Juan Carlos I se puso a sí mismo como primer y único beneficiario real del dinero de la cuenta de la Fundación Lucum que abrió en agosto de 2008 en Suiza, según consta en los documentos guardados en una caja fuerte de la banca Mirabaud de Ginebra, conocidos por EL ESPAÑOL.
El entonces jefe del Estado no incluyó a su hijo Felipe -ni a ninguna otra persona- como segundo beneficiario de los fondos, que ascendieron inicialmente a 100 millones de dólares provenientes de Arabia Saudí. En 2010 hubo un segundo ingreso, esta vez de 1,9 millones de dólares que Don Juan Carlos llevó personalmente a Suiza en un maletín, conforme declaró al fiscal Yves Bertosa el gestor de patrimonios Arturo Fasana.
Los papeles conservados en la banca Mirabaud reflejan que ambos ingresos fueron "donaciones" del rey saudí Abdalá y del sultán de Barhein Hamad bin Isa Al Khalifa, respectivamente. Sólo los más altos directivos el banco -un total de seis- podían acceder a esos documentos, que se sacaron del circuito de control habitual de la entidad, admitió ante Bertossa el presidente del consejo de administración de Mirabaud, Yves Mirabaud.
Felipe de Borbón no estuvo, pues, en la cabeza de su padre como posible beneficiario final de los fondos ocultados al fisco español en el momento de crear la estructura panameña Lucum, administrada por Fasana y el abogado Dante Canónica.
El actual rey de España no fue incluido como segundo beneficiario del dinero de la fundación hasta casi tres años después, cuando en marzo de 2011 se redactó un "reglamento relativo a la asignación y uso de los bienes" de Lucum.
De acuerdo con ese "reglamento", Don Felipe disfrutaría de los fondos en caso de fallecimiento de su padre y su única obligación hubiera sido, "según la voluntad del primer beneficiario", hacer "todo lo posible para mantener a todos los miembros de la Familia Real española", y en particular a la reina Sofia, a las infantas Elena y Cristina y a los hijos de éstas "nacidos o por nacer".
El principio del fin
Todas esas previsiones quedaron desactivadas en junio de 2012, dos meses después de que, debido a un accidente sufrido por Don Juan Carlos, trascendiera que en plena crisis económica el jefe del Estado se había ido de cacería de elefantes a Botsuana junto a su amante, Corinna Larsen.
Al entender que su reputación quedaría comprometida en el caso de que la existencia de la cuenta trascendiera, el banco sugirió a Fasana y Canónica que se la llevaran a otra entidad. A ello se unió que el rey "quería deshacerse de ese dinero porque tenía miedo de que se supiera", declaró Canónica.
Era un riesgo cierto, porque en aquella época se estaba discutiendo cómo articular el intercambio automático de información bancaria entre Suiza y los países de la Unión Europea. En este contexto, la cuenta de Don Juan Carlos en Ginebra era "una bomba de relojería", en expresión del abogado Canónica.
El entonces rey de España firmó de su puño y letra el 5 de junio de 2012 la orden de transferencia de todos los fondos de Lucum a una cuenta abierta en el banco Gonet en Bahamas por la sociedad Solare. Ésta era otra estructura administrada por Canónica de la que era beneficiaria real Corinna Larsen.
Los documentos de Mirabaud hacen referencia a ese escrito de 5 de junio como 'origen de la orden' de cierre de la cuenta y también aluden a la instrucción de transferir a Solare el montante en su 'integridad, sin proceder a ventas' de activos. El formulario está firmado por A. Boissier. Se trata del directivo del banco Antoine Boissier, uno de los principales contactos de Fasana y Canonica, jubilado en 2012.
"No cambia el beneficiario"
De acuerdo con una anotación manuscrita que figura en el protocolo de aclaración sobre la transferencia a Solare, alguien del banco Mirabaud dejó constancia de que "no tenemos ninguna información visual o de otro tipo sobre esta cuenta. Ponerse en contacto directamente con el sr. Antoine".
Bertossa, que investiga un presunto delito de blanqueo de capitales, preguntó a Yves Mirabaud qué comprobaciones habían realizado sobre Solare. El directivo sostuvo que correspondía al banco Gonet identificar al beneficiario efectivo de la transferencia.
"Desde el momento en que se cerraba la cuenta de la Fundación Lucum ya no era responsabilidad de nuestro banco proceder a la due diligence", añadió Yves Mirabaud, que aseguró que "nosotros conocíamos perfectamente el origen de los activos" que estuvieron ingresados en Lucum durante cuatro años.
Otro dato interesante por el que Bertossa preguntó aparece en la orden de pago a Solare para el posterior cierre de la cuenta de la fundación. En el apartado 'Cambio de beneficiario final' el banco puso 'no', como si el beneficiario de los fondos de Lucum -Don Juan Carlos- fuera el mismo que en Solare.
A preguntas del fiscal de Ginebra, Yves Mirabaud dijo que ignoraba a qué se debía esa anotación.
Canónica manifestó que hizo firmar al rey un escrito en el que se insistía en que la donación de los activos de Lucum a Corinna Larsen era "irrevocable" de modo que los fondos transferidos "serán de su sola y única propiedad".
"Garantizo y certifico que la princesa Corinna zu Sayn Wittgenstein no actúa bajo ninguna circunstancia como fiduciaria mía", rubricó también Don Juan Carlos.
La tributación de un rey
Bertossa preguntó a Mirabaud si el colegio de socios de la entidad discutió en algún momento "la cuestión de la tributación de los bienes" de Lucum. "No lo recuerdo", contesto el banquero.
Boissier, que también fue interrogado por el fiscal suizo, manifestó que "en ese momento nos pareció que un monarca no estaba concernido fiscalmente".
Tampoco hicieron comprobaciones adicionales sobre el origen de los fondos de Lucum. Pese a que admitió que era la primera vez que veía una donación entre jefes de Estado, el banquero se limitó a indicar que "nos pareció que el rey de Arabia Saudí tenía suficientes medios para hacer una donación al rey de España". "Es particularmente generoso", dijo del rey Abdalá.
A repreguntas del fiscal, Boissier se vio obligado a admitir que no tenía otros ejemplos que le permitieran sostener que el monarca saudita era generoso. "Sé simplemente que es muy rico", dijo.
El rey Felipe VI aseguró en un comunicado emitido el pasado 15 de marzo que desconocía todo lo relativo a la Fundación Lucum hasta que el 5 de marzo de 2019 recibió una carta de los abogados de Corinna Larsen informándole, "sin ninguna justificación documental", de su "supuesta" designación como beneficiario.
El 12 de abril de 2019 el monarca compareció ante notario para manifestar que había dirigido una carta a Don Juan Carlos "a fin de que si fuera cierta su designación o la de la Princesa de Asturias como beneficiarios de la Fundación Lucum, dejara sin efecto tal designación, manifestando igualmente que no aceptaría participación o beneficio alguno en esa entidad, renunciando asimismo a cualquier derecho, expectativa o interés que, aún sin su consentimiento o conocimiento, pudiera corresponderles ahora o en el futuro en relación con la fundación".
En el mismo acta de manifestaciones el rey aseguró "no haber tenido conocimiento ni prestado consentimiento a participar, en nombre propio o en representación de terceros, en particular de su hija [Leonor], en ningún activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad pudieran no estar en plena y estricta consonancia con la legalidad o con los criterios de transparencia, integridad y ejemplaridad que informan su actividad institucional y privada".
En ese mismo comunicado Felipe VI informó de que su padre dejaba de percibir la asignación que tiene fijada en los presupuestos de la Casa del Rey.