiples piezas, pero los hechos juzgados siempre son similares. Las empresas de Correa resultaban adjudicatarias de contratos irregulares por su cercanía con los políticos del Partido Popular, a los que, a su vez, ayudaba a financiar su caja B. Sin embargo, ningún cargo político de primera línea ha acabado sentado en el banquillo. Salieron tocados la exministra Ana Mato, su exmarido Jesús Sepúlveda y el exalcalde de Majadahonda, el exsecretario general del PP valenciano, Ricardo Costa, y este mismo lunes el expresidente valenciano Francisco Camps, procesado por prevaricación. Pero los cimientos de la sede de Génova no llegaron a temblar.
A diferencia de Álvaro Pérez 'El Bigotes', que siente que los políticos le han vendido y tirado al suelo como una colilla, Correa no vierte las culpas de sus errores sobre nadie. Los asume y se los echa a la espalda. Pero no perdona a la Fiscalía. Está "enfadado" con los representantes del Ministerio Público porque no entiende para qué han servido sus confesiones si después de todo sólo acumula condenas por casi 80 años de prisión, trasladan sus fuentes próximas a este diario.
El último "mazazo"
Este lunes, durante la sesión de cuestiones previas del juicio de Gürtel Jerez, su abogado Juan Carlos Navarro avanzó que no declarará este martes y pidió que se le deje permanecer en prisión durante el juicio. Su actitud derrotista en la sesión tiene que ver con una decisión judicial de los últimos días que ha recibido "como un mazazo".
Su defensa solicitó que se acumulara el primer periodo de prisión preventiva que cumplió (casi cuatro años) con el tiempo que lleva en la cárcel desde la confirmación de la condena de Gürtel Fitur. Pretendía que se computaran tales penas como cumplimiento de la condena firme, con lo que habría conseguido superar la mitad (seis de 13 años de cárcel). El Tribunal Superior de Justicia lo denegó pero el juez de vigilancia penitenciaria aceptó la petición. La Fiscalía recurrió y el TSJ madrileño impugnó la decisión.
Hace ya un año, durante el juicio de Gürtel Valencia, los periodistas preguntaron a Francisco Correa cómo afrontaba la posibilidad de volver a prisión. "Nunca es agradable volver", respondió con rostro triste. Por eso quiere evitar sentarse en el banquillo en los próximos juicios que se celebren contra él. Porque "nunca es agradable volver".