Ella sufrió una depresión tras haber padecido un "clima de humillación", "sometimiento", "coacción" y "terror". Él mantuvo una actitud "celosa y compulsiva" durante la relación —así lo tiene diagnosticado— y llegó a practicarle una ruleta rusa, porque sospechaba que le era infiel. Metió un revólver en su boca, con un proyectil en el tambor, lo hizo rodar y apretó el gatillo. La bala no estaba en ese cilindro. Él le dijo que había tenido suerte, que Dios la quería demasiado.
Este desgarrador relato consta en la parte de hechos probados de una sentencia de la Audiencia Provincial de Castellón, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL. La Sección Segunda ha condenado al hombre a 31 años y nueve meses de prisión como culpable de dos delitos de agresión sexual —uno de ellos continuado—, dos de maltrato y otros dos de amenazas, además de por coacciones, lesiones, tenencia de armas prohibidas y trato degradante. Además, deberá indemnizar a la víctima con 70.000 euros y pagarle otros 900 euros por las lesiones que sufrió. Y no podrá acercarse a ella a menos de 500 metros.
Tal y como recoge la resolución —que puede ser recurrida ante el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana e incluye el voto particular de un juez—, el acusado, con especial "crueldad" y "crudeza", llegó a provocar quemaduras en la víctima y a golpearla con una correa de perro hasta hacerle cicatrices en la piel. Todo ello, por las sospechas de que le era infiel.
Y aquel 3 de enero de 2020, él, colombiano de 45 años, "le exigió que se desnudara y la tiró al suelo", relata la sentencia. Y cogió un arma, "tipo revólver", giró el tambor donde se alojan los proyectiles e introdujo el cañón en la boca de la mujer.
Después, le arrojó un cubo de agua fría por encima. Y la ató de pies y manos con cinta americana, tras decirle que, cuando despertase de su siesta, ella le acompañaría a "hacer una hoguera". Tras dormir unas horas, la arrastró hasta la cocina, donde acercó su cara a los fuegos del gas. Ella se resistió y acabó con quemaduras en una de sus manos. Los informes forenses avalaron "que todas estas lesiones eran compatibles" con los hechos que denunció.
En otra ocasión —da por probado la sentencia—, el ahora condenado acusó a la víctima de haber mantenido relaciones sexuales con el perro que compartían, por lo que la inmovilizó y la violó en la cama del domicilio.
Durante el juicio, celebrado los días 22 y 23 del pasado noviembre, la defensa del acusado aseguró que la pistola —marca Blow modelo Pack— había sido comprada con dinero de la mujer y que ésta había solicitado a su pareja que matase con ella a su marido —durante la relación, ella estaba aún casada y su esposo residía en Rumanía—.
Él negó todos los hechos. No obstante, su abogado solicitó que, de resultar condenado, se le aplicase "un estado de enajenación mental" como "circunstancia modificativa de la responsabilidad penal".
Durante la instrucción, los investigadores descubrieron que el arma que encontraron estaba en mal estado "y no servía en modo alguno, salvo para intimidar". No quedó comprobado si fue esa la pistola, u otra, empleada para realizar la ruleta rusa a la víctima.
Comprobaciones "degradantes"
"De forma aleatoria", a fin de comprobar si la mujer le engañaba, el acusado obligaba a su pareja a demostrarle su fidelidad. "En cualquier sitio, bien en la calle, en casa o en el coche, le hacía que se desabrochara el pantalón, metiendo el acusado un dedo en su vagina (...) y concluir si había mantenido o no relaciones sexuales". Los magistrados califican este comportamiento de "invasivo y degradante".
Ambos iniciaron la relación en 2019. Se conocieron trabajando juntos en una fábrica, donde ella era limpiadora y él, vigilante. Y se mudaron a una vivienda abandonada de la capital."Cuando el acusado estaba en el trabajo y no coincidían los turnos, le exigía a [su pareja] permanecer en el interior del vehículo sin poder salir del mismo, acudiendo éste a vigilarla", añade la sentencia.
Desde el 13 de enero de 2020, el acusado, que no tiene antecedentes penales, permanece interno en el Centro Penitenciario de Castellón. La resolución de la Audiencia Provincial reconoce que sufre "impulsividad y episodios violentos" desde la infancia.
Arrojarse desde un coche en marcha
Aquel día de enero, la pareja circulaba en su Opel Corsa cerca de la Ciudad de la Justicia de Castellón, cuando él la amenazó. Llevaba un machete en el asiento trasero del coche y la mujer, creyendo que éste podría cogerlo, redujo la velocidad y se arrojó a la calle en marcha.
Aunque una rueda del auto le pasó por encima de un pie, sí pudo levantarse y pedir ayuda a los viandantes. Finalmente, logró refugiarse dentro de otro coche, que el condenado trató de abrir.
La víctima fue auxiliada por los miembros de la Guardia Civil que protegían la sede judicial y que detuvieron al agresor. Los testigos que presenciaron a la mujer pidiendo ayuda declararon que presentaba un aspecto "deplorable".
Voto particular
No obstante, el fallo no ha contado con la unanimidad de los magistrados de la Sección Segunda. El juez Pedro Javier Altares ha redactado un voto particular discrepante. Considera "no verosímil" la versión de la víctima, de quien cree que "no es una persona fácilmente sojuzgable".
"No nos resulta mínimamente verosímil su pretendido estado de completa sumisión al acusado, y sin reacción posible, durante varios meses, ante las repetidas agresiones y vejaciones sexuales, agresiones físicas y privaciones de libertad que contiene su relato".
"No se ha intervenido la cinta americana que el acusado, supuestamente, tenía siempre a mano para atar de pies y manos a la denunciante por las noches, y también para amordazarla en algunas ocasiones; la situación que refiere ésta es tan degradante y torturante, que resulta difícil de aceptar que (...) pudiera ser aceptada por ella, de haberse producido", subraya el magistrado.