"Empezamos a dispararle pero siguió corriendo hacia nosotros y a unos diez metros cayó al suelo, hice un cambio de cargador, se reincorporó de nuevo, volvió a dirigirse hacia nosotros y le disparamos dos o tres veces más hasta que cayó de nuevo".

Los dos agentes que abatieron al terrorista que sembró el terror en Las Ramblas de Barcelona el 17 de agosto de 2017 han rememorado en la Audiencia Nacional cómo acabaron con la vida de Younes Abouyaaqoub. Una declaración que cabalgó entre el dolor del recuerdo y la serenidad que requería el momento.

Los hechos tuvieron lugar el 21 de agosto, cuatro días después de que Younes cogiese una furgoneta y acabase con la vida de 15 personas y dejase 140 heridos en la conocida calle de Barcelona. Después mataría a otro joven, Pau Pérez, para robarle su Ford Focus de color azul.

Younes fue abatido a los 22 años, acorralado y solo. Tras cuatro días de huida desde el lugar de los atentados, tan sólo recorrió 49 kilómetros desde el punto donde detuvo el vehículo blanco: la distancia que hay entre el Mercado de la Boquería y el área de cultivos donde terminó muriendo.

Llamada anónima

En un camino de tierra de la localidad de Subirats, en la capital catalana, un anónimo avisó a los Mossos d'Esquadra de una persona que encajaba con el perfil del terrorista. Dos agentes que rondaban la zona se acercaron hasta el lugar con su coche patrulla y encontraron a un hombre que vestía camisa azul y pantalon rojizo. 

"Se subió las gafas, me miró fijamente y desapareció por un matorral", explicó el agente ASTOR 926. Acto seguido, Younes salió corriendo al grito de "Allahu Akbar" (Dios es grande), se levantó la camiseta y dejó a la vista un cinturón de explosivos que, finalmente, resultaron ser falsos.

Younes Abouyaaqoub, autor del atentado de Las Ramblas, abatido.

Mientras corría y gritaba hacia los policías, apretaba el puño derecho, haciendo ver que llevaba un detonador. Tras requerirle que depusiera su actitud, y fracasar en el intento, los agentes no tuvieron otra opción que abrir fuego.

Ninguno recuerda el número de disparos que efectuaron. La tensión del momento les hizo actuar por intuición. Dispararon, pero Younes siguió corriendo hasta que cayó al suelo a unos diez metros de ellos. Fue el momento que aprovecharon para cambiar el cargador, ya que no sabían cuántas balas les quedaban.

Segundo cargador

Para su asombro, el terrorista se volvió a levantar, pero los proyectiles del segundo cargador terminaron con su vida. Los agentes le siguieron apuntando por seguridad mientras esperaban lo peor: que aquello saltase por los aires.

"Se hizo un silencio inmenso y sólo esperaba que soltase el detonador para que no explotase. Estaba de rodillas y no conseguía levantarme hasta que oí unos chillidos y un compañero me ayudó. Ahí ya me derrumbé", recordó ante el juez.



Su compañero, el agente ASTOR 925, también explicó ese momento: "Me veía mutilado por la explosión, estaba horrorizado por el sitio en el que estábamos. Estaba apuntándole, di unos pasos para atrás sin perder la mirada de dónde estaba hasta que llegaron otros compañeros y empecé a llorar".

Ambos sufrieron estrés postraumático y les han quedado secuelas psicológicas, además de episodios constantes como pesadillas, insomnio, miedo o ansiedad. Ninguno ha sido condecorado por el Ministerio del Interior ni está reconocido como víctima del terrorismo. Esto último lo han recurrido ante la Sala de lo Contencioso de la Audiencia Nacional.

Juicio en la Audiencia

El juicio por los atentados de Las Ramblas y Cambrils comenzó la semana pasada con el visionado de un vídeo inédito. Sólo los investigadores de los Mossos d'Esquadra habían contemplado las imágenes. En ellas se ve a los tres miembros de la célula terrorista manipular y montar los explosivos que finalmente no usaron, además de lanzar proclamas yihadistas.

Se trata de Younes Abouyaqooub, el conductor de La Rambla; Mohamed Hichamy, el líder del ataque en Cambrils; y Youssef Aalla, muerto en la explosión de Alcanar la víspera del atentado. 

Entre risas, los tres explican que el precio de los materiales "no supera los 15 euros" y que uno de ellos los ha conseguido en su puesto de trabajo. Incluso llegan a corregirse para que la mezcla salga perfecta. "Esto no cuesta nada de hacer. Sólo tener fe en Dios y odio [a los infieles]", explica uno.

La célula pretendía hacer un explosivo conocido como la madre de Satán por su poder destructivo. Los terroristas no consiguieron su objetivo al producirse un accidente en la casa de Alcanar el día de antes del atropello en Las Ramblas, el cual culminó con la muerte de Aalla.

Colaboradores

El juicio no servirá para procesar a los terroristas, todos ellos fallecidos, pero se investiga la participación de otras tres personas por su colaboración en los atentados, todos ellos sentados en el banquillo.

La Audiencia Nacional enjuicia a Mohamed Houli Chemlal, que resultó herido en la explosión ocurrida en la casa de Alcanar en la que supuestamente preparaban los explosivos, así como a Driss Oukabir y Said Ben Iazza.



Para los dos primeros, la Fiscalía pide 41 y 36 años de prisión, respectivamente, por los delitos de integración en organización terrorista, fabricación, tenencia y depósito de sustancias explosivas y conspiración para el delito de estragos terroristas, mientras que para el tercero reclama 8 años de cárcel por colaboración con la célula.