El caso de Ian S., el bebé de seis meses que murió después de que su padre lo zarandeara con fuerza y lo golpeara con una superficie plana el 17 de junio de 2017, ya tiene sentencia.
Por estos hechos, el autor, que intentó suicidarse en la cárcel el pasado mes de octubre, ha sido condenado a 20 años y tres meses de prisión. El motivo: "Agotó su paciencia" y "le fracturó el cráneo”.
Los padres de Ian, que no llegaban a los 20 años de edad, vivían en un piso okupa en la barriada del Cerezo de la capital, fumaban cannabis en su presencia y no cuidaban ni alimentaban correctamente a este niño. El bebé nació de manera prematura, con 1,145 kilos de peso, tuvo que permanecer en incubadora durante meses y requirió otros ingresos hospitalarios.
Tras el veredicto de culpabilidad emitido por un jurado popular, la Audiencia lo ha condenado a una veintena de años por un delito de asesinato con la agravante de parentesco, y a tres meses de cárcel por un delito de abandono de familia, mientras que la progenitora ha sido condenada a tres meses también por el último delito.
La sentencia, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, recoge que cuando el 8 de abril se le dio por el servicio médico el alta definitiva al niño, éste pesaba 4,60 kilogramos y era un pequeño “sano, habiendo quedado resueltos todos sus problemas de salud”, de modo que los servicios sociales adscritos al hospital entregaron el bebé a sus padres con la hoja de alta médica donde se especificaban los cuidados a seguir y el programa de citas pediátricas.
No obstante, y según manifiesta la Audiencia, desde el alta hospitalaria y hasta el 12 de junio, los acusados, “con dejación de sus obligaciones como padres, no le procuraron a su hijo los cuidados que le eran necesarios”. Ni siquiera tramitaron la tarjeta sanitaria del menor para poder realizar los sucesivos controles pediátricos.
El tribunal, presidido por la juez Mercedes Alaya, añade que, el 12 de junio de 2017, la acusada se marchó del domicilio que compartía con el investigado, quien se quedó a solas con el bebé. Posteriormente Fue entonces cuando ocurrieron los hechos.
Le golpeó
“Agotó la paciencia de su padre”. Ese es el motivo por el que el joven acabó con la vida de su hijo. Según señala el tribunal, "cogió a su hijo y, con intención de acabar con su vida o sin importarle poner en riesgo la misma, lo zarandeó violentamente en repetidas ocasiones y, parando en seco, golpeó el lado derecho de su cabeza con tanta energía contra una superficie plana y dura” que “le fracturó el cráneo”.
Tras ello, el acusado llevó al menor a Urgencias de un centro hospitalario cercano “en parada respiratoria con débil latido cardiaco a consecuencia de las fuertes sacudidas y del enérgico golpe que le propinó”. El condenado “manifestó a los pediatras que le atendieron que se le había atragantado dándole el biberón”, según recoge la sentencia.
Sin embargo, no ha quedado acreditado que estuviera dándole el biberón y que el menor se atragantara provocando una parada respiratoria, ni que la asfixia fuera la causa del edema cerebral sufrido.
Asimismo, tampoco se ha acreditado, como igualmente se expuso en el juicio, que una amiga de la pareja llegara ese día a la vivienda y, al tomar el bebé y bajar por las escaleras, le propinara un golpe en la cabeza tras caérsele. La sentencia no es firme y contra ella cabe recurso de apelación ante la Sala de lo Civil y Penal del TSJA.