Un testigo protegido del 'caso Nécora' exige al autor de 'Fariña' 150.000 € por "dañar" su honor
El juicio por la demanda de Fernández Padín contra el autor Nacho Carretero se celebró el día 5 en Torrejón.
13 mayo, 2021 02:46Noticias relacionadas
El secuestro del libro Fariña, ordenado en febrero de 2018 por una juez de Collado Villalba (Madrid), contribuyó a convertir la obra del periodista Nacho Carretero en un auténtico fenómeno editorial, que ya supera los 150.000 ejemplares vendidos y ha saltado a las pantallas de televisión y al teatro.
Uno de los testigos protegidos de la Operación Nécora, Manuel Fernández Padín, ha interpuesto ahora una demanda en la que reclama al autor, Nacho Carretero, y a su editorial una indemnización de 150.000 euros por considerar que ha "dañado" su honor con algunas afirmaciones contenidas en el libro.
La vista oral para dirimir esta demanda se celebró el pasado día 5 en los Juzgados de Torrejón de Ardoz (Madrid), después de que se cerrara sin acuerdo el acto de conciliación celebrado en 2020 entre ambas partes.
El testimonio de Fernández Padín fue fundamental para enviar a prisión a algunos de los grandes capos del clan gallego de Los Charlines en el macrojuicio del caso Nécora celebrado en 1993 en la Casa de Campo de Madrid.
El testigo protegido colaboró luego con el periodista Nacho Carretero, con el que se entrevistó varias veces para ayudarle a documentar su trabajo de investigación, que ha roto un tabú al reconstruir el mundo del narcotráfico en la Galicia de los años 80 y 90.
En su demanda, Fernández Padín pide que Carretero reconozca que algunos datos incluidos en su libro no son correctos: señala que no es cierto que el juez Garzón le visitara en prisión junto a Ricardo Portabales (su encuentro con el juez estrella se produjo en la Audiencia Nacional), ni que recibiera ayuda del clan de Los Lulús en las labores de descarga de alijos de hachís y cocaína, entre otros detalles.
"Esperpento judicial"
El autor de la obra, Nacho Carretero, reconoce que el secuestro del libro en 2018 contribuyó a edificar su éxito editorial: “No fue una publicidad buscada, porque el libro ya estaba funcionando muy bien, se habían vendido 40.000 ejemplares y la serie de televisión ya estaba hecha, aunque es indudable que despertó más interés y aumentó las ventas”. Con todo, señala, fue una situación “desagradable, que te genera enfado y frustración”.
En declaraciones a EL ESPAÑOL, Carretero desvela que tras el “esperpento judicial” que supuso el secuestro de la obra recibió tres querellas que “no tenían mucho recorrido y se resolvieron rápido, presentadas por gente que buscaba dinero”.
Del mismo modo, espera que se archive la demanda de Fernández Padín porque “no se sostiene mucho y durante el juicio la Fiscalía pidió su desestimación. Estoy tranquilo y confío en el desenlace lógico”, añade.
Todo ello lleva al periodista gallego a reflexionar: “Cuando publicas un libro de investigación, siempre estás haciendo equilibrios. Muchas veces la gente habla contigo, pero luego cuando se lee le entra vértigo o reparo. Los periodistas debemos tenerlo en cuenta, hay que ser empáticos”.
El autor de Fariña muestra, en cualquier caso, su reconocimiento por el papel que el testigo protegido Manuel Fernández Padín jugó en el caso Nécora, la primera gran operación del Estado contra el narcotráfico gallego: “Puso su vida en manos de la Justicia, y luego le dejaron en la estacada”.
Fernández Padín ha denunciado en numerosas ocasiones que, para garantizar su colaboración con la Justicia, el juez Baltasar Garzón y la Fiscalía le prometieron una pensión no contributiva o un trabajo en el extranjero. Ninguna de esas promesas se cumplió.
Padín permaneció durante 20 años protegido día y noche por la Policía, para evitar que fuera asesinado por el clan de Los Charlines, y durante todo ese tiempo no pudo trabajar ni cotizar. Necesitó tratamiento psicológico y tuvo que someterse a un trasplante de hígado. Actualmente trabaja como rider en una empresa de reparto a domicilio.
Uno de los pasajes que Fernández Padín reclama que Carretero rectifique en su obra se refiere al momento en el que Los Charlines le delataron, como venganza por haber aparecido en un programa de la televisión gallega, con el rostro cubierto, para repudiar las labores de narcotráfico en las que había participado.
Los Charlines encargaron entonces a Padín que trasladara a Pontevedra un paquete con cuatro kilos de cocaína, oculto en el motor de un coche. El testigo se muestra convencido de que miembros de la propia banda dieron un chivatazo a la Policía, tras identificarle en televisión: durante el trayecto su vehículo fue detenido por dos agentes de paisano que, sin embargo, no lograron encontrar la droga en el coche.
Padín se refugió entonces en un centro comercial y abandonó el paquete, que fue descubierto por un guardia de seguridad. De este modo fue detenido por la Guardia Civil e ingresado en los calabozos de los Juzgados de Pontevedra: comenzaba su calvario judicial finalmente que le conduciría hasta el despacho del magistrado Baltasar Garzón en la Audiencia Nacional.