La víctima de La Manada mintió. Denunció los hechos sólo por el miedo a que las imágenes de las relaciones sexuales que había mantenido voluntariamente fueran difundidas en las redes sociales por unos "sinvergüenzas". Ésta fue la única condición peyorativa de sus clientes que el defensor Agustín Martínez Becerra ha admitido ante el Tribunal Supremo durante la vista de los recursos de casación interpuestos contra la sentencia que condenó a nueve años de cárcel a Antonio Manuel Guerrero, Jesús Escudero, José Ángel Prenda, Alfonso Jesús Cabezuelo y Ángel Boza.
Los cinco fueron condenados por la Audiencia de Pamplona a nueve años de prisión por un delito de abuso sexual a una joven de 18 años recién cumplidos durante los Sanfermines de 2016, una madrugada en la que estaba sola porque su amigo se había ido a dormir al coche.
"No hubo agresión ni abuso sexual", ha sostenido el defensor, “no eran cinco lobos rodeando a una chica (…) sino una chica que, equivocadamente, había decidido mantener relaciones con cinco chicos”.
Martínez Becerra se ha manifestado convencido, incluso en tono emocionado, de la “inocencia” de sus clientes y ha pedido al alto tribunal que "reme a contracorriente" para dictar una "resolución justa, por más que pueda considerarse por la opinión pública que no es así".
El defensor ha dibujado un escenario en el que tanto la Audiencia de Pamplona como el Tribunal Superior de Justicia de Navarra habrían resuelto el caso de La Manada "bajo presión". "Se ha vulnerado la presunción de inocencia", ha dicho el defensor, que ha descalificado el testimonio de la victima desde el primer momento. "Ni una sola de las afirmaciones que hizo la denunciante fueron ratificadas en el juicio", ha señalado el letrado, recordando que la primera versión de la joven fue que había sido forzada a entrar en el rellano del edificio donde se produjeron los hechos y que le habían tapado la boca. En el juicio reconoció que no fue así.
También ha reprochado a la víctima que no recordara ninguno de los hechos que pudieran ser favorables a los acusados. "A nadie se le olvidaría una frase como la que dijo uno de mis clientes, dentro de su ordinariez, de que 'has tenido suerte de haber encontrado a un cinturón negro en comer coños'".
El defensor se ha esforzado en describir a una víctima que, según él, habría buscado las relaciones sexuales con La Manada. "Es absurdo que ella no escuchara lo que mis clientes dijeron al portero del hotel al que preguntaron si había una habitación 'para follar'. Si, como ella dice, había decidido volverse donde estaba el coche de su amigo, ¿qué esperaba en la puerta del hotel?".
"¿Y por qué, si estaba tan incómoda con ellos, coge la calle más oscura y recóndita, con ella encabezando el grupo? ¿Y por qué se queda en el portal [del inmueble en el que ocurrieron los hechos], en vez de macharse? No se marcha porque estaba esperando un lugar para mantener relaciones sexuales, como habían pactado al principio", ha llegado a sostener el defensor en contra de los hechos probados de la sentencia.
"No es no, pero hay que decirlo"
Según Martínez Becerra, “un grito desgarrador” hubiera alertado a los vecinos y la víctima hubiera recibido “ayuda inmediata” si hubiera estado sufriendo un ataque sexual. “Ella admite que no dijo nada, que cerró los ojos y que no habló porque estaba sometida. Las acusaciones preguntan qué tenia que haber hecho. Sencillamente decir ‘no’. Claro que ‘no es no’, pero hay que decirlo. Hay muchas maneras de decirlo, pero hay que decirlo claramente, con un gesto, con una mínima oposición”.
No hubo nada de eso, según el defensor, que no se ha ahorrado detalles escabrosos. “Es curioso que se diga por los peritos que en la grabaciónse escuchan ‘gritos de dolor’ cuando eso no está en los hechos probados y ella ha admitido que no sintió dolor, ni siquiera habiendo relaciones anales, aunque no ha dicho que había mantenido juegos previos para evitar ese dolor”.
'El silencio no es consentimiento'
Las acusaciones han dado la réplica a la intervención del defensor. “El silencio no es consentimiento”, ha recordado el abogado de la Comunidad Foral de Navarra Ildefonso Sebastián Labayen. "La denuncia de la víctima no se debió a ningún temor a que los acusados difundieran las imágenes captadas con su móvil. La Policía Municipal le habían informado de que había encontrado la tarjeta del teléfono tirada en la calle", apuntó el letrado Víctor Sarasa, del Ayuntamiento de Pamplona, echando por tierra la versión de la defensa.
La fiscal Rodríguez Mateo fue contundente. Tras asegurar al defensor que el Ministerio Público “no decide su criterio jurídico por los movimientos sociales o mediáticos”, ha rechazado que la joven tuviera "motivos espureos" para denunciar. "Para que no se difundan sus imágenes nadie se mete en un proceso penal que dura ya tres años y en el que se han expuesto los detalles más íntimos de su vida", ha señalado.
"Se viene a decir que no fue más que una juerga. ¿Qué juerga acaba con una persona abandonada, sola y desnuda y robándole el móvil?", ha concluido.
La Sala se ha retirado a las 12.30 horas a deliberar. Es previsible que el fallo se conozca esta misma tarde.